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SEGURIDAD CIUDADANA

Las armas salvan vidas

Ha vuelto a suceder. Un día después de que un hombre armado matara a seis personas e hiriera a 18 en la Northern Illinois University, el New York Times criticó al Departamento de Interior por replantearse la prohibición de portar armas en los parques nacionales.

El equipo editorial del célebre diario neoyorquino quiere que "los 51 senadores que ven con buenos ojos el portar armas en los parques –y, a lo que parece, en cualquier lugar– se den cuenta de que la inocencia de los americanos se protege mejor con un cuidadoso control de las armas que armando hasta los dientes a todo el mundo".
 
Como de costumbre, los editores del NYT parecen no reparar en la imbecilidad de su argumento. Para ellos, se trata de someter las armas a "un cuidadoso control" o de "armar hasta los dientes a todo el mundo". Sin embargo, nadie está abogando por esto último, signifique lo que signifique. Por lo que abogan los defensores de la Segunda Enmienda es por la libertad, el derecho a elegir y la responsabilidad individual. Si alguien quiere defenderse por sí mismo, debería tener la libertad para hacerlo. Nadie tiene derecho a privar a los demás de medios de defensa eficaces como las armas ligeras.
 
Por lo que hace al "cuidadoso control de las armas", ¿cuántos tiroteos en escuelas o centros comerciales habrán de producirse para que comprendamos que la gente que tiene intención de matar no se deja amilanar por ese tipo de medidas? El asesinato es contrario a la ley en todas partes. Nadie que esté empeñado en matar va a dejar de hacerlo por temor a infringir una ley sobre tenencia de armas de fuego. Los intelectuales y los políticos fariseos que hablan y no paran del control de armas deberían explicarnos cómo pretenden hacer realidad su utopía inerme. Pero es que, mientras tanto, da la casualidad de que a muchos inocentes indefensos se les está arrebatando la vida.
 
A los únicos que disuaden las leyes que dificultan o imposibilitan el portar armas es a los ciudadanos que respetan la ley. Las medidas de control de armas van contra la defensa propia.
 
Así las cosas, la iniciativa está en manos de los criminales: son ellos los que eligen cómo, cuándo y dónde cometen sus crímenes, y a la hora de decidir tienden a pensar, lógicamente, en su propio éxito, no en sus víctimas. Así las cosas, los criminales no atacan a quienes saben que están armados, y es probable que los que andan pensando en perpetrar una matanza se decanten por hacerlo en zonas libres de armas, como los colegios y los centros comerciales.
 
Puede que el Estado prometa protegernos de los criminales, pero sucede que no puede cumplir, como dejó meridianamente claro el libro Dial 911 and Die (Llame a la policía y muera). En el escenario del crimen, los únicos personajes fijos son la víctima y el victimario. Nada puede sustituir a la responsabilidad individual.
 
Los de siempre siguen pidiendo más control legislativo sobre las armas. Pero esa idea suya de que el control de armas equivale a controlar el crimen no es más que un mito. Tras analizar decenas de estudios, la Academia Nacional de Ciencias no ha podido encontrar una sola medida regulatoria que haya conseguido una reducción destacada del número de asesinatos y homicidios. En Washington DC, los episodios de violencia armada no hicieron sino incrementarse luego de que se aprobara una durísima legislación sobre tenencia de armas.
 
La prensa ignora deliberadamente el hecho de que a menudo las armas salvan vidas. Por ejemplo, el 16 de enero de 2002 un par de estudiantes de la Appalachian School of Law consiguieron evitar una matanza cuando, tras escuchar unos disparos, fueron a sus coches, sacaron sus armas y consiguieron reducir y, finalmente, dejar en manos de la policía al autor de los mismos.
 
Es imposible conocer con exactitud la frecuencia con que las armas detienen a los criminales. Entre otras razones, porque las víctimas potenciales no suelen denunciar los crímenes que finalmente no se cometen. Pero lo cierto es que la gente emplea las armas como elemento de defensa todos los días. Tom Palmer, del Cato Institute, afirma que una vez salvó la vida con sólo mostrar su arma a los criminales que pretendían atracarlo.
 
"Las armas equilibran el terreno de juego", me dijo un día Palmer en 20/20. Y añadió: "Si alguien entra en su casa, ¿qué prefiere tener a mano, una pistola o un teléfono? Evidentemente, puede usted llamar a la policía, y la policía acudirá a su casa... para tomar fotografías a su cadáver. A rescatarlo, no llegarán a tiempo. Usted es la primera línea de defensa".
 
 
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