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DRAGONES Y MAZMORRAS

Las últimas boqueadas

Yo no sé lo que está pasando en el Forum de las culturas de Barcelona, aunque me lo barrunto, pero foro de por aquí, que es el foro por antonomasia, está imparable. Tal vez sea por el aire acondicionado pero lo cierto es que la oferta cultural madrileña no parece conocer pausa y corre vertiginosa hacia su final que será, se lo digo yo, sobre el 15 de julio, fecha en que la Residencia de Estudiantes ya habrá celebrado su famosa fiesta, verdadero termómetro de la excepción cultural, y a la que, en este momento de cambios en la nomenclatura, pienso asistir aunque tenga que ser en ambulancia. Pero eso es el futuro.

Volviendo al presente, mejor dicho al pasado, caigo en la cuenta de que no sólo tengo pendiente el relato de los últimos actos a los que asistí la semana pasada, sino alguno que me dejé en el tintero y que, con eso de que los españoles vamos a pagar de nuestro bolsillo las devociones ajenas mientras penalizamos las propias, vuelve hoy al candelero.
 
Con este motivo, Federico Jiménez Losantos entrevistó a Serafín Fanjul, en La Mañana de la COPE, este mismo viernes en que escribo estas líneas y al oír al sabio arabista, no pude dejar de pensar en la reciente conferencia que le escuché en el Círculo de Lectores sobre más de lo mismo. Fanjul, catedrático de lengua y literatura árabe en la Universidad Autónoma de Madrid, está llevando a cabo una valerosa empresa de desmantelamiento del icono progre de las tres culturas y de ese paraíso perdido llamado Al-Andalus. Sus libros, sus artículos, sus conferencias, están desde hace unos años, concretamente desde el 11-S encaminados a ilustrarnos, con conocimiento de causa, sobre los peligros de creerse todas esas mentiras y sobre las razones por las cuales el Islam representa una amenaza para Occidente. En contra de lo que piensan sus detractores (véase el ataque del diplomático Fidel Sendagorta contra Fanjul y Juaristi) el profesor Fanjul no niega la memoria de Al-Andalus pero lo relega a su sitio, a un amable pasado cultural, remoto y periclitado, del que no se pueden extraer conclusiones políticas actuales.
 
Esa postura –que los franceses tildarían de "pasadista" si estuviera referida a cosas "feas" como la exaltación de las raíces cristianas de nuestra cultura, por ejemplo, pero que los progres consideran muy avanzadas y liberadoras– tiene que ver, según Fanjul, con un rechazo casi patológico a lo específicamente propio. Fanjul no se refiere solamente al lado folclórico y cursi, explotado por escritores andaluces como Antonio Gala, sino a posturas intelectuales más comprometidas, y yo diría que más nocivas por no decir más peligrosas, como la de Juan Goytisolo, quién padece una verdadera obsesión antiespañola. Esto que dice Fanjul sobre Goytisolo lo ha fundamentado en su día la profesora sueca Inger Enkvist que ha dedicado todo un libro al análisis de ese antiespañolismo mostrenco de Goytisolo.
 
Por cierto, nos reímos mucho de Carmen Calvo, la nueva ministra de Cultura, porque dijo que Cervantes, al ir a Argelia, era todo un ejemplo de convivencia multicultural, como si hubiera ido ahí de turista. Pues no era una metedura de pata, sino doctrina. Juan Goytisolo, que no es precisamente un iletrado, también considera a Cervantes un avanzado en la materia, que aprendió mucho con su experiencia argelina como cautivo y todo eso. Francamente siniestro. Como dijo Fanjul en su conferencia, Goytisolo no tiene disculpa. Lo decía comparándole a Blas Infante, el Sabino Arana del andalucismo, cuya prosa tenía más de delirio que de otra cosa. Fanjul dijo muchas otras cosas, entre las que me quedo con su observación de que los musulmanes que vienen a Occidente proceden de países en absoluto pobres, con oligarquías poderosísimas que, espoleados por los goytisolos del mundo occidental, proyectan grandes dosis de resentimiento y revanchismo sobre sus países de acogida. En fin, como decía Edmond Jabès, poeta egipcio de origen judío y de expresión francesa, “el infinito es negro”. Y también el futuro, parece.
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