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LA LUCHA POR LA LIBERTAD

Slumdog Millionaire y los emprendedores

En plena crisis internacional, cuando tantos sostienen que solamente el Estado puede salvar al mundo de la hecatombe producida por la búsqueda de ganancias y mientras avanza el intervencionismo, se nacionalizan bancos y se subsidia a los fabricantes de automóviles, un fuerte mensaje en sentido opuesto nos llega, sorpresivamente, del cine.

En plena crisis internacional, cuando tantos sostienen que solamente el Estado puede salvar al mundo de la hecatombe producida por la búsqueda de ganancias y mientras avanza el intervencionismo, se nacionalizan bancos y se subsidia a los fabricantes de automóviles, un fuerte mensaje en sentido opuesto nos llega, sorpresivamente, del cine.
El mensaje proviene de Bollywood, la industria cinematográfica de la India, país donde la pobreza es cosa seria, y no de Hollywood, donde abunda la riqueza, lo mismo que las ideas de que hay que redistribuir el dinero de los demás.

Slumdog Millionaire, que ganó el Oscar a la mejor película, es un canto al espíritu emprendedor del capitalismo. La descripción de la vida de Jamal Malik, apodado Slumdog (perro callejero), nos muestra la pobreza de un suburbio de Bombay, donde la miseria y la violencia son el pan de cada día de tres niños que tienen que aprender a sobrevivir por sus propios medios.

Luego de décadas de discurso socialista, el Estado benefactor indio no se deja ver por ninguna parte. Al contrario, aparece en forma de policías torturadores encargados de averiguar qué trampas hace Jamil en el concurso de preguntas y respuestas.

Con basura y falta de higiene por doquier, Jamil no se queja de su situación ni reclama derecho colectivo o social alguno para disponder de todo lo que le hace falta. Sabe que debe salir del fondo por sus propios medios. Algunas veces utiliza métodos incorrectos, pero –a diferencia de su hermano– trata de salir adelante por medios honestos. Y no es el resultado final del concurso lo que le saca de la miseria: ya había sido capaz de conseguir un trabajo formal y honesto.

No hay piquetes, reclamos ni envidias; sólo esfuerzo personal para sobrevivir y progresar. Jamal tiene el espíritu de los emprendedores, el espíritu de quienes buscan avanzar sin que les importen los obstáculos. Normalmente llamamos "empresario" a alguien que ya tiene recursos propios y es dueño de una empresa de cierta magnitud, pero el espíritu de empresa puede estar presente en cualquiera, tenga o no recursos materiales.

Son emprendedores quienes no esperan que les solucionen sus problemas; en vez de eso, tratan de resolverlos por sí mismos. No necesitan del padrinazgo de un dirigente político, sino que les quiten las barreras que les impiden ascender.

Recientemente, la revista The Economist informaba de que desde 1990 unos 1.200 millones de personas han superado la línea de la pobreza. De ellas, 617 millones viven en China y 117 millones en la India. En ambos países el avance se produjo luego de que se liberara la economía, lo que permitió que floreciera el espíritu emprendedor de la gente. El espíritu del perro callejero de la película.


© AIPE

MARTÍN KRAUSE, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados (Argentina).
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