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EL CASO PORTUGUÉS

La despenalización funciona

Hoy martes los californianos se van a pronunciar sobre la Proposición 19, una iniciativa que busca legalizar la marihuana. Como ningún estado ha tomado jamás una medida similar, los votantes han sido sometidos a una avalancha de aseveraciones terroríficas, sin evidencia alguna que las sustente, sobre los males que traería consigo la despenalización.


	Hoy martes los californianos se van a pronunciar sobre la Proposición 19, una iniciativa que busca legalizar la marihuana. Como ningún estado ha tomado jamás una medida similar, los votantes han sido sometidos a una avalancha de aseveraciones terroríficas, sin evidencia alguna que las sustente, sobre los males que traería consigo la despenalización.

Hace diez años Portugal se convirtió en la primera nación de Occidente en aprobar la despenalización de las drogas. La ley, aprobada el 1 de octubre del 2000, abolió las sanciones por la vía penal que castigaban la posesión de drogas (heroína y cocaína incluidas); ahora bien, el narcotráfico sigue siendo tratado por lo criminal. Hoy contamos con una década de evidencia empírica sobre lo que pasa y lo que no pasa cuando lo que rige es la despenalización.

En Portugal, a los individuos que se les encuentra droga no se les arresta ni se les trata como a criminales, sino que se les remite a un tribunal compuesto por profesionales de la salud que les ofrece la oportunidad de recibir tratamiento médico, tratamiento brindado por el Estado. En ningún caso se les fuerza a someterse a ello. Los tribunales pueden imponer sanciones no penales a los adictos, pero lo cierto es que el objetivo general es procurar la rehabilitación de los mismos.

Se consulte el indicador que se consulte, la despenalización ha sido un rotundo éxito en el país ibérico. El consumo de drogas ha disminuido en términos absolutos en sectores como el conformado por los jóvenes de entre 15 y 19 años; y en aquellos en que ha aumentado lo ha hecho mucho menos que en otros países de su entorno que insisten en seguir adelante con la penalización.

Portugal, antaño uno de los países europeos más sacudidos por la droga, tiene ahora la tasa de consumo de marihuana más baja del continente, y una de las más bajas de consumo de cocaína. También ha visto disminuir los casos de hepatitis y sida, y las muertes por sobredosis.

Más allá de la evidencia, el éxito de la despenalización se demuestra por la ausencia de iniciativas políticas tendentes a reinstaurar la penalización. Tal y como uno esperaría de un país conservador y mayoritariamente católico, la propuesta de despenalización desató una intensa controversia hace una década. Muchos políticos vaticinaron consecuencias terribles, como un aumento formidable del número de consumidores, especialmente entre los jóvenes, y la transformación de Lisboa en un paraíso de las drogas para los turistas.

Sin embargo, ninguno de esos temibles escenarios se ha materializado. Los portugueses, que pueden comparar cómo eran las cosas antes y cómo son ahora, no quieren volver al pasado.

La despenalización se volvió políticamente viable cuando el Parlamento puso en marcha una comisión independiente de expertos con el objetivo de determinar la mejor manera de afrontar los graves problemas relacionados con las drogas. La comisión determinó que la despenalización sería lo más adecuado, y los hechos están dándole la razón.

Quizá suene contraintuitivo, pero resulta que la despenalización puede resultar beneficiosa para atajar los problemas relacionados con las drogas, como bien saben los funcionarios portugueses que han lidiado con esta cuestión:

1) Cuando un gobierno amenaza con convertir en criminales a los consumidores de droga, una barrera de miedo se erige entre los funcionarios especializados en estupefacientes y la ciudadanía, lo cual socava los esfuerzos realizados en materia de prevención. Según el máximo responsable de la lucha contra la drogadicción en Portugal, el estigma creado por la penalización y el miedo eran los factores que más obstaculizaban las labores de concienciación y prevención en los años 90.

2) Tratar la adicción a las drogas como un problema de salud y no como un crimen contribuye a dar con las soluciones adecuadas. Si el objetivo es que los adictos dejen de serlo, la terapia es una estrategia mucho más efectiva que el encarcelamiento.

3) Si el Estado deja de gastar sumas exorbitantes en arrestar, enjuiciar y encarcelar a los consumidores de droga, ese dinero puede utilizarse en tratamientos altamente efectivos o en servicios como las clínicas administradoras de metadona.

Sean cuales sean las opiniones que uno tenga sobre la cuestión, el debate habría de basarse en la evidencia empírica, no en la especulación y en aseveraciones que pretenden infundir miedo en la gente, como por desgracia ha sucedido en California.

 

© El Cato

GLENN GREENWALD, colaborador de la revista Salon y autor del estudio "Drug decriminalization in Portugal", publicado por el Cato Institute.

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