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PENSAMIENTO CONSERVADOR

Macroadministración y libertad

Un día de estos estaba llenando el depósito de mi vehículo en una gasolinera sita frente a un área y una playa de propiedad y uso militar y, por lo tanto, de acceso restringido. En un momento dado la empleada de la gasolinera me comentó que si el área y su playa se hubiesen abierto al uso público estarían llenos de basura, y que, por lo tanto, era mejor que continuasen siendo de acceso restringido.

Un día de estos estaba llenando el depósito de mi vehículo en una gasolinera sita frente a un área y una playa de propiedad y uso militar y, por lo tanto, de acceso restringido. En un momento dado la empleada de la gasolinera me comentó que si el área y su playa se hubiesen abierto al uso público estarían llenos de basura, y que, por lo tanto, era mejor que continuasen siendo de acceso restringido.
Esta afirmación, que, por otra parte, tiene altísimas probabilidades de ser cierta, me hizo reflexionar. Es cierto que resulta muy fácil despreocuparse del cuidado de todo aquello que nos es común, y pensar que ya vendrá detrás la Administración Pública a quitar toda la basura que tiremos, a reparar el mobiliario público que rompamos, a dar alimento a los más necesitados, a resolver nuestros problemas de seguridad ciudadana, a educar a nuestros hijos, etc. El hecho de que en nuestra sociedad la Administración Pública llegue a casi todo y pretenda llegar a todo conlleva, desde mi punto de vista, que muchas personas se despreocupen de lo común a todos (seguridad ciudadana, libertad individual, austeridad de los organismos públicos, ausencia de corrupción en la gestión de los asuntos públicos, etc.) y no asuman sus responsabilidades para con sus vecinos y para con sus compatriotas.

Esta despreocupación conlleva la ausencia de reflexión sobre qué podría hacer cada uno para mejorar su comunidad, y que la gente se resigne, en muchos casos, a pagar unos altísimos impuestos –para sustentar esa macroadministración que se encargará de todo– y a recibir una gran cantidad de mensajes contradictorios y a la vez parecidos provenientes de aquellas personas que se sitúan en la dirección de la Administración Pública, es decir, de los políticos.

La actitud congruente con la ausencia de preocupación y de responsabilidad sobre lo común consiste en solicitar y pedir a la Administración Pública que sea ella quien asuma más responsabilidades y prestaciones de bienestar. Obviamente, si es la Administración quien se encarga de todo, ¿para qué voy a preocuparme de esas cosas sobre las que ya no puedo hacer nada, porque es aquélla la responsable? Todo está bien justificado y excusado.

Obviamente, desde esta óptica se tenderá a apoyar en mayor medida a aquellas personas que desde el carro de lo público ofrezcan más y más prestaciones de la Administración, sustentadas por todos los que pagan los impuestos, para que esa Macroadministración pueda continuar con sus numerosas macroactividades.

Esa situación, prolongada en el tiempo, produce una sociedad conformada en gran parte por ciudadanos egoístas e incapaces no ya de entender, sino tan sólo de escuchar, a aquellos que, desde una posición de independencia respecto de la Administración, les intenten transmitir la importancia de la libertad individual, de responsabilizarse de lo común a todos y de la amenaza que representa la Macroadministracíón para un individuo libre y responsable.

Una sociedad desorganizada y repleta de ciudadanos egoístas e irresponsables como la actual es un tesoro para los egoístas, irresponsables e inescrupulosos, que pondrán todo su empeño en dirigirla. Para ello se servirán, precisamente, de la Macroadministración, que les ofrecerá una remuneración importante e innumerables posibilidades de crear redes clientelares que les ayuden a incrementar su poder.

Evidentemente, estos elegidos intentarán suplir y esconder su ausencia de escrúpulos y su egoísmo ofreciendo a los votantes más Administración Pública, más prestaciones y más derechos, obviando, por supuesto, que todo ello es y deberá ser pagado con altísimos impuestos. Ningún elegido ofrecerá nada que implique una reducción de los ingresos o de los ámbitos de actuación de la Administración Pública.

Para luchar contra este estado de cosas serían de gran ayuda palabras que conduzcan a la gente a la responsabilidad individual y a la consciencia de la libertad. Es éste un camino cuesta arriba, plagado de obstáculos y que no tiene fin.


© Fundación Burke
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