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DESARROLLO

Norman Borlaug, un verdadero verde

El pasado día 17 Norman Borlaug recibió la Medalla de Oro del Congreso, la más alta condecoración conferida a un civil en los Estados Unidos. Conocido como el padre de la Revolución Verde, en 1970 fue galardonado con el Nobel de la Paz. Asimismo, ha sido investido doctor honoris causa por más de 30 universidades. Su lucha contra la malnutrición ha contribuido a salvar mil millones de vidas. Todo un hito. Sin parangón.

El pasado día 17 Norman Borlaug recibió la Medalla de Oro del Congreso, la más alta condecoración conferida a un civil en los Estados Unidos. Conocido como el padre de la Revolución Verde, en 1970 fue galardonado con el Nobel de la Paz. Asimismo, ha sido investido doctor honoris causa por más de 30 universidades. Su lucha contra la malnutrición ha contribuido a salvar mil millones de vidas. Todo un hito. Sin parangón.
Norman Borlaug.
En 1944 Borlaug se trasladó a México, donde una epidemia del hongo roya estaba destruyendo las cosechas de trigo y, por lo tanto, sembrando el hambre y la miseria entre la población. A lo largo de los siguientes 19 años, Borlaug, al frente de un programa patrocinado por la Fundación Rockefeller, se dedicó a desarrollar nuevas variedades de cereales resistentes a los insectos y las enfermedades. El objetivo era conseguir, con la ayuda de los fertilizantes y de unas condiciones apropiadas de riego, doblar el volumen de las cosechas. Hoy, la ciudad de Obregón, en el estado mexicano de Sonora, tiene una calle que lleva el nombre del doctor Borlaug, que asimismo figura en un mural histórico de la localidad.
 
A lo largo de las tres décadas siguientes, Borlaug aplicó sus conocimientos y experiencias a la mejora de la productividad cerealística en la India y Pakistán, y de la arrocera en Indonesia, China y Filipinas. Los programas instrumentados por Borlaug lograron aumentar las cosechas de trigo en Pakistán desde los 4,6 millones de toneladas de 1965 a los 8,4 de 1970, y de 12,3 a 20 millones de toneladas en la India (en el mismo lapso de tiempo). Posteriormente, esta verdadera revolución verde se extendió a China.
 
El propio doctor Borlaug, que cuenta 93 años en la actualidad, nos explica el alcance de sus logros: "La biotecnología ayuda a los agricultores a producir más en una extensión de tierra menor. Éste es un gran logro medioambiental. Por ejemplo, la producción mundial de grano en 1950 fue de 692 millones de toneladas. Cuarenta años más tarde, los agricultores del mundo, utilizando más o menos la misma superficie, cosecharon 1.900 millones de toneladas, lo que representa un incremento del 170%. En 1999 hubiéramos requerido 1.800 millones de hectáreas adicionales con los procedimientos que se utilizaban en 1950... La tecnología nos permite reducir nuestro impacto sobre el suelo, la biodiversidad, la vida salvaje, los bosques y los pastizales naturales".
 
A partir de 1985, Borlaug se dedicó a desarrollar cultivos en 12 países africanos. Trabajaba con campesinos que sembraban pequeños lotes de una o dos hectáreas. Nuestro hombre rechaza la idea de utilizar estiércol en vez de fertilizantes químicos porque para obtener la cantidad necesaria del mismo se necesitarían 8.000 millones de cabezas adicionales de ganado. "¿Producimos para que coman las vacas o las personas?", se pregunta.
 
Los activistas verdes rechazan toda modificación genética en la agricultura ("alimentos Frankenstein", los llaman), y rehúsan ver sus grandes ventajas medioambientales. Lograron que la Fundación Rockefeller y la Fundación Ford dejaran de financiar las investigaciones del Dr. Borlaug. Quizás ése fue el castigo que había de recibir por desenmascarar a quienes se dedican a propagar miedos apocalípticos. Hoy es Al Gore; en 1968, Paul Ehrlich, que por entonces predecía que, para 1999, el hambre reduciría la población de Estados Unidos a 22 millones y que, durante las décadas de los 70 y los 80, cientos de millones de personas morirían de hambre en todo el mundo...
 
 
© AIPE
 
CARLOS BALL, director de la agencia AIPE y académico asociado del Cato Institute.
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