Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

¡Malditos políticos!

No me da la realísima gana de hablar de política, estoy harto, hasta la coronilla, asqueado y depre. Tampoco me hablen ustedes de política, no puedo más, basta. No sé si esta resaca me va a durar una semana o un año, pero éste es mi estado de desánimo actual.

No hablaré pues del asalto al teatro de Moscú, ni de la guerra chechena. ¿Tienen derecho a su independencia? ¿Forman parte, los insurrectos, de la red internacional de terrorismo islámico que ataca por doquier, que mata por doquier? Dejémoslo, por ahora. No voy a hablar de Irak, ni de su tirano que tanto le gusta a Chirac, como a Carrillo. No voy a hablar del triunfo de Da Silva, que se pasea por el mundo con el femenino apodo de Lula, en las últimas elecciones brasileñas, ni siquiera intentaré analizar por qué la prensa progre europea que le jaleaba durante la campaña parece de pronto asustada por su victoria, como si temieran por sus intereses económicos en Brasil, que son muchos, preguntándose si ese tornero va a ser capaz de hacer fructificar sus inversiones.

Porque una cosa es ir a Puerto Alegre a bailar sambas con viudas asimismo alegres, y otra muy diferente y mucho más seria son los dividendos, acciones, chalés en la costa, cenas con estrellas y buena vida. La peculiaridad contemporánea, su hipócrita esquizofrenia, es que todos los medios y muchos políticos progres, venden anticapitalismo, o capitalismo encorsetado por el Estado, con indudable éxito, y se forran con esa demagogia, y pueden, de puertas adentro, en sus empresas como en sus hogares, ser tan capitalistas como Rockefeller (o Polanco), mientras muchos de nosotros, que defendemos el capitalismo popular y liberal, somos proletarios intelectuales, que sólo vendemos nuestra "fuerza de trabajo" porque es lo único que tenemos.

Pero tampoco hablaré de eso, ni de las guerrillas narcocomunistas de Colombia, ni de la enfermedad senil del peronismo en Argentina, ni siquiera del rompecabezas de la construcción europea. Es posible que me recupere, que de aquí a un par de días salga a la calle, compre periódicos, y como siempre, me indigne ante el violento antisemtisimo de izquierdas, y tenga ganas, de nuevo, de defender a Israel. Para otra vez será, y además, menos mal, Israel no me necesita para sobrevivir, pese a todo.

No creáis que esta morriña, o saudade, proviene de íntimos y graves problemas personales, no. En este sentido, las cosas van igual de mal que siempre, gracias. Es mucho más sencillo, mi asco existencial, mi náusea, proviene de la lectura de El País. Ya sé que es una tontería, la lectura de ese arquetipo de la hipocresía progre produce irisepela desde que existe, pero estos días han alcanzado cumbres olímpicas con motivo del 20º aniversario de la victoria del PSOE, en 1982, y con la entronización de "Zapa" como candidato al eterno orgasmo socialista han demostrado un lamezapaterismo, una capacidad de mentir, una gigantesca voluntad de lavado de cerebros, que ningún "diario independiente de la mañana" ha conseguido en el mundo. No lo he leído todo, había demasiado, y precisamente por su lectura me dio la depre, el asco a la política, a la prensa, a todo el mundanal ruido, y serias ganas de aislarme más aún, de limitarme a la placentera y pacífica actividad de la butaca, la lámpara y el libro, y que se vayan a freír espárragos la política, los políticos y su prensa.

Lo que leí basta. Felipe González declara, tan tranquilo: "soy Dios, he creado España". Y Solana, que nunca dio pie con bola: "El PSOE ha terminado con la mediocridad dictatorial". Y el Rey el 23-F, ¿qué? Y Suárez ¿qué? Y los españoles ¿qué? Y no hablemos de los habituales plumíferos de ese "diario independiente", que jamás expresan opiniones personales, cuando por milagro las tienen, sólo lo que conviene a la reconquista del poder y, de paso, a sus cuentas corrientes, esos mercenarios del ordenador, que fingen hacer preguntas atrevidas: ¿Los GAL? Resulta que ahora se nos critica por haber luchado contra ETA, dice el hombre "que se enteró por la prensa", el principal culpable de los asesinatos que tanto favorecieron políticamente a ETA, protegido –¿hasta cuando?– por misteriosos poderes.

¿La corrupción? En todas las familias hay algún corrupto. Será en la suya, señor ex presidente, porque Filesa, las estafas urbanísticas de UGT, todo ese dinero sucio, todos esos nuevos ricos al compás de un aumento vertiginoso del paro, todo eso y mucho más, se presenta ahora, salpicado de perejil, en bandeja de plata, y se califica a España de nueva, limpia y moderna gracias al PSOE y a Felipe González. Teniendo en cuenta la influencia de El País, hasta es posible que alguien se lo crea. Más motivos de asco. Intento consolarme pensando en Lionel Jospin, a quien toda la izquierda, y bastantes más, consideraban como el vencedor indiscutible en las últimas presidenciales francesas y se ha visto su absoluta derrota.

Pensé, en los abismos de mi resaca política, que era curioso ver como el Presidente Nixon se ve mundialmente condenado por un caso tan nimio como el Watergate, cuando ese tipo de espionaje político y personal es tan frecuente en España. En cambio, González, culpable de los asesinatos del GAL y de más corrupción de la que España había conocido hasta entonces, puede no sólo en España sino en el mundo entero, salvo tal vez en Macao, ser considerado como un chaval progre, honesto y sincero, no muy inteligente, desde luego, pero de buen ver, cuando es un mafioso. Los plumíferos de El País y los idiotas del PSOE, y muchos más, desgraciadamente, se dirán: ¿Cómo puede defender a Nixon, sin hablar de la guerra de Vietnam? Pues resulta que fue Nixon, precisamente, quien la terminó. Mal, desde luego, como todos los presidentes norteamericanos, empezando por Kennedy, la hicieron asimismo mal. Además, pese a sus sangrientos errores y a la estúpida mala conciencia yanqui, fue una guerra necesaria que frenó el expansionismo totalitario y que, a fin de cuentas, las vueltas que da la vida, constituye, lo estamos viendo, el triunfo a posteriori del capitalismo.

Pero bueno, no quiero hablar de política, la política me desgarra, me aburre, y me espanta ¿Será verdad que Zapatero, cada vez más parecido a Donald Duck, tenga la posibilidad de ganar las elecciones en 2004? ¡Menudo aquelarre! Claro que si eso ocurre no será únicamente por sus ojos bonitos, sino también por los errores del Gobierno Aznar. Pero no voy a hablar de política, ni de la sucesión, ni siquiera de Piqué, y ni una palabra de la vergüenza nacional que constituye la visita de Jatamí –qué pena que no haya exigido que todos, ministros como ministras, le reciban en minifaldas–, me voy a mi butaca, la lámpara a mano derecha, y me pongo a releer Baudelarie, porque me gusta releer a Baudelarie, y puedo. Aún no lo habéis destruido todo ¡malditos políticos!
0
comentarios