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CÓMO ESTÁ EL PATIO

La subida de impuestos, un camino de santidad

Cuando Zapatero dice que va a subir los impuestos, todos nos sentimos más solidarios, incluso mejores personas, si es que ello fuera posible.

Cuando Zapatero dice que va a subir los impuestos, todos nos sentimos más solidarios, incluso mejores personas, si es que ello fuera posible.
Tras el anunciado hachazo fiscal, al español medio que aún tiene trabajo le rezuma la solidaridad por todos y cada uno de los poros de la piel. España necesita ciudadanos con altos principios morales, dispuestos a sacrificar en el altar de la redistribución progresista el patrimonio acumulado en los años de neoliberalismo salvaje; y Zapatero va ayudar a que nos purifiquemos.

El gobierno de Zapatero se ha encontrado de pronto con una crisis que sólo los antipatriotas anunciaban, tal vez porque estaban en el origen de las "dificultades económicas transitorias" devenidas catástrofe total, pues, como no se cansan de repetir los informativos gubernamentales (los de todas las cadenas nacionales), el actual desastre económico es la consecuencia natural de las políticas neoliberales impuestas por Bush y Aznar. El propio Zapatero afirmó en la última campaña electoral que esta legislatura sería la del pleno empleo, prueba irrefutable de que el desastre es una conspiración de la ultraderecha, porque la intención del presidente, como vimos en su día, era que todos los españoles pudieran optar libremente entre ganarse la vida de forma honrada en el mercado de trabajo o convertirse en funcionarios atípicos haciendo películas subvencionadas, según su nivel de compromiso ideológico con el progreso.

Para el PSOE, por tanto, la brutal recesión que padecemos es un albur que el gobierno no puede solventar. El socialismo sólo puede paliar sus efectos sobre las clases más desfavorecidas, es decir, sindicalistas liberados, banqueros y cineastas, elementos nucleares para la vertebración económica, sin cuya aportación el estado español se iría al carajo todavía a mayor velocidad.

Hay también unos cuantos millones de trabajadores que han perdido su empleo por culpa de Bush y Aznar, muchos de ellos con familias a su cargo, que piden un puesto de trabajo para seguir viviendo, pero ni Zapatero ni el PSOE tienen una respuesta para ese hatajo de insolidarios más allá de un subsidio raquítico, con la advertencia de que en cuanto encuentren un trabajo tendrán que arrimar el hombro pagando más impuestos de los que pagaban hace unos años.

José Blanco.Subir o bajar impuestos, he aquí la cuestión. El sentido común nos dicta que, en momentos en que las empresas se van a pique por falta de actividad y la mayoría de familias tiene problemas para llegar a final de mes, lo más indicado es aliviar la carga impositiva para liberar recursos que reactiven el consumo y la inversión. Los economistas sensatos y un altísimo porcentaje de alumnos de tercero de la ESO comprenden a la primera la lógica de la ecuación "A más impuestos, menos consumo, menos ahorro y, por tanto, menos inversión y más crisis". Pero eso es porque, al igual que ustedes, no leen el blog de D. José Blanco, por mal apodo Pepiño, que en su última entrada aclara por qué es provechoso y muy social freír a impuestos a los españoles. "Si hay recesión y se necesitan más recursos para financiar políticas sociales e infraestructuras, se puede y se debe tomar medidas para aumentar los ingresos públicos", escribe Blanco; y añade: "Porque cuando todo falla, tiene que haber un Estado fuerte que ofrezca respaldo a los ciudadanos".

En efecto, aquí de lo que se trata es de que el estado sea cada vez más fuerte haciendo que las empresas y los trabajadores sean cada vez más débiles, pues de su bolsillo proviene el dinero que gastan Zapatero y el gran Pepiño, detalle que olvida mencionar y yo recojo para que no pase inadvertido. Y es que, para el fino intelectual socialista, bajar los impuestos no es una medida saludable en cualquier contexto y vital en momentos de crisis económica, sino tan sólo una tara ideológica de la derecha extrema que "desde la revolución reaganthatcheriana (sic) pasó a ser parte esencial del dogma neoconservador, una seña de identidad, un a priori autónomo de la situación económica, del lugar y del momento".

Pero como los grandes intelectos tienden a aislarse en las regiones hiperbóreas de las ideas, también la doctrina Blanco necesita de operarios a pie de obra que traduzcan estos principios abstractos en eslóganes que quepan en treinta segundos de telediario, de forma que el votante medio sepa que cuando un socialista le cruje el bolsillo lo hace únicamente por su bien. En este caso concreto, el ministro de trabajo (cruel ironía semántica) ya ha dejado claro que aceptar con júbilo la subida de impuestos es, en última instancia, una cuestión moral. Así que si usted es refractario a entregar su dinero para que los sindicalistas sigan liberados, los municipios separatistas catalanes celebren sus referendos en condiciones más dignas que Arenys de Munt y los monfloritas de Zimbabue puedan organizar su día del orgullo gay, debe saber que no cumple con los estándares éticos fijados por el gobierno de Zapatero para ser considerado un buen ciudadano.

Arrepiéntase ahora que está a tiempo, y mientras lo hace prepare la cartera, porque el sablazo va a ser histórico. Jamás podíamos imaginar que ser buena persona en la España de Zapatero iba a ser tan duro.
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