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ASUNTOS EXTERIORES

"...YES"

Cuando Zapatero llegó a Menorca, una periodista le preguntó en inglés qué pensaba hacer durante sus vacaciones. Zapatero dudó un momento, debió hacer una de esas muecas que muchos españoles consideran simpáticas y, tal vez abriendo los brazos al modo gallináceo que Dios le ha regalado en su infinita misericordia, contestó: "…Yes". La anécdota es toda una lección sobre el carácter de nuestro presidente de Gobierno, e incluso de los principios que guían su actuación.

Cuando Zapatero llegó a Menorca, una periodista le preguntó en inglés qué pensaba hacer durante sus vacaciones. Zapatero dudó un momento, debió hacer una de esas muecas que muchos españoles consideran simpáticas y, tal vez abriendo los brazos al modo gallináceo que Dios le ha regalado en su infinita misericordia, contestó: "…Yes". La anécdota es toda una lección sobre el carácter de nuestro presidente de Gobierno, e incluso de los principios que guían su actuación.
José Luis Rodríguez Zapatero.
Primero, los complejos. ¿Qué le cuesta a alguien que no sabe inglés, y ocupando además el cargo que Zapatero ocupa, decir que no entiende lo que se le está preguntando en ese idioma? Nada, está claro. Pero hacerlo revelaría lo que Zapatero no puede aceptar de ninguna manera. Buena parte de los complejos de inferioridad que los españoles, y más en particular los adscritos al progresismo hispánico, arrastran desde el siglo XIX están resumidos en esa incapacidad para articular una respuesta lógica. (Cuando a Giner de los Ríos, aquel supuesto anglófilo que no sabía hablar inglés, le hablaban en este idioma, sonreía. En el Congreso, por cierto, dan clases de idiomas gratis a Sus Señorías.)
 
Segundo, el contenido de la respuesta. Ya puestos a decir cualquier cosa y a dejar bien establecido que no sabe salir de una situación comprometida, Zapatero podía haber contestado "…No". Es cierto que si hubiera dicho "…No" no nos habríamos enterado que Zapatero sabe por lo menos una palabra de inglés, aunque también podía haber hecho el esfuerzo de pronunciar "…No" a la inglesa, añadiéndole incluso algún "Hum" de esos tan británicos, para burlarse un poco de sí mismo.
 
Pero Zapatero no debe de tener el más mínimo sentido del humor. El caso es que dijo "…Yes". ¿Por qué? Porque "…Yes" es la esencia misma del progresismo. Hay palabras que no son progresistas, y "No", así, sin puntos suspensivos, es una de ellas.
 
Puede salirle caro. Kerry, ese colega al que Zapatero parece admirar bastante, ya está pagando algunos de sus "…Yes". Como se sabe, cuando era senador dijo "Yes" –a secas– a la intervención en Irak. Ahora, durante la convención demócrata en la que ha sido nominado candidato a la Presidencia, se enfrentaba a unos militantes que en más de un 90% querían oír una condena clara de la guerra de Irak. Pero Kerry ya había dado su palabra. Y, aunque luego votó "no" a la dotación de 87 mil millones de dólares destinados a ayudar a los soldados y a la reconstrucción de Irak, ni puede contradecirse abiertamente a sí mismo, ni puede llevar la contraria a un electorado que es mucho menos radical que los militantes demócratas. Al final, adoptó un perfil bajo y apenas habló de Irak: seis frases en un discurso de 45 minutos.
 
Lo que sí hizo fue glosar su posición de "Sí pero no", o "No pero sí" –da igual: lo importante es no decir "no"–, con lo que Robert Kagan ha bautizado generosamente como la "doctrina Kerry". La "doctrina Kerry" en materia de política exterior consiste en que Estados Unidos no debe intervenir en ningún conflicto exterior de forma obligada, sino sólo movida por su voluntad. Más que una doctrina, es una actitud. Y como tal, se parece mucho a la de nuestro Zapatero. Zapatero no se guía por el deber, mucho menos por el interés, sino por la voluntad. De ahí el timbre de gloria que rodea nuestra deserción de Irak. Por eso mismo debemos agradecerle el envío de fuerzas armadas a Haití y a Afganistán.
 
Como fuera la gente no anda tan anestesiada por el progresismo y la cobardía como en España, la "doctrina Kerry" ya ha empezado a ser discutida. El propio Kagan deduce, tal vez pensando en nuestro país, que la consecuencia lógica del argumento es que Estados Unidos retire sus fuerzas armadas de casi todo el mundo y se repliegue en la pura defensa propia. Sería el triunfo del aislacionismo y, añado yo, del desdén.
 
Hay quien no hila tan fino como Kagan. Está a punto de salir un libro en el que un grupo de veteranos de Vietnam describe muy gráficamente cuál fue la conducta de Kerry en Vietnam y en qué consistieron sus medallas y sus galones: literalmente, en "una herida en el trasero" y otras heroicidades por el estilo. El libro se titula Unfit for Command.
 
Mientras tanto, y ya en la propia Convención demócrata, John Edwards, candidato a vicepresidente, se esforzaba por matizar la doctrina de su jefe hablando del necesario compromiso con la democracia en Irak y la libertad y la paz en Oriente Medio. Algo que a Kerry ni se le ocurrió mencionar. ¿Para qué, si ya había pronunciado su "Sí" de amor omnicomprensivo y universal?
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