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ECONOMÍA

Madoff y los pseudocapitalistas

El escándalo de Bernie Madoff ha proporcionado armas a muchos que no tienen idea de lo que es el mercado. No discutiré aquí lo que es el capitalismo, pero debe quedar claro que las actividades fraudulentas de Madoff fueron posibles porque el Estado y los burócratas impiden el normal desempeño del mercado y nos aseguran que controlan el delito, cuando en realidad lo crean.

El escándalo de Bernie Madoff ha proporcionado armas a muchos que no tienen idea de lo que es el mercado. No discutiré aquí lo que es el capitalismo, pero debe quedar claro que las actividades fraudulentas de Madoff fueron posibles porque el Estado y los burócratas impiden el normal desempeño del mercado y nos aseguran que controlan el delito, cuando en realidad lo crean.
Bernie Madoff.
Un caso emblemático entre quienes se dicen capitalistas pero que por ignorancia presentan una idea del mercado francamente desagradable es el de Mariano Grondona, quien también escribe brillantes columnas. En "El capitalismo, la democracia y la integridad" asegura:
La gigantesca bicicleta urdida por (...) Bernard Madoff (...) vino a confirmar la seguidilla de (...) escándalos de toda índole que han acompañado la actual crisis financiera (...) Desde la desmesura de los préstamos hipotecarios hasta la infinita sofisticación de los derivados que sólo existían en las alucinantes computadoras de sus creadores, hemos asistido a (...) una ola colosal de irresponsabilidad.
¿Qué habrá querido decir con "la desmesura de los préstamos hipotecarios"? Recodemos que, después del 11 de septiembre de 2001, la Fed (el banco central de Estados Unidos) bajó la tasa de interés al 1%, con lo que irresponsablemente incentivó la desmesurada proliferación de créditos. Irresponsables no fueron las personas ni el mercado, sino la burocracia estatal de la Fed.
 
Los derivados no son alucinaciones de personas o computadoras, sino útiles e inteligentes esquemas financieros que permiten multiplicar sanamente el dinero, de manera que crezcan las inversiones; es decir, la producción, los salarios y el consumo. En un mercado donde no hay burócratas que modifican las tasas de interés todo el tiempo –provocando fuertes y bruscos cambios en los flujos de dinero–, estos instrumentos promueven el bienestar.
 
La Reserva Federal.Tras el caos producido por la Fed al variar tan brutalmente las tasas, aparecieron muchos quebrantos, y ahora se dan cuenta de que ocurrieron "al margen, por descuido o complicidad de las autoridades". No hay cosa más falsa que un burócrata controlando al sector privado, porque la característica del mercado es su configuración y acción en el tiempo. Para cuando el burócrata advierte una operación buena o mala, el mercado ya evolucionó, y la acción es historia.
 
Madoff mentía. Su falso esquema consistía en la compra de una canasta de acciones del índice S&P 100, la venta de opciones call sobre esa canasta y la compra de opciones put. Haciendo una investigación histórica de esa estrategia se comprueba que es imposible lograr los resultados que Madoff aseguraba obtener.
 
A pesar de que existían muchas dudas en Wall Street, la Securities Exchange Comision (SEC) investigó a Bernie en dos ocasiones y le dio patente oficial de serio y legal, acallando así a sus críticos. Con razón Phyllis Molchatsky, quien invirtió 2 millones de dólares con Madoff, exige que la SEC le reintegre sus pérdidas. Sin embargo, el Estado las hace pero no las paga, y la doctrina de la inmunidad soberana limita las demandas contra las entidades estatales.
 
Las reglas que deben seguirse para adaptarse al orden en que se desarrolla la naturaleza humana y social conforman la moral y la ética. Por el contrario, la violencia, la coerción y la coacción violan el orden natural. Así, cuando un Estado impone a las corporaciones, o a cualquier persona, regulaciones contra la naturaleza humana se comporta inmoralmente y destruye las acciones del mercado. Eso sucede cuando la Fed maneja compulsivamente los esquemas monetarios y financieros y la SEC regula los mercados bursátiles.
 
 
© AIPE
 
ALEJANDRO A. TAGLIAVINI, analista político argentino.
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