Menú
FIGURAS DE PAPEL

Stalin el temible

Este es un libro es impresionante. Y nos demuestra que lo imposible es real. Lo escribió el escritor inglés Martin Amis, y su título es Koba el Temible. Naturalmente, para ello debió leer una lista vastísima de obras variadas y documentos singulares, y luego recordar a numerosos intelectuales (su padre, el novelista Kingsley Amis, entre ellos, quien terminaría sus días siendo partidario de Margaret Thatcher) que, aunque parezca aún mentira, entonces miraban para otro lado o bien aplaudían al demoníaco Stalin.

Así, llega a preguntarse Martin Amis: ¿por qué no admitían lo mismo del nazismo? Luego, compara, apelando a citas de los más diversos expertos, las cifras de muertos en uno y otro lado. Es horrible. Dice, por ejemplo: "El canibalismo (y hay fotos en el libro) era una práctica extendida y en general se castigaba. A fines de los años treinta había aún 325 antropófagos de Ucrania cumpliendo cadena perpetua en campos de trabajo bálticos".
 
Los intelectuales ingleses, según Amis, no podían desconocer el decreto de Stalin del 7 de abril de 1935, por el cual a los niños mayores de doce años podía aplicárseles la pena de muerte. La ley se publicó en la primera página del Pravda y causó consternación en el mundo. Comenta esta diferencia: "el hambre leninista en 1921/1922 (unos 5 millones de muertos) no fue al principio un acto terrorista", mientras que el hambre estalinista de 1933 fue reconocida como tal.
 
Lenin legó a sus sucesores un Estado político, señala Martin Amis, que marchaba a toda máquina: la independencia de la prensa desapareció a los pocos días del golpe de Estado de octubre, en noviembre se revisó el código penal (aparece la figura de "enemigo del pueblo") y la policía política estaba lista en diciembre. Se abrieron los campos de concentración en 1918 y los hospitales psiquiátricos como centros de reclusión. Luego llegó el terror.
 
Veamos otros ejemplos. Stalin escribió a Gorki que "los intelectuales se creen el cerebro de la nación. No son el cerebro de la nada". Stalin personalmente observó de cerca a novelistas y poetas, aunque, en algunos casos, titubeó. No ocurrió lo mismo con otros; fusiló a Babel, destruyó a Mandelmstan, fue el responsable del sufrimiento de Anna Ajmátova, sometió a Gorki a un destino extraño, soportó a Pasternak y le dio la libertad a Zamiatin.
 
En la Primera Guerra Mundial es estima que murieron, contando las bajas de todos los países beligerantes, unos 7.800.000 personas. En el caso ruso fueron un millón más doce millones de civiles; y según Richard Pipes llegó a 23 millones de muertos.
 
Martin Amis muestra cómo se fue trasladando el pasado al presente, y de qué manera el terror desatado (que llegó incluso al mundo de los sueños), terminó en una crueldad ilimitada y la insensibilidad ante el dolor ajeno. ¿Por qué? El libro, como toda obra testimonial, está lleno de preguntas sobre la injusticia, la crueldad, la impunidad, la condición humana y el comportamiento de las masas. Preguntas dolorosas que conmocionan tanto como la lectura de este impresionante libro sobre Koba, el terrible.
 
Martin Amis, Koba el Terrible, Anagrama, 200
0
comentarios