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IZQUIERDA LIBERAL

Una nación de mártires y niños envenenados

"Cuando veo a esas gentes de derecha o de izquierda encerradas en sí mismas pensando: a nosotros no nos conseguiréis nunca, pienso: me da igual, a vuestros hijos sí los tendremos. A éstos los educaremos desde el principio en el ideal". Esta frase la pronunció Adolf Hitler en un discurso dado en la sala de motores Siemens el 10 de noviembre de 1933.

"Cuando veo a esas gentes de derecha o de izquierda encerradas en sí mismas pensando: a nosotros no nos conseguiréis nunca, pienso: me da igual, a vuestros hijos sí los tendremos. A éstos los educaremos desde el principio en el ideal". Esta frase la pronunció Adolf Hitler en un discurso dado en la sala de motores Siemens el 10 de noviembre de 1933.
Adolf Hitler.
Por lo que vendría después, la frase es estremecedora. Aunque creo que no es temible sólo ni mayormente por los acontecimientos posteriores, sino por el proyecto de lobotomía que persigue: convertir a una sociedad entera desde su tierna infancia en un rebaño condicionado, con consignas nacionalistas dirigidas al exterminio de otros, después de que se haya extirpado en uno mismo el libre albedrío. Por eso ese proyecto, independientemente de quién lo persiga, es perverso e inadmisible.
 
No ha sido el Führer el primero ni el único en perseguirlo. De hecho, es una aspiración bastante corriente en la historia. Desde el proyecto educativo bienintencionado de Platón a las peores dictaduras de derechas y de izquierda, pasando por religiones y sectas, ese proyecto siempre ha sido una tentación totalitaria contraria a la libertad. Y siempre ha provocado sufrimiento.
 
No son, por tanto, originales los diseñadores de ese spot nacionalista en pro de las selecciones deportivas catalanas donde se utiliza a niños para supurar las vilezas de los mayores. Ni su intención va más allá, creo sinceramente, de asegurarse el alma de una generación que les permita conseguir sus fines nacionalistas, o sea, la independencia de Cataluña.
 
Ni siquiera son originales en la explotación de los niños. Pero sí condenables por las mismas leyes que el propio nacionalismo se ha dado. "A la vista del contenido del artículo 92 de la ley 22/2005, de 29 de diciembre, de la Comunicación Audiovisual de Cataluña, pudiera calificarse como publicidad ilícita por atentar contra el respeto a la dignidad de las personas o sus convicciones políticas (apartado d) e incitar al odio por motivos de raza, sexo, religión o nacionalidad, que puede dar lugar a comportamientos antisociales (apartado e y f), amén de poder ser catalogada como publicidad subliminal y engañosa, porque es evidente que los jugadores de la selección española no quieren impedir la participación de los jugadores catalanes sino precisamente lo contrario, su participación activa" (denuncia de Ciudadanos ante el CAC).
 
Lo que me fascina de la utilización de los niños es el masoquismo victimista del que se alimenta a diario esta obsesión identitaria. Ya que las formas políticas de mis enemigos son democráticas, las recreamos como inaceptables. Está tan arraigado el morboso sufrimiento de la derrota, que sin ésta no son nada.
 
La cosmovisión nacionalista de Cataluña nació de ahí, de una derrota imaginaria, la de 1714, esa guerra por la sucesión al trono que han convertido en agresión a Cataluña. Habría de esperarse a finales del XIX para que lo que fuera una guerra de sucesión a la corona española se convirtiera en derrota nacionalista. El mito de la derrota sobrevivió en el primer tercio del siglo XX, pero la nefasta dictadura franquista lo cebó hasta borrar sus orígenes románticos y confundirlo con la realidad histórica. Con la llegada de la democracia, capitalizó fraudulentamente las reivindicaciones democráticas y descentralizadoras y acabó por contaminar a todos los partidos y a la misma libertad.
 
Es precisamente la morbosa fijación en la derrota como origen lo que les lleva a refugiarse en el victimismo incluso cuando agreden. Mientras tuvieron la disculpa de la dictadura, sus acciones quedaban legitimadas de facto, y sus abusos, fueran los que fueran, legalizados por la buena conciencia. El problema para ellos ha sido la muerte de Franco y su parafernalia estética. Ya saben, el yugo, las flechas, la bandera con el águila franquista, etcétera, o los discursos trasnochados del "cara el sol". Sin ese referente se quedan sin enemigo y, sobre todo, sin disculpa para imponer su mundo.
 
Nunca he visto más desarmado a un nacionalista como cuando tienen frente a sí a una persona con un pasado republicano, a ser posible de izquierdas, a un luchador antifranquista que se dirige a él en perfecto catalán y defiende la Constitución española con toda normalidad. En un pispás, se han quedado sin enemigo contra quien justificar su nacionalismo. Por eso odian especialmente a Albert Boadella o a Francesc de Carreras. No tanto por ser traidores, que también, sino porque les dejan sin coartada.
 
Es aquí donde aparece la perversión del anuncio: sin enemigo a la vista, inventan cinematográficamente la agresión en el comportamiento de un niño con los colores de la selección española. Resumo: un grupo de niños con camisetas de diferentes selecciones oficiales juegan un partido de fútbol. Uno de ellos, vestido con la de la selección catalana, es apartado del terreno de juego por un segundo: "Con ésta no puedes jugar". El niño que se lo impide va visiblemente ataviado con el rojo de la camiseta de la selección española. El primero se la quita en actitud sumisa (es el lenguaje de la víctima), como si le estuvieran despojando de su ser. E inmediatamente aparece "Una nació, una selecció" tatuado en su pecho desnudo, cerca del corazón.
 
Esta angustia por encontrar un referente facha para realizar sus tropelías con impunidad y buena conciencia explica por qué cualquier persona u organización que se oponga a su concepción de Cataluña es silenciada en primera instancia, si carece de los rasgos distintivos del facha, criminalizada, si consigue sacar la cresta en los medios de comunicación, o excluida de la sociedad civil, como si fuera una apestada, si las dos anteriores tácticas fracasan. Sin descartar la agresión, como esporádicamente ya ha ocurrido. Este último caso no es lo normal, pero si el discurso de Ciutadans se consolida y amenaza la omertà nacionalista, habremos de prepararnos para lo peor.
 
Todo ello demuestra que si España consolida un discurso constitucional y el sentido común de la mayor parte de los catalanes continua siendo leal a este Estado de Derecho, el nacionalismo irá menguando hasta quedar como un grupo sociológico residual, tal como le ha ocurrido al comunismo en los países occidentales. Sin fachas a quienes combatir y de quienes alimentarse, se quedarán sin oxígeno. Sus triquiñuelas, manipulaciones y descalificaciones tienen fecha de caducidad. La realidad, al final, se irá imponiendo poco a poco, hasta que sus mentiras no las puedan sostener ni entre sus fieles. No hay más criterio de realidad que la realidad misma. Y esa está con los demócratas.
 
Dos ejemplos de la naturaleza de esa manipulación son sendos artículos en Avui y El País, el primero de Sebastià Alzamora y el segundo de Joan B. Culla i Clarà, contra Ciutadans-Partit de la Ciudadania. Los dos son la esencia de lo que acabo de teorizar: ya que no pueden con las ideas, ensucian a quienes las sostienen. Incluso se permiten mofarse de la falta de ellas. Aprovecharé para adelantarles algunas, a ver si se meten con ellas y nos dejan en paz a nosotros: listas abiertas, para evitar que cuatro colegas de la dirección diseñen la voluntad de los ciudadanos sin su consentimiento; limitación de mandatos a dos legislaturas; mecanismos políticos para hacer cumplir las promesas electorales; humanización de las residencias de nuestros ancianos con extensiones arquitectónicas que hagan posible instalar guarderías, donde abuelos y nietos puedan jugar juntos y hagan más fácil el contacto diario de toda la familia; educar para disolver, en vez de aumentar, diferencias con el resto de España; cierre de las "oficinas de delación lingüística"; acabar con la inmersión escolar para garantizar la libertad lingüística... Y, sobre todo, nos comprometemos a que lo prometido se cumpla. En cualquier caso y sin disculpa alguna.
 
Es insoportable comprobar, elección tras elección, cómo nuestros padres de la patria prometen cosas que nunca cumplirán o hacen pactos indigeribles para unos y otros votantes. ¿Qué hacían socialistas y ERC juntos? Que se conozca, jorobarse mutuamente, ninguna otra cosa provechosa; mientras tanto, sus votantes se sentían estafados. Hoy debe saber el elector socialista que si vota al Sr. Montilla posiblemente esté dando la Consejería de Educación y Cultura al Sr. Carod Rovira, de ERC, el partido de Portabella, el mismo que agredió a Ciudadanos en la plaza de Sant Jaume por sostener una pancarta con el lema "Tots som Elvira Lindo", o sea, "Todos somos ciudadanos".
 
Y si votan al Sr. Piqué, lo harán por el nacionalismo de CiU, por la Lliga de Cambó y por el mismo estatus lingüístico actual. Son demasiados años de experiencia y de mentiras. Mucho hablar de bilingüismo, pero están de acuerdo con la inmersión.
 
Sólo un dato: ni socialistas ni populares estuvieron el sábado aguantando una pancarta en aquel océano de independentistas. Sólo Ciudadanos. Aunque no solos, porque, para nuestra sorpresa, muchas personas se solidarizaron con nuestro derecho a ser libres.
 
 
ANTONIO ROBLES, secretario general de Ciutadans-Partit de la Ciudadania.
 
antoniorobles1789@hotmail.com
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