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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

La ceguera occidental

Mi reacción ante los ataques terroristas, incluso los fallidos, es doble; o es doble mi indignación: por los atentados en sí, que siempre se ceban con los civiles, mujeres, hombres y niños, y por los comentarios que rezuman cobardía e imbecilidad.

Mi reacción ante los ataques terroristas, incluso los fallidos, es doble; o es doble mi indignación: por los atentados en sí, que siempre se ceban con los civiles, mujeres, hombres y niños, y por los comentarios que rezuman cobardía e imbecilidad.
Los españoles, por puro reflejo de miedo, eligieron al PSOE y a Rodríguez Z. después de los tremendos atentados de Atocha; como si con desertar militarmente de Irak, inventar la muniquesa Alianza de Civilizaciones y subvencionar mezquitas –y al integrismo musulmán en España– bastara para que nunca más sufriéramos el terrorismo islámico. Burda mentira, porque el islam radical no tolera que haya tropas españolas, incluso si pocas y muy poco combativas, en Afganistán y el Líbano; y además tiene una meta tan absurda como la pretensión de ETA de comerse Navarra, que proclama con igual descaro y cinismo: la conquista de Al Ándalus por el mundo arabo-musulmán.
 
Los españoles tenemos el extravagante privilegio de sufrir dos terrorismos: el etarra y el islámico, que si son diferentes, en nada son opuestos, ya que tienen el mismo enemigo: la democracia occidental. Y si por ahora sólo han colaborado muy episódicamente, en los hechos está inscrita la lógica mortífera de una mayor colaboración en un futuro próximo. ¿No desfila ya Batasuna ondeando las banderas del Hezbolá?
 
La ruptura "oficial" de la tregua por parte de ETA –pero el atentado de Barajas se realizó en plena tregua "oficial"– ha conocido por ahora fracasos, y menos mal; pero eso no quiere decir que vayamos a tener siempre tanta suerte, que mañana no exploten nuevas bombas. En todo caso, los preparativos son evidentes, y no es casualidad que la policía francesa acabe de detener a cinco etarras y de incautarse de unos explosivos hallados en una camioneta. Como tampoco es casualidad que se hayan volado dos casas de veraneo propiedad de maketos en Guetary (Francia).
 
Bien sabido es que los más graves atentados han sido evitados, casi milagrosamente, en Londres y Glasgow. Este recrudecimiento del terrorismo islámico en Europa (pero también en Pakistán, Argelia, Marruecos, etcétera) se debe, evidentemente, a la situación en Irak y Afganistán, países elegidos por Al Qaeda, los iraníes, los sirios y sus milicias de locos de Alá como los principales frentes de su guerra "santa" contra Occidente, donde, y para decirlo claramente, la situación es mala para todos.
 
Porque si los terroristas han logrado crear un caos fenomenal en Irak, con atentados diarios y víctimas a granel, infinitamente más numerosas entre la población civil que entre los militares y policías iraquíes y aliados, resulta evidente que una victoria total de los terroristas parece imposible. Algo parecido ocurre en Afganistán, con menos muertos, por ahora. Y la situación también es mala para los ejércitos aliados, precisamente porque no han logrado derrotar, ni siquiera limitar, el terrorismo.
 
Hasta ahora, en Europa (España, Francia, Alemania, Reino Unido) las células clandestinas salafistas y de otros grupos terroristas se dedicaban esencialmente a reclutar "voluntarios de la muerte" para enviarlos a los principales frentes de Irak y Afganistán. Esencial pero no únicamente, como lo demuestran los atentados de Londres de julio de 2005 y los proyectos de atentado descubiertos a tiempo por los servicios de seguridad en Alemania y Reino Unido, por ejemplo. El caso es que han pasado a una etapa superior, por así decirlo; que han abierto un nuevo frente terrorista en Europa, con la ilusión de obligar a los Gobiernos europeos a retirar sus tropas de Irak, Afganistán y el Líbano. No es mera ilusión, ya que eso fue lo ocurrido en España, y no hablemos de la Francia de Chirac, cuando, por arte de birlibirloque, transformó su cobardía en valiente lucha contra "el imperialismo yanqui".
 
Pasando a las reacciones y comentarios, no es casualidad que el país que mejor se ha portado frente al terrorismo, el Reino Unido, sea el más criticado y menospreciado por los políticos y columnistas continentales. Se da por sentado y evidente que Tony Blair se había convertido en una piltrafa desprestigiada por su apoyo militar a los USA en la guerra contra el terrorismo, lo cual es, por lo menos, muy exagerado, cuando no embustero; porque si es cierto que la guerra en Irak ha levantado ampollas en Gran Bretaña, no lo es menos que Tony Blair y el New Labour han ganado tres elecciones seguidas, lo cual constituye el único dato realmente democrático sobre el apoyo o el rechazo a una política. Y Gordon Brown no parece tener la menor intención de cambiarla.
 
Isabel II.Después de los atentados de julio de 2005, los británicos, desde la Reina hasta los ciudadanos de a pie, pasando, claro, por el Gobierno de Tony Blair, mostraron más firmeza que cualquier otro país europeo en semejantes circunstancias. A mí me llamó la atención (¡y eso que soy republicano!) el discurso de la Reina en esa ocasión: contenía el indispensable pésame a las víctimas y a sus familias, pero sobre todo afirmaba que el Reino Unido, que ya había conocido muchas tragedias –aludía, sobre todo, a la Segunda Guerra Mundial–, jamás se doblegaría ante los atentados y las amenazas. Menuda diferencia con el discurso lacrimal del rey Juan Carlos, en el cual sólo había pésame; la firmeza y el espíritu de resistencia había que buscarlo con lupa, y no se encontraba.
 
"Cunde el pánico en Inglaterra", han afirmado los columnistas en varios países europeos. Cuanto más cobardes son éstos, más ironía displicente desprenden sus comentarios. Pues es sencillamente una mentira, una manera muy usada de culpar al prójimo de los propios pánicos. El novísimo Gobierno británico, empezando por el propio Brown y la ministra del Interior, ha demostrado calma, firmeza y determinación. No han ocultado el peligro, pero se han declarado dispuestos a combatirlo. La opinión pública lo ha entendido y aprobado, y la policía actúa y detiene a sospechosos. El Reino Unido sigue en pie, como los USA. Una lección para todos.
 
Cuando se supo quiénes habían cometido la matanza de Londres, la prensa, casi unánimemente, pareció sorprenderse. ¿Cómo es posible? Si eran ciudadanos británicos perfectamente "integrados"... Sí, pero por las noches se reunían clandestinamente, recitaban el Corán y preparaban sus atentados. La clandestinidad tiene reglas estrictas: la primera es no llamar la atención, y aparentar ser lo contrario de lo que se es; es decir, no pasearse con la foto de Ben Laden en el ojal. Si ustedes creen que yo, clandestino en España, me pasaba la vida despotricando contra Franco en los cafés, entonces es que son tan imbéciles como los periodistas occidentales.
 
Después de los atentados fallidos en Londres y Glasgow, la prensa, igual de lela, se sorprende de nuevo: pero si eran médicos, bien "integrados", que trabajaban en hospitales británicos. ¿Cómo es posible que, habiendo elegido una profesión dedicada a salvar vidas, se dispusieran a matar inocentes? ¡Porque son musulmanes, zopencos! Musulmanes radicales, adeptos de la "guerra santa". El fanatismo religioso, está visto desde hace siglos, no sólo moviliza a parados de Casablanca, o a modestos trabajadores de Leeds; moviliza también a médicos, ingenieros, abogados y príncipes saudíes. Aunque estos últimos no se sacrifican, sino que pagan a otros para que se sacrifiquen, en nombre de Alá.
 
Ya pueden tirar a la basura los viejos conceptos marxistas sobre la lucha de clases, o sus versiones empobrecidas, eso de que "el terrorismo es la única arma de los pobres". El fanatismo musulmán moviliza a ricos y a pobres, a saudíes como a yemenitas, a ciudadanos británicos como a franceses, a diplomados de grandes universidades como a miembros del hampa convertidos en las cárceles.
 
El fanatismo musulmán nos ha declarado una guerra total. Nuestra respuesta también debe serlo; y defender concretamente la igualdad entre mujeres y hombres es tan importante como enviar tropas a Irak. Lo uno no excluye lo otro.
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