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LA POLÍTICA, A PESAR DE TODO

Un Gobierno peligroso

Por si alguien tenía todavía dudas acerca de la verdadera naturaleza de animal político que exhibe el actual Presidente del Gobierno, a la cabeza de la facción que le asiste y cubre, su comparecencia en la Comisión del 11-M ha supuesto, en forma y contenido, la plena confirmación de que España está bajo el mandato de un personaje radical y temible, empeñado en una obsesión enfermiza y destructora: medirse constantemente con Aznar y los Gobiernos del PP con el objeto de desprestigiarlos, pero, sobre todo, con el firme propósito de que no vuelvan jamás a gobernar.

Por si alguien tenía todavía dudas acerca de la verdadera naturaleza de animal político que exhibe el actual Presidente del Gobierno, a la cabeza de la facción que le asiste y cubre, su comparecencia en la Comisión del 11-M ha supuesto, en forma y contenido, la plena confirmación de que España está bajo el mandato de un personaje radical y temible, empeñado en una obsesión enfermiza y destructora: medirse constantemente con Aznar y los Gobiernos del PP con el objeto de desprestigiarlos, pero, sobre todo, con el firme propósito de que no vuelvan jamás a gobernar.
Zapatero en su deposición en la comisión
Para ello está dispuesto a emplearse a fondo y a utilizar todas las armas, todas las oportunidades. En la Comisión del 11-M lo ha puesto de manifiesto este forofo de las manifestaciones y, como sus ministras, de las pasarelas, el lunes día 13 de diciembre de 2004. Comparece en sede parlamentaria con un objetivo primordial: hacer una sentada de más horas que Aznar para herirle, vengándose así, tan cómodamente, de la afrenta permanente que le supone su obra política, sus palabras y su mismo recuerdo, especialmente tras su demoledora comparencia previa. También, de paso, y ya que pasaba por allí, para desgranar una mazurca, a cuenta de ciento noventa y dos muertos y mil quinientos heridos, resumida en dos estribillos: "terrorismo islámico radical" y "engaño masivo".
 
"Terrorismo islámico radical". Con el primer tema, saca a relucir la pancarta de la "Alianza de Civilizaciones" y, aprovechando que, tras deambular por los cerros de Úbeda, corría desde Santurce a Bilbao, sienta las bases con las que cargarse de raíz el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo suscrito con el Partido Popular. «La preparación, la autoría y la responsabilidad de los atentados del 11-M —dice— corresponden en exclusiva al terrorismo internacional de tipo islamista radical». La construcción gramatical de la frasecita no es que sea modélica, pero, sin duda, todos entienden lo que quiere decir. Y es que José Luis Rodríguez sin ser un buen orador parlamentario, es un consumado demagogo de plazuelas y bulevares. Ya escribió hace siglos Aristóteles en su Retórica: "Los oradores incultos persuaden al pueblo mejor que los cultivados". De ahí el estilo ZP y su chifladura incurable de necesitar rodearse permanentemente de catedráticos y "expertos" de toda especie, en petit comité o sueltos, pero siempre fieles a la causa socialista, como hemos visto con el último magnífico nombramiento, hasta la fecha, de Gregorio Peces-Barba como Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo, preferentemente a las que comulgan laicamente con "los buenos". He aquí una credencial que suena a ONU y que recuerda a Javier Solana, a la sazón antiguo Alto Comisionado De No Sé Qué. ¿Qué tarea se impone el Magnífico Rector Independiente elegido con esos antecedentes? Según sus propias palabras, fundamentalmente llevar "calor humano" a las víctimas, un motivo muy oportuno ahora que se acerca el duro invierno, pero asimismo demostrar que su jefe es el Presidente-de-la-gente, y que ellos sí que están con los que tienen sensibilidad, sufren y lloran, no como otros.
 
"Engaño masivo". Con la segunda muletilla, José Luis Rodríguez insiste y reitera (hasta la saciedad) el conocido plan de transferir su propia culpa sobre las espaldas del "malo". Jugando al mentiroso con la baraja marcada y, para hacer tiempo hasta la hora prevista, o sea, hasta la Hora 25, lanza mensajes chusqueros y poco subliminales, que procuran asociar el rótulo mediático de "armas de destrucción masiva" con otros asuntos "masivos". Los oficios de la propaganda, como toda técnica de persuasión, son tenaces y perseverantes hasta la extenuación. Por eso, dejó a la audiencia consumida y al compareciente agotado, casi diría también que convaleciente, tanto que tuvo que abandonar al día siguiente sus responsabilidades como Presidente del Gobierno, pero no menos que las del día de autos. Para los polacos, puñetas, y para los españoles, doble ración, en sesión de mañana y tarde.
 
José Luis Rodríguez odia viajar, pero también comparecer en el Parlamento y, sobre todo, gobernar. Su sueño es ejercer de Filósofo-Rey de la República, lo cual no significa un proyecto contradictorio en los términos, sino algo muy coherente con su vocación platónica: el totalitarismo político. Y si fuera contradictorio, no pasaría nada. Llama a la Universidad y los fieles funcionarios con dedicación exclusiva le montan otro "comité de expertos" en dos tardes. Si no tenía hace ocho meses programa de gobierno, tampoco importa. Ahora que ya lo tiene en marcha, espanta, francamente. Sus acciones y palabras evidencian el resentimiento que le impulsa. Su sola mirada. Quien haya atendido a la mirada de basilisco que lanzaba contra Zaplana mientras éste le interrogaba, y haya sobrevivido a la llamarada, sabrá de lo que hablo. No había tras ella sólo un gobernante tenso y estirado, sino ante todo un radical activista, un "agitador" (certero Zaplana), vestido con traje de Presidente del Gobierno (siempre le viene grande) que aspira a mantenerse en el Poder al precio de pactar con el diablo y de destruir literalmente al adversario, su acción de gobierno en el pasado y su esperanza de gobierno en el futuro.
 
Que los actuales dirigentes del Partido Popular tomen buena nota a la hora de ordenar sus actuaciones o sientan la tentación de acuerdos y compromisos con el actual Ejecutivo. La proclama de "Todos contra el PP" no ha acabado ni acabará, porque su fin último es impedir que los populares vuelvan a La Moncloa algún día, y no permitir que en lo que quede de España se mueva nadie sin permiso de los socialistas. De la sociedad abierta a la sociedad vigilada. De la sociedad libre a la sociedad socializada y muerta de miedo por la amenaza de unos y de otros. He aquí el plan ZP.
 
Ya puede el PP hacerse las ilusiones que quiera. No salen las cuentas, porque el asunto no es de matemática electoral. Si no hay posibilidades de ganar las próximas elecciones generales, pues a aguantarse. Pero si las hay, si los sondeos y las tendencias de voto le sitúan a las puertas de La Moncloa, que se prepare. La maquinaria del Partido del Odio y las fuerzas de choque que le asisten y cubren no lo van a permitir. La negativa de José Luis Rodríguez a condenar los asaltos a las sedes del PP tiene el mismo significado que el de Batasuna al no condenar los atentados de ETA. Marca una pauta de conducta. Mister Yes consintió los asaltos y aun los alentó, ¿quién lo duda? Él mismo lo ha admitido, reiteradamente, "masivamente", durante su comparecencia en la Comisión del 11-M: "Le reitero que había indignación y que la gente salió a la calle para acudir a las manifestaciones". Indignación, gente, calle, manifestaciones. O sea, como una tira luminaria navideña produced by Ruiz Gallardón.
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