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DRAGONES Y MAZMORRAS

Tengamos la guerra en paz

Aunque ya ha caído la estatua de Sadam Hussein, no creo que todavía podamos hacer esa cosa tan fea que el famoso “limpia” de Pulp Fiction decía que tampoco ellos podían hacer hasta que no hubieran acabado la faena.

Y a propósito de esa tan gráfica expresión que mi pudor me impide reproducir literalmente (quienes no hayan visto la película de Quentin Tarantino pensarán que estoy delirando) me gustaría comentar que no fue esa la única salida chocante con la que nos sorprendieron los traductores y que el doblaje de esta película marcó un hito en la historia de la traducción, objeto de más de una ponencia en respetabilísimos congresos universitarios. La novedad consistió en “infratraducir”, es decir, en traducir palabra por palabra las expresiones idiomáticas (ya sean genial invención de un individuo sentencioso, o muestra de la sabiduría ancestral del así llamado pueblo), en vez de “sobretraducir”, es decir, buscar un equivalente en castellano. Esto, que puede parecer pereza o ignorancia, esconde un propósito bien diseñado, que dicen ahora: llevar la originalidad de la lengua de partida a la de llegada, o sea, sorprender, impactar. Y a fe que lo lograron, mucho más que si en vez de mantener esa frase que alude de forma tan directamente bestial al placer carnal masculino, hubieran optado por expresiones como “echar las campanas al vuelo”, “cantar victoria”, “saltar de júbilo” o, “alegrársele a uno las pajarillas”, que no tienen ni la mitad de fuerza expresiva.

Pero bueno, volvamos a nuestras ovejas, y no lo digo gratuitamente sino porque pensaba en todos los que balan en la calle consignas contra una guerra que auguraban interminable. Supongo que también ellos estarán bajo el impacto de ese derribo en efigie con el que se desmoronan sus posibilidades de impedir que tengamos la guerra en paz. Ya hay signos precursores del desaliento: más de uno ha escondido su pegatina de “No a la guerra”, para no “discutir constantemente”, cuando al principio callaban a todos la boca con solo ponérsela. No hace falta haber leído a Levy Strauss para caer en la cuenta de que unos y otros están sometidos a la simplicidad letal del pensamiento primitivo: negro o blanco. Eso para las ovejitas, porque luego hay otros a quienes les mueve las más siniestras intenciones y lo más inquietante es que actúan igual, a través de los tiempos. Christopher Hitchens, un escritor norteamericano que acaba de publicar un libro titulado La victoria de Orwell (traducido recientemente en Emecé) recuerda que a raíz del 11 de septiembre, como respuesta a la postura de cierto número de intelectuales que —según palabras del propio Hitchens— “afectaron una especie de neutralidad entre las víctimas de Nueva York, Pennsylvania y Washington y los fascistas teocráticos de Al-Qaeda y los talibanes”, circuló por la red un extracto del ensayo de Orwell, Notas sobre el nacionalismo, fechada en 1945, realmente oportuno. Lo reproduzco a continuación como ejemplo de la lucidez de ese hombre, de quien por cierto se celebra este año el primer centenario de su nacimiento:

La mayoría de los pacifistas o bien pertenecen a oscuras sectas religiosas o son, sencillamente, humanitarios que se oponen a que se tomen vidas y prefieren no seguir elaborando sus ideas más allá de ese punto. Pero hay una minoría de pacifistas intelectuales, cuyos verdaderos aunque no reconocidos motivos parecen ser el odio a la democracia occidental y una admiración por el totalitarismo. Por lo general la propaganda pacifista se reduce a decir que un lado es igual de malo que el otro, pero si uno examina en detalle los escritos de los pacifistas intelectuales más jóvenes, se encuentra que de ninguna manera expresan una desaprobación imparcial sino que están dirigidos casi en su totalidad contra Gran Bretaña y Estados Unidos…”. Esa “minoría de pacifistas intelectuales” es ahora, en España, mayoría y no son ni mucho menos tan jóvenes, pues nacieron más o menos cuando Orwell-Casandra escribía estas líneas y, a sabiendas de que mentían, han estado apoyando durante su ya larga existencia los peores crímenes contra la humanidad.

Y hablando de la red, he recibido una especie de catecismo del buen pacifista, enviado originariamente por la Asociación de Directores de Escena de España. Las preguntas y respuestas no tienen desperdicio, pues están impregnadas del sectarismo y la mala fe que caracterizan a ese tipo de adoctrinamiento. Para muestra, un botón, y quien esté interesado por la totalidad puede dirigirse al remitente del mensaje (asociación@adeteatro.com):

1. ¿Qué porcentaje de la población de USA es de la población mundial?
Respuesta: 6%
2. ¿Cuál es el porcentaje de poder económico de USA en la riqueza mundial?
Respuesta: 50%
3. ¿Qué país tiene mayores reservas de petróleo en el mundo?
Respuesta: Arabia Saudita
4. ¿Qué país tiene las segundas reservas de petróleo del mundo?
Respuesta: Irak

Y así hasta 34. Ciñéndome al aspecto económico yo sugeriría unas cuantas que se les han olvidado tal vez porque ponen en tela de juicio la neutralidad y la pureza de algunos de los partidarios de la supuesta legalidad internacional:

35: ¿Qué países se oponen a esta guerra?
Respuesta: Rusia, Francia y China
36: ¿Quién ha invertido más dinero en Irak durante el embargo decretado por las Naciones Unidas?
Respuesta: Rusia, Francia y China
37: ¿Quién ha vendido más armas a Irak durante el citado embargo?
Respuesta: Rusia, Francia y China, por valor de 13.000 millones de dólares
38: ¿A quién debe más dinero Irak?
Respuesta: a Rusia, por valor de 8.000 millones de dólares
39. ¿Quién a invertido más en negocios petrolíferos en Irak?
Respuesta: Rusia: 43.000 millones de dólares
Y 40 (para no alargarme): ¿Qué empresas, y de qué nacionalidad, tienen la colonia de técnicos y trabajadores más importante de Irak?
Respuesta: Empresas rusas y empresas (estatales) francesas.

Como dicen ellos en su catecismo: “Piense en las informaciones que acaba de leer”. No, decididamente, nunca me gustaron los catecismos.


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