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LIBREPENSAMIENTOS

Thomas Paine, un burgués radical

Dentro de la perspectiva del liberalismo descubrimos notables autores que son percibidos desde determinadas dogmáticas con sospecha o recelo, debido a la heterodoxia, radicalismo o independencia que se les imputa, a modo de falta. Semejante actitud suele conducir a su fatal olvido o marginación. En espera de mejor suerte, se convierten así en presa fácil del pensamiento único, adicto a apropiarse de todo autor valioso a fin de asimilarlo para la "causa". A esta estirpe pertenece Paine.

Dentro de la perspectiva del liberalismo descubrimos notables autores que son percibidos desde determinadas dogmáticas con sospecha o recelo, debido a la heterodoxia, radicalismo o independencia que se les imputa, a modo de falta. Semejante actitud suele conducir a su fatal olvido o marginación. En espera de mejor suerte, se convierten así en presa fácil del pensamiento único, adicto a apropiarse de todo autor valioso a fin de asimilarlo para la "causa". A esta estirpe pertenece Paine.
Thomas Paine.
En un breve ensayo de 1980, en el que examina algunos tópicos y equívocos que penden sobre el liberalismo, el filósofo norteamericano Murray N. Rothbard advierte de la constante necesidad de clarificar el discurso de las ideas de la libertad, proponiendo para ello "discutir sobre el liberalismo sin fábulas, mitos y malentendidos, y tratar con éste tal y como corresponde: de acuerdo con sus verdaderos méritos y deméritos".
 
Aparte de los lugares comunes y las nebulosas allí referidas por Rothbard, podría añadirse esta otra incidencia: la inclinación de buena parte de la familia liberal (Rothbard puntualiza: "En particular, los conservadores") a recelar de sus espíritus más libres, insubordinados o relapsos, acaso por estimar que dichos individuos se toman "demasiadas libertades" en el pensar y el decir. Esta actitud representa, más que un malentendido, un despropósito mayúsculo y un inmenso error.
 
La escuela socialista (o "progresista"; esto es: el prontuario enemigo de la libertad), a pesar de su inherente sectarismo, no muestra tanto escrúpulo ni reservas sobre el particular. Intelectualmente indigente, y muy menguada en pensamiento propio y original, sobrevive a base de pensamiento unificado y polivalente, pirateado y parasitario, siendo así maestra en hacer pasar galgos por podencos, "tibios" por troyanos y lobos por corderos.
 
Si el socialismo de todos los partidos progresa adecuadamente en todos los sentidos, ello no se debe a su quehacer y producción propia, sino a (la) fuerza de recalificaciones de suelo y fundamento, de expropiaciones y comisiones (obreras) a aquel que tiene y se lo ha ganado honradamente. Si su existencia básica se nutre de impuestos, tasas y tributos sin fin, ¿cómo extrañarse de que la inteligentsia que presuntamente la lidera actúe según dicha pauta, entrando como elefante en la librería y apropiándose, sin permiso del dueño, de los derechos de autor, los derechos humanos y lo que se ponga por delante?
 
Ortega y Gasset.En el pensamiento español, esa labor de zapa y rapacidad intelectual ha tenido como víctima más manifiesta a nuestro mayor filósofo, nada menos que a José Ortega y Gasset, convertido por obra y gracia del pensamiento único triturador en un simple enemigo de sus enemigos, en un "socialista a fuer de liberal"... En este momento, sin embargo, deseo trazar la semblanza de otro autor igualmente abordado por el corsario rojo y tomado como botín de guerra.
 
Thomas Paine (1737-1809) ha pasado a la historia como un personaje controvertido y de discutida afiliación ideológica. Para buena parte de la tradición republicana (en el sentido norteamericano del término), Tom Paine es uno de los héroes de la Independencia y de la Revolución Americana; un luchador por la causa de los Derechos Humanos y la democracia; un alma indómita; un enérgico adversario de la esclavitud, el racismo y la injusticia; un enemigo de la tiranía, el autocratismo y la monarquía. Por todo ello, su nombre suele ser asociado al de los Padres de la Nación. El 4 de julio participa en la Declaración Unánime de los Trece Estados Unidos de América" y, según hace notar Paul Johnson en Estados Unidos. La historia, si bien no interviene directamente en la redacción del célebre documento, el término "Estados Unidos" es con seguridad suyo.
 
En el Reino Unido nunca han acabado de perdonarle su salida de las islas y el establecimiento en suelo americano, en 1774, para allí luchar contra la metrópolis, la monarquía británica. En los Estados Unidos, nación que de manera tan decisiva contribuyó a construir, hay división de opiniones, si bien nadie le niega el vigor y valor de los principios que enarbola.
 
El ensayo del que es autor, Sentido común. Dirigido a los habitantes de América (1776), lo hace célebre. La tirada del folleto alcanza la cifra de 500.000 ejemplares, lo que supone afirmar sin la menor retórica que en aquel tiempo es leído prácticamente por todo el (Nuevo) mundo. No menos popular llega a ser el panfleto titulado La crisis americana, que escribió para enardecer los ánimos de combate de las tropas americanas enfrentadas al poder colonial británico. El general Washington ordenó que el texto fuese distribuido profusamente entre la tropa.
 
Con todo y con ello, a su muerte, el diario The New York Citizen sintetiza la biografía de Paine en estos términos: "Vivió mucho, hizo algún bien y mucho mal". Y para el Times londinense no es más que un "Voltaire inglés".Y los franceses, ¿qué piensan de él?
 
Siempre con apuros económicos, sin oficio ni beneficio, y una vez consumada la Revolución Americana, Paine se traslada a Francia con el propósito de unirse a las fuerzas revolucionarias. Este posicionamiento ante la Revolución Francesa le lleva a enfrentarse a Edmund Burke, de quien le separa, aparte del carácter, el conservadurismo y el tradicionalismo defendidos por el politólogo inglés.
 
A las críticas de Burke al fondo de la toma de la Bastilla Paine replica con el libro Los derechos del hombre, donde afirma que cada edad y cada generación tienen el derecho liberal de elegir su propio destino, un principio éste superior al que representan los "derechos históricos" y su cohorte de servidumbres hereditarias.
 
Mas, personaje controvertido siempre y sin satisfacer nunca a todos al tiempo, Paine cae en desgracia ante los revolucionarios franceses por manifestarse contrario a la ejecución del monarca Luis XVI. Robespierre lo hace detener y es encarcelado. En prisión escribe La Edad de la Razón, obra en la que expone sus ideas sobre el papel de la religión en la sociedad, una exposición que le trae asimismo complicaciones. Deísta y creyente, como Franklin, Jefferson y Washington, Paine es tenido, sin embargo, por un personaje subversivo en materia de religión, e incluso amonestado privada y públicamente por éstos.
 
Pues bien, ¿cómo dudar de la fe en los principios básicos del liberalismo de un personaje que siempre luchó por la libertad y contra la dominación, y que escribe pasajes tan soberbios como éste, con el que da inicio a Sentido común?
 
"Algunos escritores han confundido de tal manera la sociedad con el Gobierno que han hecho escasa o ninguna distinción entre ambos, a pesar de que no sólo son diferentes, sino que tienen orígenes distintos. La sociedad es obra de nuestras necesidades, y el Gobierno de nuestra perversión; la primera promueve nuestra felicidad positivamente al unir nuestras afecciones; el último, negativamente, al refrenar nuestros vicios. Una favorece la cooperación; el otro crea distinciones. La primera es un patrón; el último, un verdugo".
 
Probablemente, junto a la radicalidad de las ideas que sostiene, a Paine siempre le perjudicó el estilo directo, rudo y a veces un tanto feroz, con que las expresaba, aunque sea a dicho estilo que le deba gran parte de la popularidad que disfrutó durante sus años de gloria, en la llamada "Era de Paine" (1780-1802). Está en su naturaleza: Paine escribe sin contemplaciones como lo que es: un enérgico defensor de la democracia liberal, la sociedad civil, la libertad, la igualdad y la propiedad; un enemigo mortal de la monarquía, la tiranía y el Estado. Un burgués radical, pues.
 
Después de todo, debido a su origen plebeyo, hijo de un sencillo cuáquero inglés y una devota madre anglicana, no estaba destinado a ser un gentleman ni un hedonista. Con estos antecedentes no extraña, entonces, que Paine recele de la riqueza y esté persuadido de que simplemente teniendo razón en los postulados pueden vencerse las barreras de la opresión. Idealista y puritano (como buen republicano), desprecia el dinero, llegando incluso, en el terreno personal, a rechazar el beneficio económico que reportaban las numerosas ventas de los escritos que compone. Lo suyo siempre han sido las ideas puras y la acción neta. En este sentido, Paine fue, sin duda, más radical que burgués.
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