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LA POLÍTICA A PESAR DE TODO

Pasar página

La presión política y mediática —los cantos de sirena, como los he denominado aquí— emprendida por quienes buscan la anulación efectiva del PP y su domesticación, no cesa. Gran parte de lo apetecido con ella ha sido logrado durante la celebración de su XV Congreso. Ahora tratan de rematar la faena y de no dejar cabos sueltos.

La presión política y mediática —los cantos de sirena, como los he denominado aquí— emprendida por quienes buscan la anulación efectiva del PP y su domesticación, no cesa. Gran parte de lo apetecido con ella ha sido logrado durante la celebración de su XV Congreso. Ahora tratan de rematar la faena y de no dejar cabos sueltos.
Lo ha advertido con suma perspicacia Carlos Rodríguez Braun en un breve artículo publicado durante el cónclave popular ("En busca del centro", ABC, 2/10/2004): el PSOE y sus medios han lanzado una sutil estrategia de persuasión, un cebo, al Partido Popular y a la espiritual y virtual galaxia mediática que le acompaña en el sentimiento para que emprenda la "recuperación del centro". Y, de paso, que abandone la vía del radicalismo y la confrontación, en la que, supuestamente, transita desde las últimas etapas del Gobierno de Aznar, la cual, presuntamente, le ha mandado a la oposición y a dormir al raso: "Del enemigo, el consejo".
 
¿Qué debe hacer el Partido Popular tras la clausura de su congreso? Habla la voz del amo: "Sería sensato que el nuevo líder del PP pasara página y mirara al futuro. Si no lo hace, como le recomienda Aznar, so capa de oposición firme y de no dar respiro al contrario, las cosas pueden pintar muy mal para el PP y encontrarse con que desaloja el centro sociológico, exactamente lo que quieren evitar personalidades destacadas como Ruiz-Gallardón o Piqué." (El País, 5 de octubre de 2004). Pasar página, pues. Borrón y cuenta nueva. Renovarse o morir. Aquí no ha pasado nada. No hay que mirar atrás sino hacia el futuro. Todo el abanico de tópicos y divinas palabras se despliega al efecto a fin de sugestionar a los populares de que, en el fondo, estaban equivocados y que si no aprenden de los errores y hacen penitencia, no podrán recobrar el ánimo y el despacho ministerial. La admonición hechicera está calando como una lluvia fina y empapando las Redacciones de los medios, no sólo los abiertamente hostiles, sino también los aparentemente próximos o, cuando menos, no declaradamente adversos (o no tanto como el resto). Repárese si no en la reciente línea editorial de los diarios ABC y El Mundo, y en la mayoría de las opiniones que en ellos puede leerse. A mal rey, peor consejero.
 
Dos asuntos son en este sentido emblemáticos: la postura del PP en la comisión del 11-M y su política exterior. Para unos, mientras ese debate siga abierto y marcando la agenda política nacional, las expectativas electorales del Partido Popular quedarán frustradas al perpetuar la actual correlación de fuerzas. Tras el 11-S, una divisa unió a los norteamericanos demostrando con ello que no estaban dispuestos a dejarse intimidar ni derrotar; hoy, sigue custodiando la "zona cero": we will never forget. Nunca olvidaremos. En España, en cambio, crece, en el Gobierno y en la oposición, la consigna de no hurgar en la herida abierta del 11-M, pues el tiempo lo cura todo. Para los otros, es preciso acabar con el "tufillo continuista" de la perspectiva atlantista y aliada de EE UU desplegada por los populares, auspiciando, como alternativa, un pacto sobre política exterior con el PSOE para acercar posiciones y fundir en negro la foto de las Azores. A Rajoy le entusiasma la idea.
 
Es interesante percatarse de un hecho notable: para muchos opinantes decididamente críticos con el socialismo y la izquierda, y, al mismo tiempo, no militantemente antagonistas de los populares, las afinidades mostradas para con éstos suelen tener un límite, la guerra de Irak, y un nombre propio que enciende la reprobación y aun la indignación: José María Aznar. Ante la simple mención o mera presencia del dirigente popular, las prevenciones se disparan, y los distanciamientos hacia su persona y, sobre todo, hacia su política —las "polémicas" decisiones que tomó, el carácter y el temperamento que le dominan, el sentido y la sensibilidad que le caracterizan, etc.— se hacen claramente manifiestos.
 
Quien quiera apreciar en esta actitud una muestra de juicio y predilección sobre personas y personalidades, está, a mi parecer, en un error. La persecución obsesiva de Aznar, su descalificación y desautorización encarnizadas, su deslegitimación política, arrastran una maquinación que va más allá del debate sobre la obra política de un ex presidente del Gobierno; comporta una trampa astuta en la que han caído muchas personas del entorno de Génova y de la Galaxia Gutenberg todavía libre de la nómina y disciplina de Polanco y Producciones Rubalcaba S. L. La tramoya urdida contiene un mensaje envenenado, sagazmente enmascarado: "algo hemos debido hacer mal". Ese "algo" significa, por ejemplo, que Aznar erró al no convocar un "gabinete de unidad nacional" como reacción a los atentados del 11-M (hoy sabemos que la oposición de entonces ocultó datos al Gobierno, mientras trabajaba para rematarlo) o que no se ha estado suficientemente atento al sentir de la "ciudadanía" ni al dictado de la opinión pública. Masculla que el PP de antes falló en buena parte de su política: la bicha innombrable, inconfesable, sigue siendo Irak y la guerra antiterrorista declarada al islamismo integrista. Sugiere, en suma, que hay que apuntarse a la democracia directa y plebiscitaria, salir a la calle y manifestarse más, buscar acuerdos y dialogar sin restricciones. O sea, como el PSOE manda.
 
Mariano Rajoy y la nueva ejecutiva del PP no son insensibles a estos encantamientos, cuyo inmediato correlato acaso no adviertan del todo. Es éste: si pasan página, entonces admiten implícitamente que la izquierda y el frente contra la guerra tenían razón, que no exageraban, cuando acusaban al Gobierno del PP de todo lo peor. ¿Y qué? "Que digan de nosotros lo que quieran, pues cada uno es como es…". Cuidado con esta cachaza, que emulando el "buenismo" y el talante de ZP, el PP no se hará respetar: "porque un hombre que quiere hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos que no lo son" (Maquiavelo).
 
¿Pasar página? Como sabe toda persona habituada a hojear libros y contratos, sólo es prudente pasar página después de haber leído, comprendido y asimilado la previa, sin dejar de atender en ningún momento a la letra pequeña y las notas al pie, las cuales, por cierto, contienen a veces los pasajes más sustanciosos.
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