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LA ESTRATEGIA DE “TODOS CONTRA UNO”

La soledad política

Hay una especie de heroísmo en la soledad que deben sobrellevar algunos hombres en la política (también en la ciencia, la comunicación y el pensamiento), y un efluvio de perversión y de linchamiento en la acción de la masa (y sus cabecillas) por aislarlos.

No quiere decirse que la soledad en sí misma sea un bien ni una virtud. Como sabemos, todo depende de la calidad y oportunidad de las compañías. Pero lo cierto es que sólo los que están dispuestos a superar el vértigo de la soledad pueden convertirse en espíritus fuertes y creadores. El filósofo que tiene una idea feliz; el artista que plasma la belleza en terrenal materia; el hombre de Estado que toma la sublime o terrible decisión, son personas que obran y deciden, en última instancia, en soledad. The buck stops here: así rezaba un rótulo que presidía la mesa de trabajo del presidente norteamericano Truman; lema traducido habitualmente por “el pasarse la pelota se para aquí” (Amando de Miguel propone la fórmula “yo doy las cartas” o “yo soy mano”); es decir, cuando al presidente le llega un problema, sabe que ahora sólo a él le toca resolver. El mismo ciudadano que, a pesar de esa cosa terrible, aunque inexcusable, que es la política (Ortega y Gasset), se esfuerza por mantenerse honesto e íntegro, individualmente propietario y soberano en la vida pública, pertenece asimismo a la estirpe de los hombres libres y nobles. La mayoría, sin embargo, opta por mezclarse entre la multitud y el grupo, para estar con la mayoría… Da vueltas ciegamente sobre sí misma, amasando la masa. He aquí un movimiento bien descrito por Elias Canetti en Masa y poder: “Muchos no saben qué ocurrió, no pueden responder a ninguna pregunta; sin embargo, tienen prisa de estar allí donde se encuentra la mayoría”.
 
Unos forman mayoría por sí solos. Otros deben unirse para conseguirla. Bajo la pasión gregaria se ha forjado la alianza de todos contra uno que envenena la arena política española desde hace demasiado tiempo, la cual busca más que nada destruir al adversario y conquistar el poder. ¿Cuál ha sido la excusa para la estratagema? La peligrosísima resurrección del fantasma de la Guerra Civil y la reconstitución simbólica de la lucha contra el franquismo, encarnado hoy, se dice, por el PP. El encantamiento ha producido una “burbuja política”, tan farsante y dañina, que sorprende y alarma que no se haya desinflado al instante, y que siga convocándose. Último acto: homenaje en el Congreso de los once partidos sin piedad de la Oposición para rendir homenaje a las “víctimas de la Guerra Civil”, con el único objeto de acorralar al PP y devaluar (vale decir, contraprogramar) los actos de apoyo a la víctimas del terrorismo. Si ese envite mancomunado es contra el Gobierno de la Nación (siempre tiene la culpa de todo) y toma a la persona de Aznar como objeto privilegiado para el pim-pam-pum (es hombre adusto, antipático y luce arrogante bigote), mejor que mejor, y mucho que se lleva ganado en el favor de la gente, de la siempre maleable y tornadiza sensibilidad de la opinión pública, curtida consumidora de telebasura.
 
Afirmaba Michael Ignatieff en una reciente entrevista (ABC, 30/11/2003) que en el momento presente el coste de decir “no” a los USA se está abaratando. Pues bien, atacar al PP e insultar al presidente del Gobierno sale en España completamente gratis: todos los hacen, y en el tumulto, hasta el más bobo se anima y se apunta al aquelarre. Al calor de este coro trágico y patético, prospera —o, mejor diría, progresa— la fórmula cruel e inclemente de evidenciar que un país, un partido político o un individuo se han quedado solos, como fuente de su descrédito y posterior liquidación. Sea EEUU, Israel, el PP, Gómez de Liaño o Aznar, no hay mensaje más cómodo y conciso que señalar a la víctima propiciatoria y acusarla de estar en soledad, es decir, a tiro, como paso previo para su destrucción. Hay aquí un fondo y una forma de sevicia y saña que produce escalofríos sólo de pensar en ello. Y en ello estamos. De pronto, alguien lanza el dardo venenoso, muchos fijan su mirada en el blanco y traman una maldad: “Sabe que estás sola”; “Te has quedado solo”; “No tienes a nadie a tu lado”. Así habla el odio medroso y el rencor cobarde. Así se escribe el prefacio de un próximo linchamiento.
 
La memez suele empezar por el más memo, pero cuando se extiende la gracia, casi nadie se quiere privar de la diversión. No sale adelante la candidatura española del ITER, en provecho de Francia, y al Camarada Llamaradas no se le ocurre otra cosa que cargar la culpa del suceso sobre las anchas espaldas de Aznar por su actitud de “repelente niño Vicente” y de “asqueroso de la clase” que se ha quedado solo. Aunque referir esto ayuda a explicar, entre otras cosas, la vigencia y la expansión de la pedagogía LOGSE triunfante hoy en los colegios españoles, bien pensado, tal vez debamos empezar a ignorar a los infames, empezando por no mencionar los nombres de lo que no tiene nombre. En el cambalache para formar gobierno en Cataluña, ERC resume el sentir general de la clase política: el PP “no pinta nada”; “al PP, ni agua”. Los socialistas expresan la misma convicción con otras palabras (a menudo con las mismas) y ríen complacidos las gracias del capitán memo. Después de todo, Zapatero ya anunció que su partido había dejado atrás la “oposición útil” y ahora está en la política “responsable” y “alegre”.
 
No nos engañemos. La estrategia de revancha y lapidación de todos contra uno va a continuar. El PSOE seguirá uniendo sus fuerzas a comunistas, nacionalistas y regionalistas para sobrevivir y acercarse al poder. Si cabía alguna duda, repárese en la última escenificación en la FEMP. No importa que el coste sea la Constitución, España o las víctimas (pasadas, presentes y futuras) del terrorismo. Todo sea por reventar a Aznar y vocear su soledad. Acaso lo que no pueden soportar es que haya decidido irse del Gobierno y el Parlamento, no con un portazo, sino dándoles con la puerta en las narices.
 
 
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