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Marjorie Grice-Hutchinson

Opinión de La Vanguardia 8-5-2003

El nombre de la doctora Grice-Hutchinson, fallecida este año en Málaga a los 94 años de edad, quedará para siempre unido al sorprendente descubrimiento de una llamada "Escuela de Salamanca" de economistas del s. XVI, un grupo de clérigos y estudiosos que profundizaron en el análisis económico para resolver problemas de teología moral. Mas también hay que recordarla por su atractiva personalidad: exquisita elegancia y dulzura de trato, y una gran generosidad demostrada con la cesión de la finca de San Julián a la Universidad de Málaga para investigaciones agrarias. La claridad de exposición, el cuidado de los detalles, la siempre despierta curiosidad, y una modestia desacostumbrada en la vida académica española hicieron de ella un figura querida y admirada por cuantos tuvieron la suerte de conocerla o pudieron leer sus trabajos.

Hija de un abogado inglés afincado en Málaga, la Dra. Grice-Huthinson preparó su disertación doctoral bajo la dirección de Friedrich von Hayek. Le sugirió el tema de su tesis la lectura del libro "La época del mercantilismo en Castilla" de José Larraz. En efecto, allí vio mencionada por primera vez una "Escuela de Salamanca de Economía", compuesta por los teólogos castellanos del s. XVI que buscaron adaptar las enseñanza morales de Santo Tomás de Aquino a las nuevas circunstancias económicas de Castilla y Portugal tras los descubrimientos. Nuestra historiadora comunicó a Hayek la existencia de esos escolásticos castellanos y portugueses, que explicaban el precio de las cosas por la valoración del mercado y atribuían la inflación y depreciación de la moneda castellana a la llegada de abundantes metales preciosos de las Indias, lo que entusiasmó al austriaco, que desconocía esos predecesores del subjetivismo y el cuantitativismo. De la tesis salió en 1952 un librito titulado "The School of Salamanca. Readings in Spanish monetary theory", selección de textos de esos teólogos-economistas, precedida de un comentario que señalaba la importancia de sus avances en la teoría de los precios relativos y del valor del dinero.

En 1978 publicó "El pensamiento económico en España (1177-1840)", reeditado en español en 1991. Un primer capítulo trata de la condena de la usura por las grandes religiones monoteístas y en especial la católica. Pese a la puesta al día de la teología de los negocios en el nuevo ambiente mercantil del siglo XVI, la Iglesia se resistió hasta muy recientemente a aceptar la legitimidad del cobro de un interés por el mero transcurso del tiempo: "El tiempo es de Dios", decían nuestros frailes economistas, y no se puede cobrar por él. Sin embargo, la realidad es muy terca y los teólogos fueron haciendo concesiones doctrinales, como la de que era lícita una compensación por demora en la devolución del préstamo o la constitución de un rédito vitalicio o incluso temporal a favor de quien cedía a cambio una propiedad inmobiliaria o una cantidad de dinero. También se declaró lícito el cobro de un interés al Rey Nuestro Señor cuando éste emitía deuda pública, ya en forma de "asientos" a favor de banqueros en los libros de la Real Hacienda, ya en forma de "juros" situados sobre rentas fiscales futuras. La Dra. Grice-Hutchinson descubría además en ese libro, con una sonrisa contenida, los viejos trucos utilizados desde tiempos del Antiguo Testamento por prestamistas y prestatarios alcanzados de fondos para disimular los acuerdos "usurarios", como era la "mohatra" o venta ficticia de la prenda, que el prestamista revendía a su cliente a un precio más alto cuando devolvía el préstamo. En ese mismo libro, retornando a la Escuela de Salamanca, destacó la aportación de esos teólogos a la teoría del precio, pues llegaron a considerar que era justo el que "corría en la plaza, sin coacción ni engaño". Concluía con un esbozo del pensamiento de los "arbitristas" que en abundantes memoriales propusieron medidas prácticas para devolver a Castilla y los demás reinos españoles la prosperidad perdida.

La lectura de una recopilación de trabajos publicada por Alianza Editorial en 1993, con el título de "Ensayos sobre el pensamiento económico en España", quizá sea la mejor manera de acercarse a la obra de esta fina historiadora. Quiero destacar en él el trabajo titulado "Algunas contribuciones españolas a las primeras actividades de la Sociedad Real de Londres". El protagonista de esta sorprendente historia era el conde Sandwich, embajador de Su Majestad Británica en Madrid de 1665 a 1667. Lord Sandwich sostuvo una activa correspondencia con la Royal Society, institución formada apenas un año antes para el fomento de las ciencias, sobre diversos resultados de la actividad científica en la España de Carlos II . Parece imposible que hubiera investigación científica y técnica en la España de Carlos el Hechizado. El embajador se hizo lenguas del culto ambiente de que supo rodearse don Juan José de Austria, el primer ministro y hermanastro del Rey por la vía natural, que era consumado músico, pintor y orfebre. Sandwich, además de enviar el libro de Gabriel Alonso de Herrera "Obra de Agricultura" a su corresponsal en la Royal Society John Evelyn, tradujo al inglés "El arte de los metales" de Alvaro Alonso Barba, envió una máquina sembradora española, además de semillas de melón y calabaza, y comunicó observaciones astronómicas de matemáticos españoles.

La desaparición de Marjorie Grice-Hutchinson ha llenado de tristeza a todos los historiadores españoles de la economía.

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