Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Perogrulladas

Charlando con un buen y sabio amigo de los asuntos del mundo y de la guerra contra el terrorismo islámico, éste opinó que había que evitar enfrentarse brutalmente con todo el mundo arabomusulmán, que era necesario lograr dividirle. Debía de considerar que yo era demasiado tajante, o algo así, y repliqué con una boutade: “¡Eso ya lo sabía Julio César!”

Charlando con un buen y sabio amigo de los asuntos del mundo y de la guerra contra el terrorismo islámico, éste opinó que había que evitar enfrentarse brutalmente con todo el mundo arabomusulmán, que era necesario lograr dividirle. Debía de considerar que yo era demasiado tajante, o algo así, y repliqué con una boutade: “¡Eso ya lo sabía Julio César!”
El cartel que porta este sujeto dice: El Islam dominará el mundo.
Volviendo, muy de paso, a esa conversación de sobremesa, hoy me digo que, más que intentar dividirles, de lo que se trata es de intentar aprovecharse de sus divisiones, porque si algo resulta evidente en este mundo arabomusulmán es que está profundamente dividido, y eso desde siempre. Sus guerras de religión, sus “guerras santas”, nunca se limitaron a la lucha contra los infieles, cristianos o no: se degollaron entre musulmanes con igual entusiasmo.
 
Pero hablemos de la situación presente: si las dos corrientes musulmanas más conocidas, o al menos más citadas en la prensa, son la chií y la suní, los matices, variaciones, sectas o capillas son mucho más numerosas. Pero esto no impide a los chiítas y a los sunitas masacrarse alegremente en Irak, por ejemplo. Hay chiítas en el Gobierno provisional iraquí, que intenta organizar las elecciones y avanzar hacia algo que sea lo más parecido posible a una democracia; y hay chiítas en los grupos terroristas que luchan contra las tropas aliadas, desde luego, pero también contra los sunitas. Y éstos, minoritarios en Irak, hacen más o menos lo mismo: la guerra a los “invasores” y el asesinato de imanes chiítas.
 
Por todas partes ocurre algo parecido: en Arabia Saudí, donde el Islam es religión de Estado, hay grupos que consideran que las autoridades han traicionado al Islam y cometen atentados terroristas contra intereses y personas saudíes. Ben Laden, saudí, no cesa de exigir la “guerra santa” contra la decadente, corrupta y traicionera monarquía saudí. Lo mismo ocurre en otros países musulmanes, como Turquía, Pakistán, Indonesia, etcétera, porque en todos esos países “sometidos a Dios” (porque eso quiere decir “Islam”, por lo visto) hay núcleos que se someten más, como los talibanes en Afganistán, Al Qaida en todas partes, el FIS en Argelia, etcétera.
 
Todo esto es archisabido. Los gobiernos occidentales lo tienen, más o menos, en cuenta; sobre todo el más odiado, odiado tanto por los islamistas como por la socialdemocracia europea, por amplios sectores de la derecha y por muchos más, o sea, el Gobierno de los USA y su presidente Bush. Que cometan errores, que sufran derrotas, desde luego, pero la Casa Blanca no considera en absoluto que ese dichoso mundo arabomusulmán constituya un bloque firmemente unido, sin contradicciones y conflictos.
 
Enfrente, en el campo de nuestros enemigos, si existen matices en su odio a Occidente, si algunos compaginan las negociaciones diplomáticas y comerciales con el terrorismo, si también intentan dividir Occidente –que ya lo está-, hay algo que sí les une a todos, islamistas moderados o radicales, sunitas, chiitas y “laicos”; y ese algo es su fanático  antisemitismo y su odio absoluto a Israel. Por ello, la defensa de Israel constituye uno de los puntales de la defensa de la democracia.
 
Ante esta situación, resumida a vuelapluma, lo peor que se puede hacer es lo que muchos hacen, y concretamente en Europa: lanzar al viento los ridículos sofismas de la “alianza de civilizaciones”, que no pasa de ser una manera como otra cualquiera de bajarse los pantalones, y por otra parte considerar el terrorismo –ya que no pueden negar su existencia, ante la multiplicación de los atentados- algo así como el tráfico de drogas, el “gran banditismo” y el consiguiente blanqueamiento de dinero, lo cual no sólo es imbécil, sino suicida.
 
Y es lo que ocurre concretamente en España –y no sólo en España-, donde los servicios de lucha antiterrorista son los mismos que los dedicados al tráfico de drogas y demás delincuencias comunes. ¡Como si Ben Laden fuera un Pablo Escobar con barba! Aparte del hecho incuestionable de que las drogas son más placenteras e infinitamente menos peligrosas que el Islam radical, desde Julio César también se sabe que para vencer es necesario conocer. Y pese a sus conflictos, sus contradictorias ambiciones de poder y de conquistas, el Islam pretende ser una concepción del mundo, total, arcaica y ultrarreaccionaria pero global, y yo diría totalitaria. Por ello, hay que responderle globalmente, y no cegarse en consideraciones que equiparan a sus terroristas con bandoleros particularmente sangrientos.
 
Si la habilidad diplomática, las intervenciones militares, policiales, los servicios de inteligencia, todos los aspectos necesarios a la prevención y a la réplica, a veces armada, son necesarios, tanto o más necesaria es la batalla de ideas, la batalla ideológica, filosófica, política, que pese a su multitud de facetas puede resumirse afirmando que se trata de la defensa a ultranza de la democracia, de los principios de la libertad y la tolerancia, los principios de igualdad –y particularmente, en este caso, entre mujeres y hombres–, la soberanía de los individuos.
 
Y ya que la religión se mete por todas partes en los conflictos actuales, tolerancia significa el respeto de todas las religiones, sin que ninguna domine las demás (como ocurre en Turquía), y no es tolerancia, sino cobardía, regalar sables a los verdugos para que decapiten a los infieles. Pero constatamos con furor que, por ambición de poder, hay gobiernos, concretamente en Europa, que traicionan sin remilgos la indispensable solidaridad democrática internacional para intentar aliarse con el bárbaro y rico Islam contra los democráticos Estados Unidos. Y a ese aquelarre lo califican “alianza de civilizaciones”. Si el mundo arabomusulmán está dividido, Occidente más.
 
Pero basta de soltar perogrulladas. Que lo pasen bi
0
comentarios