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KATRINA

La prueba de que nada cambió después del 11 de Septiembre

Hace unos años Robert D. Kaplan fue a Liberia, a Sierra Leona y a otras jurisdicciones fracasadas del oeste de África y concluyó, según pudo leerse entonces en el Atlantic Monthly, que muchos de los “ciudadanos” de estos “estados”, que vagaban por las calles violando y matando, pertenecían a un fenómeno llamado “hombre re-primitivizado”.

Hace unos años Robert D. Kaplan fue a Liberia, a Sierra Leona y a otras jurisdicciones fracasadas del oeste de África y concluyó, según pudo leerse entonces en el Atlantic Monthly, que muchos de los “ciudadanos” de estos “estados”, que vagaban por las calles violando y matando, pertenecían a un fenómeno llamado “hombre re-primitivizado”.
En la imagen, las manos de una damnificada por el KATRINA.
Cualquiera que haya visto la televisión en los últimos días habrá observado a un montón de "hombres re-primitivizados" no en Liberia o en Somalia, sino en Luisiana. Polis reventando el mostrador de DVD de Wal-Mart para poder hacerse con su parte del botín junto con el resto de los saqueadores, pandillas disparando a un hospital infantil y a helicópteros de rescate, víctimas del huracán sufriendo violaciones en el Centro de Convenciones de Nueva Orleáns... Si usted es propenso, como lo son muchos de los antiamericanos del mundo, a ver Estados Unidos como un pantano depravado, fue una semana memorable: la Madre Naturaleza puso el pantano, pero un montón de nativos suministraron la depravación.
 
No todos, por supuesto. Pero en realidad no importa si es solamente el 5, el 2 o el 0,01%, si el resto les da barra libre. Una agencia de las fuerzas del orden que no es exactamente la más impresionante ni aunque tenga un buen día, el Departamento de Policía de Nueva Orleáns, envió unos 80 efectivos a rescatar a las víctimas de las violaciones atrapadas en el Centro de Convenciones, pero fueron expulsados a golpes por la multitud. Mientras tanto, la cada vez más penosa gobernadora, que estaba, al contrario que muchos de sus conciudadanos, segura en tierra seca, aún vacilaba en su confusión, incapaz de permanecer firme frente a la anarquía ni siquiera retóricamente, o de comunicar algo que no fuera su impotencia emocional.
 
Con la mayoría de los desastres, una buena norma es dejar que los equipos de rescate hagan su trabajo y no empezar el tiroteo hasta que los colegas estén a salvo. Pero en Nueva Orleáns, la semana pasada, el trabajo de urgencia se vio obstaculizado gravemente a causa de tiroteos literales, como en el mencionado hospital. Las autoridades perdieron el control de las calles. ¿En qué código de color de la Seguridad Nacional de Tom Ridge se clasifica esto?
 
Tras el 11 de Septiembre, mucha gente que debería ser más consciente de la realidad argumentaba que de alguna manera aquello reivindicaba el papel del Estado.
 
"Una de las cosas que ha cambiado mucho desde el 11 de Septiembre –convenía el vicepresidente Dick Cheney– es el grado en que la gente confía en el Gobierno (un gran cambio) y lo valora, y tiene grandes esperanzas en lo que podemos hacer".
 
Es difícil saber porqué habrá dicho eso. El 11 de Septiembre fue un espantoso y exhaustivo fracaso de todas y cada una de las agencias federales relevantes. El único gobierno que funcionó ese día fue el local y el estatal: la gran imagen definitoria y redentora del honor americano en un momento de humillación nacional fue la de aquellos valientes bomberos de Nueva York pateando las escaleras del World Trade Center. ¿Qué consuelo se puede obtener del desequilibrado tango entre burócratas chapuceros y depredadores subhumanos que ha tenido lugar en Nueva Orleáns?
 
Para ser justos, en la puerta de al lado, el gobernador de Misisipí, Haley Barbour, ha sido el Giuliani del momento, y hay muchas historias de gran valor, como la de los equipos del Hospital Infantil de Alabama transportados en helicóptero a Nueva Orleáns para rescatar a los bebés recién nacidos.
 
La comparación con el 11 de Septiembre no es precisa, pero es justa hasta este punto: Katrina ha sido el mayor desastre sobre suelo americano desde que aquel día provocara el reacondicionamiento total del sistema y la dedicación de miles de millones de dólares y de las mentes más refinadas de la nación a dar prioridad a la seguridad nacional. Para las estructuras post 11 de Septiembre, ha sido la primera prueba relevante. ¿Está usted contento con los resultados?
 
Mohamed Yusef al Mlaifi, director del Ministerio kuwaití de Dotación (y no, no sé que significa eso, así que siéntase libre de hacer sus propios chistes), ha escrito un ensayo donde da cuenta de la novedosa línea argumental de que "el terrorista Katrina es un soldado de Alá". Es un punto de vista interesante. Imagine que Al Qaeda fuera menos majadera y se hubiera preocupado de aprender por sí sola algo más acerca de los puntos débiles del Gran Satán. Imagine que hubiera decidido volar un par de presas e inundar una gran ciudad norteamericana. ¿Los gobiernos local y estatal habrían respondido de manera más eficaz a como lo hicieron la semana pasada? Después de todo, Katrina, al contrario que Osama, les hizo saber que se dirigía hacia ellos.
 
Uno de los típicos músicos callejeros de Nueva Orleáns (archivo).Ahora se pedirá a los contribuyentes de la nación que reconstruyan Nueva Orleáns. El motivo para hacerlo es que se trata de una gran ciudad de significación nacional. Bien. Pero si es de significación nacional, ¿qué han estado haciendo todas las fuerzas de seguridad nacional durante los últimos cuatro años? ¿Por qué la defensa de la ciudad aún se reduce a un sistema de diques con un  régimen administrativo para cada uno de ellos? Si es de significación nacional, ¿por qué los criadores de cerdos de la legislatura nacional y de la rama ejecutiva nacional recortaron drásticamente una solicitud del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de 105 millones de dólares, en concepto de medidas de protección adicional frente a la inundación, hasta apenas algo más de 40 millones, al tiempo que aprobaban un puente de 230 millones para un islote deshabitado de Alaska? Teniendo en cuenta las infraestructuras de transporte que ya se encuentran funcionando, tal vez tenga más sentido reconstruir Nueva Orleáns en Alaska.
 
Si hay una cosa que quedó clara dos o tres meses después del "día en que todo cambió" es que no cambió nada; los enormes cegatos de la cultura política estadounidense continúan comprometidos con un timo que estafa a la gente a todos los niveles, un sistema de pródiga financiación de la pseudoacción. Se podría haber hecho lo que la izquierda pacifista quería y reasignar cada dólar empleado en Irak a Luisiana. O se podría haber hecho lo que algunos de los demás quisimos y reasignar cada pago gastado en, digamos, subvencionar las actividades agrícolas de Ted Turner o de Sam Donaldson. Pero, en cualquier caso, apostaría a que el servicio público cleptócrata de Luisiana se habría embolsado la pasta y habría continuado como de costumbre, y, llegado el gran día, el Estado aún se habría quedado inmóvil, y el alcalde de Nueva Orleáns, con cara de tonto, aún soltaría diatribas acerca de porqué todo fue culpa de los demás.
 
Esos diques se rompieron; fallaron. Y piensas en Chicago y San Francisco y Boston y te preguntas qué hay allí esperando fallar. La premisa era que, después del 11 de Septiembre, las ciudades grandes y pequeñas se abastecieron e identificaron sus puntos débiles. Eso es lo que nos dijeron que estaban haciendo, y por eso recibían billetes de los grandes. Pero en Nueva Orleáns nadie tenía un plan que se encargara del fallo de la presa, y nadie tenía un plan para un gran porcentaje de ciudadanos sin vehículos que serían incapaces de proceder a la evacuación, y nadie tenía un plan para tratar con el saqueo a gran escala. Dado que todos estos factores son ampliamente conocidos –Nueva Orleáns es una ciudad por debajo del nivel del mar, con alta tasa de crimen y baja tasa de propietarios de automóviles–, no puedes sino preguntarte cómo haría frente la ciudad a algo verdaderamente sorprendente, como, por ejemplo, un ataque biológico.
 
Oh, bien, tal vez la Comisión del 11 de Septiembre pueda rebautizarse a sí misma como la Komisión Katrina. De vuelta al mundo real, los enemigos de América extraerán más lecciones útiles de los sucesos de la semana pasada. ¿Lo hará América?
 
 
© Mark Steyn, 2005
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