Menú

El peor día en la historia de EEUU

El 11 de septiembre de 2001 me despertó en casa una llamada telefónica desde España. Por entonces yo vivía solo y eran poco después de las seis de la mañana aquí en Arizona, las nueve en Nueva York y las tres de la tarde en Madrid. Del otro lado del teléfono me preguntaban qué había pasado. Me bastó poner el televisor y ver en directo el segundo avión en el momento del impacto. Me quedé ahí sentado, sin poder responder, pendiente de todas las imágenes e informaciones que iban llegando.

Aquel día era martes y tuve que ir a la universidad a dar mis clases. Al entrar en el aula vi el rostro serio de mis alumnos, incrédulos todos ante lo ocurrido y necesitados de alguna explicación. Lo primero que les dije fue que me parecía que estábamos viviendo el peor día de la historia de EEUU, y que desde ese momento deberíamos acostumbrarnos a vivir con la permanente amenaza del terrorismo. Les hablé de España y el terrorismo en su contexto; de países como Colombia, secuestrado por los sicarios de la extorsión terrorista, y también de Israel, siempre acosado por el terror de sus vecinos enemigos de la libertad. Eran casos distintos pero unidos todos por el chantaje del terror. Me miraban desangelados y no quise decir nada más.

Confieso que me fue difícil aquel martes seguir el plan del curso y comentar en clase la obra asignada de antemano para ese día, que no era otra que el San Manuel Bueno, mártir de Miguel de Unamuno.

En verdad, no necesitábamos al párroco de Valverde de Lucerna, porque para mártires ya teníamos los tres mil muertos de aquella mañana. Diez años después, no dejo de pensar cada día en esa fecha, y comparo el país que conocí a mi llegada, en 1988, al final del mandato de Ronald Reagan, y el que he visto desarrollarse desde entonces, bajo Bush padre, Clinton, Bush hijo y ahora Obama. No es que mi vida, en el plano personal, haya cambiado para mal. Más bien es al contrario: he mejorado en todos los ámbitos y veo a mis dos hijos, nacidos en 2009 y 2010, crecer con alegría y salud. Sin embargo, en el plano social e ideológico siempre he tenido la sensación de que el 11-S constituyó el primer gran intento de acabar no sólo con EEUU, sino con los valores y principios de Occidente, es decir, los de las tradiciones liberal y judeocristiana. Desde aquella mañana creo que la mayoría hemos aprendido a valorar más la importancia de la libertad.

Estos días se escribirá mucho sobre el 11-S. Habrá quien mire ese ataque terrorista bajo el prisma del tan contraproducente relativismo multicultural, donde se disipan las fronteras entre el bien y el mal. El antiamericanismo de turno seguirá pregonando la injusticia imperial de EEUU, su condición capitalista, racista, sexista, homófoba... Pero la realidad es que, pese a la amenaza terrorista, EEUU sigue teniendo unos fundamentos ideológicos que le hacen ser la nación más libre del planeta. Las necesarias medidas tomadas por la administración Bush-Cheney en el ámbito de la defensa y la seguridad nacional dieron réplica al peligro terrorista. Gracias a ellas, el cerebro del 11-S, Khalid Sheikh Mohammed, está preso, y mediante informaciones obtenidas en Guantánamo y otras prisiones para terroristas la administración Obama pudo acabar hace unos meses con Ben Laden.

Siempre he creído que los islamoestalinistas seguirán intentando acabar con nuestra libertad, y es por ello por lo que me preocupa especialmente el paulatino olvido de aquel día, no tanto en lo relacionado con la recordación de la fecha como con lo que hay que hacer para combatir el terror y lo que se nos viene encima.

EEUU es un país con la memoria bastante corta. Un mes después de los ataques del 11-S, y según una encuesta de Gallup, el 46% de los norteamericanos veía el terrorismo como el gran problema nacional. Cinco años después, el porcentaje se redujo al 11%, y el año pasado se quedó en un ínfimo 1%. Ahora, a un año de las presidenciales de 2012, la economía y el desempleo son la preocupación principal, y pocos norteamericanos sienten, a mi juicio erradamente, que el terrorismo sea aún una seria amenaza.

Finalmente, veo con preocupación las acciones de la actual administración respecto al procesamiento de detenidos. Veo con incredulidad que, en su comunicado oficial a los medios sobre este 11-S, el presidente Obama menciona a varios países amenazados por el terrorismo... entre los que no se encuentra Israel, el mayor objetivo terrorista del mundo. Veo con sorpresa lo que la alcaldía de Nueva York hace con los actos del 11-S y con la llamada Zona Cero, así como con la proyectada mezquita, a la que me vengo oponiendo desde el primer momento. Se ha hecho ahora público que dicho proyecto, ahora denominado Park 51, ha pedido 5 millones de dólares de fondos públicos a la ciudad de Nueva York, y que ésta va a tomar el pedido en consideración.

No basta con recordar el 11-S con actos anuales, juegos de luz y color, discursos y solemnidades. Todo eso está muy bien, pero el 11-S hay que recordarlo cada día, con hechos y acciones políticas reales, con decididas acciones en materia de seguridad y antiterrorismo, en defensa de la libertad y contra la tiranía. Sobre esos principios de hacer frente a la tiranía se fundó esta nación. Olvidar un solo día la masacre del 11-S es abrir la puerta a otro ataque terrorista, incluso de mayores dimensiones.

No quiero volver a recibir una llamada desde España como la de aquella espantosa mañana.

0
comentarios