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Blanca Luz Brum

"¡Ay, Blanca Luz!, me haces los días para cantar; me haces las noches para callar". El poeta peruano Parra del Riego la imaginó diurna, campesina y diáfana. El muralista David Alfaro Siqueiros se aferró a ella como a la raíz del sueño. Más cautivante que bella, Blanca Luz Brum sedujo a la lente fotográfica con sus pómulos acentuados, sus cabellos oscuros y un aire entre pícaro y displicente. Enamoró a poetas, pintores y políticos y se dejó llevar por los vientos de la vanguardia y la revolución. Había nacido en el campo uruguayo, vivió en México y en Estados Unidos y quiso morir en la isla de Robinson Crusoe, frente a las costas de Chile.

La Isla se convirtió en obsesión y más tarde fue su cárcel. "Huelo la brea y el alquitrán de los veleros", escribe, "y ya estoy en ella. Amanezco en la Isla. De las pequeñas casitas de los pescadores que palpitan en la hondonada y en los faldeos de la isla sube el primer humo de la cocina isleña, se oye también el golpe seco del hacha que parte la leña y algún lejano balido de viejas cabras de Robinson Crusoe. Un rumor permanente de agua que corre casi debajo de mi almohada y que desde hace siglos viene rodando desde la salvaje cumbre del Yunque, entre siglos de helechos y fósiles antiguos de perfumados sándalos. Todo aquí es milenario. Un resto de los seis primeros días del mundo"[1].

En sus cartas a Esther de Cáceres, escritas alrededor de 1960 en un papel membretado: "Blanca Luz Brum. Isla de Robinson Crusoe", rememora "lo que fue marcando un destino; el encuentro con Parra, con la poesía. El encuentro con la muerte. El encuentro con el Perú, con Mariátegui, con el Apra, con Seoane, México y Siqueiros, la Argentina de Perón". Nunca publicó sus memorias aunque desarrolló con vehemencia el género testimonial; nadie escribió sobre ella, a pesar de la enorme atracción que ejerce su vida. Muchos la conocieron pero cuando relatan episodios de su biografía incurren en fantasías. Es que sus "pequeños pasos" la llevaron a cruzar fronteras y a unir historias inverosímiles que son sustancia de un relato variado y contradictorio como el de la América que le tocó vivir.

Juan Fernández es el nombre de ese territorio chileno en medio del Pacífico, a ocho días de navegación del continente. Desde ese último vestigio de tierra, amado y odiado, Blanca Luz porfió por no desaparecer. Poco tiempo antes de que el gobierno chileno –o ella misma– la confinara en la isla, Blanca había escrito El último Robinson, dedicado a Eduardo, el hijo que tuvo con Parra del Riego y que murió en 1953, a los veintiocho años. La Isla parece estar envuelta en la premonición de la muerte. "La vida y la muerte eternamente abrazadas", reitera Blanca Luz en su correspondencia.

La poesía, el amor y la muerte le fueron revelados en un mismo destello cuando tenía solo dieciséis años y se casó con Juan Parra del Riego enfermo de tuberculosis. "Otros se casan para vivir, nosotros nos casamos para morir", confiaba Parra a sus amigos. Y eso trasmite la última fotografía de la pareja, tomada unas horas antes de la muerte del poeta. La luz que enmarca la ventana de la habitación del hospital se derrama sobre la sábana blanca e inunda el ambiente de un resplandor místico. El rostro del hombre cavado por la agonía, la mujer apenas posada en el borde de la cama sostiene la mano del hombre. Los dos sonríen en medio de tanta desolación. y hay tal confirmación en sus miradas hacia la cámara, tanta confianza emanada de sus ojos que se hace real el deseo de Parra, escrito poco antes de morir, de ser retratados "solos y puros como los ángeles que soñábamos".

Blanca Luz nació en medio de la sierra de las Ánimas, "entre vellones de ovejas y libras esterlinas guardadas en buches de avestruz, entre ombúes y rayos, entre parientes que se odiaban, entre matreros y esquiladores, entre negras y peones, entre cielo y campo"[2], y se educó en un colegio de monjas en Montevideo antes de casarse con Parra. El amor del poeta fue el segundo nacimiento de Blanca Luz y a nadie más amó de esa manera, salvo a su hijo Eduardo, nacido seis días antes de la muerte de su padre. Parra lo conoció a través de un vidrio para evitar el contagio, aunque su madre también estaba tuberculosa. El poeta apeló al humor en ese momento de emoción única, pidiendo que acercaran el niño al vidrio: "¿No saben que soy corto de vista?" dijo, según Esther de Cáceres, depositaria de su memoria.

Esther y Alfredo Cáceres, el poeta Julio Raúl Mendilharsu y su esposa Maruja Blanco Acevedo, Eduardo Dieste y Juana de Ibarbourou fueron los amigos más cercanos de Parra del Riego cuando llegó a Montevideo en 1917.

Una dentellada brutal de la vida

Cansado de rodar por el mundo con su carreta de titiritero, Parra se quedó para siempre en la "ciudad que parece un nido". Primero se desilusionó de Uruguay por encontrar un ambiente pueblerino, cuando esperaba el despliegue cos mopolita del Ariel de Rodó. Poco a poco fue gustando de esa medianía y lo ganaron las discusiones políticas sobre la reforma social del batllismo, las rupturas vanguardistas de músicos, pintores y poetas, sus amigos, Arzadun, Fabini, Cúneo y aquellos que se reunían en el taller del escultor Michelena o en el de Domingo Bazurro y Guillermo Laborde, del Círculo de Bellas Artes. Conoció allí a Luis Eduardo Pombo, quien más tarde sería amigo y confidente de Blanca Luz.

Fascinado por la modernidad "en el siglo que da más pena morirse, en el de Lenin, Einstein... en que todo se hace posible", descubrió el football, festejó el puerto y los ferrocarriles, se dedicó a recorrer la ciudad en su motocicleta y se enamoró de "esa vista al mar por todo sitio [que] parece una obsesión de azul". "Uno se siente más íntimo y mira con ojos de novio a todas las cosas".

A Blanca Luz la raptó del convento, según la leyenda que rodea este romance y que ella no desmintió al publicar las cartas de amor de Parra, en las que él le proponía marcar su época "con un amor divino y espantoso". No tenían dinero para los anillos de boda y Blanca Luz los pidió prestados a la viuda de Mendilharsu, quien no asistió a la ceremonia pero recibió el más agradecido relato: "Yo me puse el anillo de Julio Raúl y las lágrimas corrieron por mis ojos... he sentido que estaba abrazado a él, que todo lo grande y noble de su alma entraba a la mía. ¡Ah! si Ud. me hubiera visto, parecía un loco, un novio extraño mirando y mirando y mirando este circulito de oro que esa mano tan querida llevaba con tanto orgullo y elegancia". "Y le diré algo ahora también de nuestro matrimonio. Fue una ceremonia pura y llena de emoción. Juana de lbarbourou nos llenó de unas retamas maravillosas el cuarto; yo sentía mi alma serena y feliz, seguro de haber hecho lleno de convencimiento algo. Pero le diré que en toda la pieza la presencia espiritual de Ud se hacía sentir más que las flores y la misma luz del día espléndido que entraba por la puerta. Más de una vez mi Blanca Luz divina me dijo algo que la recordaba a Usted con una gracia de amor purísima"[3].

Dos meses antes de morir, Parra del Riego publicó el libro Blanca Luz y en su prólogo contaba: "Una dentellada brutal de la vida bruscamente lo cambió todo. Enfermé de un mal terrible y solitario. Pero ¡oh! sorpresa de maravilla para mi corazón enloquecido. De la niña celeste salió como una crisálida otro ser de humanidad de fuego, devorada de compasión, terrible de sacrificio, sagrado de esperanza y fe"[4]. "¡Qué rara es mi vida! Siempre me caí de la barra en el momento de los tambores", ironizó Parra del Riego adelantándose al desenlace. La muerte llegó una luminosa mañana de noviembre de 1925, según Blanca Luz: "Cantaba la vida. Nuestro hijo tenía seis días. Yo tenía mis pechos crecientes"[5].

Cuando Parra murió, la continuidad de la vida estaba en su hijo Eduardo recién nacido. "Todos mis amigos escritores creen que un hijo es algo romántico y como un poema", confió a su amigo Juvenal Ortiz Saralegui, "y un hijo tú lo sabes es la esperanza más humana de una verdadera madre y está sujeto a la dureza espantosa de la vida más que a la belleza y por él uno lucha como no lucha por uno mismo"[6].

"Repetir el amor es muy triste", escribió Blanca Luz, como si hubiera quedado para siempre detenida en ese desamparo y su vida no hubiera sido más que una fuga hacia adelante, apretando el paso para ganarle a la muerte y cuando todo se convirtió en pasado –los viajes, las pasiones, las revueltas, los gritos, los odios– solo quedó la inmensa soledad de la Isla, donde la muerte se abrazaba a la vida.

Roja vanguardia

Los Parra del Riego pertenecían a la alta burguesía peruana y contaban con medios económicos para llevar a Blanca Luz y su hijo a vivir a Lima. Fue entonces que se produjo su encuentro con Perú y con una América indígena hasta entonces desconocida, con Mariátegui y el marxismo revolucionario, con el Apra, fundado por el masón Raúl Haya de la Torre que reivindicaba las raíces afroindígenas de América.

En 1926, a pesar del gobierno de Manuel Leguía, Perú vivía un clima de efervescencia política e intelectual y José Carlos Mariátegui se había convertido en su epicentro. Había retornado de Italia en 1924, al año siguiente fundó el partido socialista peruano, afiliándose a la corriente marxista leninista, y publicó Escenas de la vida contemporánea. Blanca Luz vio nacer la revista Amauta, que reunía a jóvenes intelectuales y concurrió a la casa de Mariátegui en la que se desarrollaban las charlas más variadas sobre todas las corrientes filosóficas, políticas y artísticas del momento. Mariátegui podía hablar de teatro experimental, los manifiestos surrealistas, el cubismo, la danza, la revolución en México, Rusia, China y Alemania. Ella estaba fascinada. Tenía diecisiete años y se convirtió en una ferviente revolucionaria. Fundó la revista Guerrilla y publicó el libro de poemas Levante, arte social y de combate.

No obstante su amistad con el presidente Leguía, sus vinculaciones con la aristocracia limeña y su posición económica, sufrió la pena de destierro. En 1928, cuando se publicaron los Siete ensayos de Mariátegui que marcarían a toda una generación de latinoamericanos, Blanca Luz había vuelto a Montevideo. Traía en la valija un buen acopio de papel con el logo "Guerrilla, Atalaya de la revolución", y un enorme entusiasmo reflejado en sus cartas, que concluían con un "Salud y revolución". En Montevideo encontró un medio quieto, burgués en demasía: "He nacido en esta ciudad sudamericana, he salido a cantar por todas las calles del universo, he llorado a gritos, he amado a gritos. He peleado y he regresado a esta ciudad sudamericana y todo estaba igual"[7].

Por afinidades múltiples, se hizo amiga incondicional de Luis Eduardo Pombo, pareja entrañable del pintor Guillermo Laborde. "Pombito" la consideraba su "reina comunista". Con el pintor Domingo Bazurro habían logrado que el Círculo de Bellas Artes se convirtiera en un foro de las novedades políticas y sociales de la época, además de difundir las nuevas corrientes pictóricas. Sólo con ellos se sentía a gusto.

"¡Pobre mundo el día que [se] desplomen sobre él las nalgas de Luisa Luisi", se despachaba Blanca Luz en junio de 1928," pero qué imbéciles son en el Uruguay!¡qué pesados! los poetas son unos muñecones reyenos [sic] de piedras, melenudos, serios espantosos, las poetisas gordas, invertidas y sucias. [...] Ahí está La pluma[8], mira esos poetas momificados, egipciados, idiotizados. Mira esa Juana, a mí no me pasa, es muy criolla y repugna a mi olfato de mujer flaca y revolucionaria, es muy adulona, muy dulzona, llena de cositas redondas. [...] Todas esas augustas celebridades uruguayas me hacen mear de risa, ché pombito! por favor no publiques nada mío en la pluma, eso se parece a una guía telefónica, es muy burguesa, muy circunspecta, muy zumfeldiana... y yo acostumbro a tirar piedras a los pájaros, y a escupir los zapatos lustrados. Déjme desconocida, pero bastante odiada, y envidiada [...]"[9].

Convencida de su propio valor, llegó a escribirle a Pombo: "Eduardito: Guarda esta carta que será con el tiempo de un fabuloso valor histórico: fíjate fechada en el pueblo por donde yo nací". Se encontraba en Pan de Azúcar para un recital de sus poemas y su presencia despertó "la brutal curiosidad del pueblo" al punto de expresar: "Hoy saldré aunque sea disfrazada de dama de las camelias"[10].

Construyó una postura a imagen y semejanza de sus ideas. Setenta años después, Silvia Mainero recuerda esa originalidad: "Pombo me dijo que fuera a una exposición, que me la iba a presentar: Fui vestida con sombrero y saco de piel, como 'las burguesas'. En esa época nadie iba al centro sin sombrero, las únicas que no lo usaban eran las domésticas y las prostitutas. Ella me miró de arriba abajo, dio media vuelta y se fue. Blanca Luz se vestía siempre de negro, llevaba boinita y se peinaba el pelo bien apretado. Después nos hicimos íntimas amigas".

Ser revolucionario y joven –como ella– eran sinónimos, y así presentó a los poetas comunistas, "doblemente poetas", en las páginas del diario Justicia[11]. Todo se volvía rojo pasión para los convencidos bolcheviques de esos años, que ansiaban apurar la hora de la revolución. La Internacional Sindical Roja preparaba un gran congreso latinoamericano de sindicalistas a realizarse en Montevideo. El Socorro Rojo Internacional actuaba como red solidaria para los militantes comunistas dispersos por el mundo. En agosto de 1928 se celebraron en Moscú, organizadas por la Federación Roja del Deporte, las Espartaquiadas. Se festejaba el quinto aniversario de la creación de la URSS. La fuerte connotación del color llegaba hasta tal punto que una tienda de artículos para hombres llamada Al signo Rojo incluía sus avisos en las páginas de Justicia.

A Blanca Luz no le resultó difícil convencer a la dirección del diario comunista de publicar una sección semanal a su cargo. "El arte por la revolución" comenzó a fines de 1928 con un manifiesto: "No se abre esta página para regocijo de los intelectuales burgueses", "queremos un arte y una literatura proletarios", ordenaba romper "a patadas la torre de marfil", y abolir "todo aquello que tiene existencia y razón burguesas". La declaración terminaba con la consigna: "¡Abajo el arte por el arte! ¡Hay que servir a la Revolución!"[12].

Almas gemelas

En mayo de 1929, llegó a Montevideo David Alfaro Siqueiros como delegado de México al Congreso de Sindicalistas. Su visita tuvo gran repercusión, ya que era "uno de los más cotizados valores de la plástica contemporánea, pues junto con Orozco y Diego Rivera, dio notable impulso a la decoración mural a base de grandes planos y utilizando como motivo inspirador el espíritu de redención social imperante en los obreros y campesinos de Méjico", según escribió Luis Eduardo Pombo en Justicia. Los pintores Diego Rivera, Xavier Guerrero y Siqueiros integraban el comité ejecutivo del Partido Comunista mexicano desde 1923. Habían formado una Unión que agrupa ba a obreros, técnicos y plásticos, editando el periódico El Machete, al que se incorporó el revolucionario cubano Julio Antonio Mella, exiliado de la dictadura de Machado.

El arte de Siqueiros era revolucionario no sólo en sus motivos sino también en su estructuración y procedimientos técnicos. Utilizó por primera vez en la pintura monumental el fresco de cemento y aplicó instrumentos de producción mecánica. También fue una innovación que sus grandes composiciones murales se realizaran por medio de equipos de pintores, creando el trabajo colectivo, en contraposición al concepto individualista de la creación plástica. Pero, aparte de su labor de artista, Siqueiros era un hombre de acción y como tal vino al Río de la Plata. Sus conferencias despertaron apasionados debates porque renegaba de la pintura "pura", del arte por el arte y criticaba con dureza a sus cultores. Expositor de palabra fácil, de figura recia y porte de caudillo, envolvía a su auditorio con un raro poder de sugestión.

El encuentro de Blanca y Siqueiros fue el choque de dos astros salidos de su curso. Un amor fuerte y doloroso. Siqueiros se angustiaba pero no se arrepentía: "Mi mujercita chula, chulita a quien hice sufrir tanto por quererla tanto. Pero qué maravillosa la pasión bárbara que a veces me sale quemando de adentro del cuerpo y del pensamiento"[13]. Blanca Luz vivía esa relación como una lucha en medio de una pasión absorbente: "No puedo decirte nada que salga para afuera de los ojos de mi amor y de adentro de la felicidad más patética, de esta dislacerante aventura"[14], le confiaba a Luis Eduardo Pombo en una nota escrita desde Buenos Aires.

Abandonó todo excepto a su hijo Eduardo, al que llamaba Bebé. La sección de "El arte por la revolución" quedó a cargo de Giselda Zanni. Se embarcaron hacia el Norte, Nueva York primero, luego México, donde se casaron.

¡Que Viva México!

En el mural "Balada de la Revolución", pintado por Diego Rivera, aparecen sus amigos. El comunista cubano Mella se encuentra a la derecha junto a su compañera, la fotógrafa Tina Modotti. En el centro, Frida Kahlo quien, junto a sus camaradas del Partido, apoyaba la lucha de clases armada del pueblo mexicano. A la izquierda y en primer plano, David Alfaro Siqueiros empuñando un fusil.

Julio Antonio Mella fue asesinado en enero de 1929, mientras caminaba con Tina por una calle de ciudad de México. Un año antes se había producido el atentado y la muerte del presidente Obregón. México se encontraba bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, quien había derrotado a José Vasconcelos a pesar de haber sido acusado por los liberales de ser tan corrupto y dictador como Porfirio Díaz en su tiempo.

La vida en México no resultó fácil para la pareja. Estuvieron presos durante dos meses, Blanca Luz con su niño de cuatro años. A poco de liberados, Siqueiros participó en los desórdenes que siguieron a la celebración del 1 de Mayo de 1930 y estuvo en prisión por seis meses. Salió bajo caución, obligado a vivir en Taxco, sin poder salir del recinto pueblerino. Allí se hicieron amigos de Serguei Eisenstein mientras éste filmaba Que Viva México. Eisenstein llegó a considerar a Siqueiros como el más grande pintor de América.

Como el cineasta ruso, Blanca Luz celebró a ese país contradictorio. El gobierno perseguía a los revolucionarios pero además Siqueiros sufrió la expulsión del Partido Comunista Mexicano; se los acusó –sobre todo a Blanca Luz– de apoyar a Sandino, con quien el Partido no mantenía buenas relaciones. El revolucionario nicaragüense fue el único que les brindó ayuda cuando fueron perseguidos y se guarecieron durante quince días en las minas de arena de la meseta central. Otra versión habla de una operación camuflaje para desvincular públicamente a Siqueiros del Partido mientras pasaba a ser un agente soviético, como los hechos posteriores confirmarían[15]. En el mismo período, Diego Rivera se desvinculó del comunismo en una representación en la que no faltaron pistolas y tiros mariachis.

Penitenciaría-Niño Perdido era el trayecto del "camión" (ómnibus) que llevaba a Blanca Luz desde donde vivía con su hijo hasta la cárcel. Y ése fue el título elegido al publicar las cartas que escribió mientras duró la prisión. El género testimonial se convirtió desde entonces en la marca de Blanca Luz y así lo manifiesta, citando a Mariátegui, en el prólogo del libro que publicó en 1931: "Las únicas obras que sobrevivirán a esta crisis serán las que constituyan una confesión y un testimonio", Su sesgo testimonial fue el más elogiado por Alejo Carpentier Julio Supervielle, Baltasar Brum y el cubano Juan Marinello.

En un momento en que las artes comenzaban a registrar la emancipación femenina, Blanca Luz se convirtió en una enseña revolucionaria para las mujeres del continente. Redactó la primera versión del libro en el pueblo de Taxco, donde estaban prisioneros, con reflexiones que hoy parecen pueriles pero que rescatan el espíritu que animó a ese grupo: "La Revolución exige la entrega total en un desprendimiento doloroso de los más terribles anhelos de la carne y del espíritu. Yo no me creo una verdadera comunista (en mayúsculas)"; Blanca quería "llegar a ser una pequeña Rosa Luxemburgo". Sin embargo, no todo es mesianismo: el texto está cruzado por la pasión y la fantasía del reencuentro con su hombre. "...tenemos que besarnos y olvidarnos de todos." [Deseo] "acariciar tus pies, tu vientre, tus rodillas, tus manos. Tú me romperás las trenzas y no podrás remediar tus celos..."[16].

"Entregamiento de la burguesía mejicana surgida de la revolución al Imperialismo" es el nombre de uno de los tres murales que pintó Siqueiros en Los Ángeles, donde residieron en 1932. En la misma época, los pintores Rivera y Frida Kahlo triunfaban en "América". Diego inauguró en el Museo de Arte Moderno de Nueva York una retrospectiva de su obra. En un mes se vendieron más de sesenta mil entradas. Allí se codeaban los más altos representantes del capitalismo y los defensores del comunismo. "Los primeros se sentían más liberales y los segundos tenían la impresión de que ganaban puntos en su lucha"[17]. Ese idilio pronto se esfumó. Desde la costa oeste de Estados Unidos, Blanca Luz ansiaba volver al Sur para presentar una exposición de las obras de Siqueiros: "Será algo grandioso, como el paso de un planeta por siglos". Además: "la guerra está próxima, hay que apurar este minuto de terrible belleza".

Como el paso de un planeta por siglos

El 1 de marzo de 1933 ya se encontraban en Uruguay cuando Blanca Luz envió una carta al Comité Central del Partido Comunista en la que planteaba sus descargos frente a las acusaciones que le había hecho el PC de México. Subrayaba que había trabajado en la Lucha Internacional Proletaria (la organización de intelectuales formada por el partido comunista de México) y en la revista que publicó esa organización, Llamada. Destacaba, asimismo, que había sido miembro en Los Ángeles del John Reed Club. Exigía, por último, que se le diera la oportunidad de reivindicarse [18].

Es probable que la visita de Siqueiros al Plata respondiera a razones estratégicas en momentos en que la III Internacional decidía impulsar la conformación de Frentes populares para detener el avance del fascismo. El arte y la revolución estaban intrínsecamente unidos, así lo expresa Siqueiros en su carta al Partido, muy similar a la de Blanca Luz, aunque más rica en detalles sobre sus actividades como plástico y revolucionario. En ella afirmaba su confianza en que la técnica mural y el cine eran los "vehículos" apropiados para trasmitir el mensaje revolucionario a las masas. Pero el Partido Comunista uruguayo no los recibió oficialmente y Justicia no registró esta segunda visita, la más trascendente de Siqueiros al Plata. Sus amigos: Luis Eduardo Pombo, Laborde, el maestro Jesualdo Sosa y el historiador Francisco Pintos organizaron un comité de recepción integrado por Arzadun, los arquitectos Cravotto y de los Campos, el poeta Basso Maglio, el dramaturgo Zavala Muniz, entre otros.

"Antes se decía clase contra clase. No había ningún interés de contemporizar con la burguesía para nada. Pero en el año 33, siendo Henri Barbusse presidente del Comité Antiguerrero –lo integraba también Anatole France–, se dio un giro y se empezó a hablar de unidad y alianza con las fuerzas progresistas. Se resolvió hacer un Congreso en América Latina y se eligió el Uruguay por ser más democrático", relata Silvia Mainero. "Cuando estábamos preparándolo, Terra dio el golpe de estado, que trajo algunos inconvenientes, pero igual se hizo. Siqueiros llegó para el Congreso: aunque había sido expulsado del Partido Comunista mexicano, estaba cien por ciento con el partido, con una lealtad extrema. No quería aparecer encabezando nada por su situación pero hizo un movimiento de unidad; fundó una organización de intelectuales, la Confederación de Trabajadores Intelectuales del Uruguay. Blanca Luz aparecía porque no estaba signada, pero él la impulsaba".

El trabajo de unidad y la concreción de un frente opositor a la dictadura de Terra fue una tarea que llevó muchos años. Aún no se había concretado cuando se produjeron los primeros actos de resistencia espontáneos; el estreno de la pieza teatral La Cruz de los Caminos de Justino Zavala Muniz, en el teatro Solís, fue uno de ellos. La obra terminaba con el personaje central preguntando: "¿Quién nos guiará en esta cruz de los caminos?". "La Unión Soviética es la luz que nos guía", tronó el vozarrón de David Siqueiros, desde el "gallinero"[19].

Teniendo en cuenta este incidente, los amigos le impiden concurrir a la celebración del 1 de Mayo y se apuran a concretar la visita de Siqueiros a Buenos Aires. Llegó un 25 de mayo. Sus anfitriones fueron la prestigiosa Victoria Ocampo, directora de la revista Sur, el poeta Oliverio Girondo y los encargados de la exposición en Amigos del Arte. Con Girondo recorrieron La Boca en busca de un muro que pudiera contener los planos monumentales y el mensaje revolucionario del mexicano. Siqueiros se sumergió en una actividad portentosa: pintaba, escribía, preparaba la exposición de sus enormes cuadros y se desesperaba por estar lejos de Blanca Luz, a quien asediaba con telegramas que anunciaban cartas y cartas que reclamaban respuestas.

Blanca Luz se encargaba de llevar adelante la Confederación de Trabajadores Intelectuales (CTIU) y en junio comenzó a publicar el órgano del sindicato, Aportación, cuyo lema era: "Por el derrumbamiento del régimen capitalista y por la construcción del socialismo". En la carátula del primer número se describía el detalle de uno de los tres frescos gigantes pintados por Siqueiros en Norteamérica y se anunciaba la exposici6n de las fotografías en el Ateneo [20].

Ese año publicó Atmósfera arriba, veinte poemas, mientras preparaba la segunda edición de Penitenciaría-Niño Perdido, que llevaría su foto en la portada. La imagen registraba a Blanca Luz sobre una tarima y al fotógrafo de hinojos haciendo la toma. Siqueiros aparece a un costado en actitud de estar ordenando la escena, que se desarrolla en la cubierta del Vapor de la Carrera.

Además de reclamos, en sus cartas Siqueiros incluía detalles de la organización de la muestra y sus esperanzas de vender las obras, a pesar de los desacuerdos con los organizadores, a quienes llamaba "enemigos del arte". En alguna de sus charlas llegó a violentar a los oyentes y tuvieron que suspender la conferencia. Fue entonces cuando apareció en escena Natalio Botana, el director del diario Crítica, quien le propuso decorar su casa de campo. Fue al mismo tiempo su salvación y su condena. Blanca Luz fue a instalarse en Buenos Aires. Escribió a un grupo de camaradas reclamando noticias sobre la CTIU y dando órdenes de cómo deberían proceder en adelante. En la misma nota adelantaba que saldría un suplemento de arte en Crítica, ilustrado desde la carátula por Siqueiros y que ya comenzaba la decoración de la casa de "Mister Botana".

Natalio Botana era uruguayo de nacimiento pero había desarrollado su carrera periodística en Buenos Aires, donde revolucionó la industria periodística creando un producto original –un pasquín, según sus detractores– en el que la página policial tenía más importancia que la política. Dio cabida a intelectuales de Florida como Jorge Luis Borges y miembros del grupo de Boedo como Roberto Mariani y Raúl González Tuñón[21]. Llevando el tiraje de su diario a un nivel desconocido en el Plata –700.000 ejemplares– multiplicó sus ingresos. La prensa resultó un buen negocio, aunque sus enemigos agregaban que la fortuna provenía de las extorsiones que realizaba con la ayuda de Crítica.

Era un millonario "de esos que sólo la Argentina o los Estados Unidos podían producir", afirma Neruda en sus memorias. En 1933, en ocasión de la visita de Federico García Lorca a Buenos Aires, Neruda disfrutó de una fiesta y una aventura "erótica cósmica" en esa mansión que contaba con una biblioteca compuesta de incunables y cuyo piso estaba tapizado con pieles de ocelotes y tigres de todas partes del mundo. El encuentro amoroso se desarrolló en una torre que coronaba la gigantesca piscina. La poetisa que Neruda describe rubia, vaporosa y de ojos verdes no coincide con la imagen de Blanca Luz, ¿o sí?[22]

En julio de 1933 se inició la primera experiencia muralista en el Plata, bajo la dirección del mexicano. Fueron invitados a participar varios plásticos jóvenes –Spilimbergo y Castagnino de Buenos Aires, Berni de Rosario–. Siqueiros deseaba que se integrara un uruguayo de la Unión de pintores para completar el "equipo poligráfico". Si el derroche fue la impronta de Botana, no es difícil imaginar que pusiera todo a disposición de Siqueiros para decorar los muros y el piso de la bodega de Don Torcuato. Para Siqueiros, era la oportunidad de ensayar diversas técnicas, el registro en film-packs y la filmación del proceso de construcción del mural, la proyección de fotografías de Blanca Luz desnuda sobre los muros donde se incorporarían esas figuras. Todo hablaba de una revolución "cinetofílmica" en las artes. Blanca Luz se sentía y era el centro de la Creación. En el contrato no figuraba que el millonario se quedaría con la mujer del pintor.

"Yo estuve allí, hicieron una cosa preciosa", recuerda una amiga de los Botana. "Era como entrar adentro de un huevo, todo redondo, menos el piso, las paredes cóncavas, el techo, todo decorado con motivos del fondo del mar. Entrar ahí era como estar adentro del mar; plantas, peces, elementos marinos." Gran parte del mural está ocupado por desnudos de mujer. "Ahí se armó el desastre, porque Blanca Luz tenía una vida muy libre pero una vida limpia; en cambio con Botana ya fue porque tenía plata. Ella cambió de vida, empezó a gastar y a vestirse con lujo.

Botana era riquísimo pero ayudaba a la gente de izquierda, a los muchachos jóvenes, Raúl González Tuñón, a la gente del grupo de Boedo. Siqueiros estaba desesperado, estaba enamorado hasta la médula. Yo conocí la etapa de Siqueiros desesperado, andaba a los tumbos por Blanca Luz", afirma Silvia Mainero.

A los problemas sentimentales de Siqueiros se agregaron los políticos: participó de manifestaciones de apoyo a una huelga y fue expulsado de Argentina. Se embarcó en un carguero rumbo a Nueva York, que seguiría la ruta que cinco años antes habían recorrido con Blanca Luz. Aún en Concepción del Uruguay, el 16 de diciembre, le escribió: "Nosotros no dejamos de tener cierta inquietud debido a la sacada de mis cuadros de los Amigos del Arte. Aunque nos parece sin embargo que les será muy difícil localizarnos"[23]. Alentaba la esperanza de que ella lo acompañara. Las cartas indiscretas que guardó Pombo revelan que .hubo una despedida y que ésta causó disgustos: "Botana y yo estamos enojados porque es un estúpido celoso que no ha podido entender que a última hora yo haya despedido a David que se embarcó ayer para Nueva York. Además cené con David y me acosté con él"[24].

A fin de año, Blanca Luz preparaba una gran fiesta con la que "se festejará año nuevo en Don Torcuato" y ordenaba, más que invitaba, a su amigo Pombo que viajara a Buenos Aires y trajera a "Bebé". Por su hijo se veía obligada a viajar continuamente entre Buenos Aires y Montevideo, donde vivía su hermana Violeta con el niño. En esa época no podía vivir sin Botana. Recordaría esta pasión sin hacerse reproches: "Es atroz, es canalla que sórdidos enemigos me ataquen por ese instante de mi vida del que no me arrepiento. Absurdo es que para desprestigiarlo y desprestigiarme le hayan llamado burgués, bandido y Al Capone. Yo lo recuerdo como a un Emperador... Era un audaz y un triunfador y sabía que vivir no era ese ideal doméstico de llegar gordo y feliz a la vejez, sino atirantado en cualquier gran pasión, en cualquier grande lucha"[25].

Esa mujer, la otra

Una trayectoria signada por los hombres con quienes vivió tiende a escamotear a la verdadera Blanca Luz. Pero nada parece afectarla menos si los juicios de valor provienen de otras mujeres: "¿Qué significa en mi vida la intervención de esas vacas furiosas que se llaman mujeres? ¿Qué diablos gritan? ¿De dónde salen estos títeres de viento? ¿Estas culebras de trapo? Una vez vi una de cerca; tenía el color verdoso y lívido de las muertas, unos dientes enormes y caídos, y vertía babas heladas"[26].

Reconoce en forma altiva haberse entregado a la pasión. "Le he levantado piras de altos fuegos, de rugidoras llamas... y la ronda de la calumnia y de la envidia se ha ido quedando atrás vagando con un fatigado aire lívido y pegajoso. " Blanca Luz contra la corriente es el título de estas confesiones publicadas en Chile en 1935, donde se presenta en forma majestuosa. Siente asimismo la necesidad de testimoniar una vida azarosa, para decirnos que además de los hombres que amó y la amaron, existía por sí misma.

La radicación definitiva de Blanca Luz en Chile coincide con una transformación tanto en su aspecto como en sus posiciones políticas. A medida que pasan los años se la ve rubia, oxigenada, "demasiado redonda" y cada vez más conservadora. "Debería haber muerto joven", dice Silvia Mainero, "hubiera sido mejor que no ingresara en la opacidad de la vejez y tuviera que enfrentar a esa otra mujer en la que se convirtió. Aún le faltaba recorrer la mitad de su vida".

En 1939, aparece Cantos de América del Sur y ella en su portada, en medio de un campo de espigas, sosteniendo con fuerza una hoz que hiende el aire. Su filiación no puede ser más clara; "Aló, radio Moscú", certifica uno de los poemas. Dedica algunos a sus dos hijos, Eduardo y María Eugenia –nacida a fines de 1938–. Divorciada de Siqueiros, se había casado con Jorge Béeche, un ingeniero de minas, aviador civil y diputado radical, con quien vivía en el norte. El casamiento fue también católico, gracias a su amistad con sacerdotes de raíz "cristiana socialista". "Soy feliz", afirma, "soy uno de los seres más felices" y "esto no lo pueden entender los pobres diablos". La maternidad endulza su lenguaje y la aproxima a la Juana que ella había despreciado: "Eduardo y María Eugenia... benditos sean ellos, purificadores y maravillosos. Quisiera andar descalza para no agitar el aire de mi dicha. Quisiera morirme de pronto de tan agradecida que estoy"[27].

El Partido Radical formaba parte del Frente Popular que llevó a la presidencia a Pedro Aguirre Cerda, en 1938. El frente conformado por una alianza de partidos progresistas gobernó hasta 1942. A la muerte de Aguirre, Blanca Luz se desempeñó como jefe de Prensa, propaganda y radio durante la lucha electoral que llevó al candidato del Partido Radical, Juan Antonio Ríos, su amigo personal, a la primera magistratura. Fundó Arte Mural y, después de seis años sin dar señales, le escribió a Luis Eduardo Pombo: "¿Conoces mi cuaderno americano antinazista? Ese cuaderno es algo en mi vida desesperada pues la pampa enloquece con su soledad y su silencio, con su color de muerte pelada. Allí residimos, pues allí están los intereses de mi marido, pero yo me escapo cada 15 días y hago mi revista en la imprenta del pueblo más cercano, Antofagasta, 6 horas de auto hasta mi casa, un puerto triste". Ya no era feliz: " Te hablaré de mi marido, un hombre como todos, pero con educación...". Pronto se separó de Jorge Béeche.

Se enteró al mismo tiempo de la muerte de Laborde y de la caída de Francia en manos nazis. En una carta declara estar profundamente afligida: "Aún lo estoy y no sé cómo puedo organizar mi revista ni escribir cartas, porque a veces hasta he pensado en el suicidio durante esta guerra que es la derrota de la civilización, de todos nuestros ideales, de todo el valor humano"[28].

Un chancho se ha comido mi vestido de novia

El descubrimiento de la confusa negociación que llevó a la suspensión de la ayuda a la España republicana y al retiro de las brigadas internacionales y, de inmediato, la concertación del pacto germano-soviético, fueron hechos que provocaron un gran desconcierto en muchos intelectuales que hasta el momento habían sido militantes de la izquierda. La desafiliación del francés André Malraux, del norteamericano John Dos Passos, brigadistas en la España republicana, impactaron a. Blanca Luz para quien la invasión de Rusia a Finlandia fue la ruptura final.

"¿Qué significa lo de Finlandia? Mi vida entera ha sido consagrada [...] al comunismo porque he creído y creo que el comunismo es la única doctrina digna del hombre en la tierra. ¿Pero es aquello acaso comunismo? Estoy como es lógico estarlo en contra de los Imperialismos, del Ruso y del Inglés.

Yo nunca había dudado de Stalin, hoy sí

Intentó explicar su posición a sus amigos, en carta dirigida al poeta Juvenal Ortiz Saralegui, aunque les recuerda que tampoco estaban de acuerdo con ella cuando llamarse comunista significaba algo así como delincuente. Pregunta: "¿Quiénes son los que han cambiado hoy? Yo creo no haber cambiado, al menos, creo en la justicia de la tierra y en la justicia de Dios". No ahorra adjetivos y crudeza para denunciar lo que considera "una puñalada al comunismo internacional", cuando los únicos que hubieran protestado "habrían sido los de la vieja guardia bolchevique, y como tú sabes, hermano, hace mucho tiempo que descansan con el cráneo trepanado por los revólveres de la G Vel". "Stalin utiliza los mismos métodos que el fascismo, ¿por qué el pacto con Hitler, por qué no se ayudó a la Revolución Social en España, ya declarada y en marcha? Ese era el momento, el de España y el de Europa. Lo de hoy es sólo expansión rusa. Imperialismo [...] ". "Saqueo, han invadido nuestra casa y un chancho se ha comido mi vestido de novia", dramatiza. Finalmente les pide que sólo le respondan sobre la base de una "terrible sinceridad" ya que no quiere hablar "con gente sojuzgada, con pobres diablos [...]"[29].

Nunca negó sus raíces cristianas y en esta hora las retomó. Sólo Dios parecía dar respuesta a tantas decepciones. Se aproximó nuevamente a Esther de Cáceres, quien tenía una posición cercana a la del filósofo Jacques Maritain, el "personalismo cristiano". Pero ser cristiana no es lo mismo que mojigata. Mantendría numerosos romances, tan variados como los de su vida anterior, con otro signo político, es cierto. Juan Domingo Perón, por ejemplo, con quien tuvo una "relación muy poussée", de acuerdo a la expresión de una contemporánea. Que estuviera casada nuevamente, ahora con el rico gerente de la Panagra (o Braniff) no fue impedimento, tampoco un nuevo hijo, Nils, nacido en 1948.

Consideraba al peronismo como la etapa en que su vida había adquirido filiación política. Lo definía como "un movimiento social y popular indestructible, pienso que aún hoy [1962] Perón como el Cid sigue a grandes distancias ganando sus batallas". Admiraba a Eva Duarte: "una criatura maravillosa, incomprendida por los egoístas de siempre y amada por los que sufren". Olvidó seguramente que Evita le dio 24 horas para salir de Buenos Aires cuando se enteró de la amistad más que íntima entre ella y Perón.

Su regreso a Chile no la desvinculó de la política argentina, tampoco la caída de Perón en 1955. El gobierno de Aramburu la sindicaba como agente en Chile, presunción en parte confirmada. Primero fue la espectacular fuga de la cárcel de Río Gallegos y el asilo en Punta Arenas de John William Cooke, Héctor Cámpora, Jorge Antonio, Guillermo Kelly, José Espejo y Pedro Gómiz, "en la práctica, las cabezas políticas, gremiales y financieras del peronismo clandestino", según el periodista Carlos M. Gutiérrez en el diario La Mañana (marzo de 1957). La teatralidad de la fuga a bordo de dos automóviles amarillos hasta la frontera chilena, donde se asilaron, fue reiterada en Santiago por Guillermo Kelly, esta vez disfrazado de monja. Blanca Luz le proporcionó los elementos para hacerlo. Muchos la conocen como "la mujer de Kelly". Cuesta creerlo: ¿mujer del "siniestro líder de la Alianza Libertadora Nacionalista"? La Alianza era en sus orígenes un movimiento de ideología fascista y nacionalista que se convirtió luego en fuerza de choque del gobierno "para la amenaza de los opositores, la violencia organizada y el asesinato", según el artículo de La Mañana[30].

La colaboración con la fuga de Kelly no pudo menos que complicar su situación en Chile. ¿Fue entonces que decidió trasladarse a la Isla de Robinson Crusoe? ¿O fue confinada allí por el gobierno? Todavía en 1960 le escribe a Esther de Cáceres: "Aquí estuvo Rodríguez Fabregat, ese amigo extraordinario, inteligente, fino y humano [...] vino y habló con quienes había que hablar respecto a mi situación. Mas no sé cuál sería su éxito pero valor y hombría le sobró frente a la pequeñez, a la venganza y la hipocresía. Nada de eso me afecta ya"[31]. El "episodio Kelly" incidió en el deterioro de su matrimonio que languideció hasta la ruptura en 1964, momento que eligió para escribir un nuevo libro de testimonios: Mientras un mundo muere.

A partir de esos años sus posiciones políticas serán cada vez más conservadoras hasta hacerse francamente reaccionarias. Si bien al comienzo sus opciones se inclinaban a la llamada "tercera posición" y manifiesta hacer "justicia social sin Rusia" rescatando el ideal americanista bolivariano, luego terminaría viendo en todas partes "la amenaza roja". A comienzos de la década del sesenta sostuvo: "A mí no me molestan los ideales económicos de los comunistas, al contrario. La lucha contra ellos es nada menos que por la libertad del hombre. Por la libertad del espíritu. A los otros esa libertad no les importa, sólo sus tierras, sus vacas, sus dineros". Y se alegraba de que la iglesia chilena donara sus tierras a los pobres: "Nuestro maravilloso Cardenal Silva Henríquez ha sido el que ha dispuesto todo. La tierra a los campesinos, dijo a la oligarquía feudal y egoísta"[32].

En 1963, apoyó la campaña electoral de la Democracia Cristiana por afinidades personales: "Ha salido Frei [que] es amigo mío. Chile se salvó de la amenaza roja. Mi isla votó entera por él. Frei me llamó al otro día para agradecérmelo". Pero cuando se hicieron las primeras reformas sociales consideró que la Democracia Cristiana era una "farsa política", "especie de comunistas vergonzantes y desvergonzados" porque "saquearon, despojaron de sus bienes a quienes los tienen". "¡Ojo con ellos!", le dice a Esther de Cáceres, en 1966[33].

Todo se precipitó en 1970 con el triunfo de la Unidad Popular. Blanca Luz entró en pánico y anunció días de violencia y de sangre para Chile. Corrigió su juicio sobre los cristianos porque la disyuntiva había pasado a ser, según subraya en una carta a Esther de Cáceres, democracia o marxismo. Era tal su miedo que quería desprenderse de todo, aun de su cabaña en la isla. Ansiaba irse de Chile y para ello no dudó en rogar a quien no conocía: "Por valija diplomática he mandado ayer una carta al Presidente Pacheco Areco exponiéndole la situación material y moral que prevalece aquí al elegirse un Presidente marxista". Pulsaba así la cuerda más sensible del mandatario uruguayo para conseguir una misión cultural o consular en algún país. "Ojalá Argentina, Perú o España", fantasea.

El cruento golpe de estado de septiembre de 1973 con que se inició la dictadura del general Pinochet confirmó su premonición de un baño de sangre, pero la tranquilizó. Años más tarde recibiría una condecoración de manos del propio dictador. Duele creerlo. Se había convertido, definitivamente, en otra. Murió en Chile el 7 de agosto de 1985. Sus continuos cambios de opinión y ese infeliz episodio final velan el juicio de sus contemporáneos. Fue una aventurera, dicen; tuvo una vida fascinante, agregan. La escritura fue su refugio, desde allí quiso entender a una Blanca Luz que la sorprendía en cada recodo de la vida.

Entre tantos datos contradictorios, perdura el recuerdo de su perfección física. "He cuidado mi cuerpo junto a mi pensamiento, porque para mi ánimo creador quiero la gracia de un cuerpo joven y entusiasmado", admite en sus testimonios. Una mujer carnal que celebraba la gloria de los sentidos sólo podía escandalizar o cautivar. No caben dudas de que se sentía profundamente libre, aunque fue cautivada, a su vez, por la mirada de los otros.

Una viajera visitó la isla al promediar la década del 60 y recuerda a la Blanca Luz que los recibió apenas tocaron puerto: "Cubierta con una enorme capelina y envuelta en gasas o tules. Era sorprendente verla desfilar entre los modestos pescadores, rumbo a su cabaña en medio de un bosque maravilloso de alerces y de pinos. Durante los seis días que estuvimos en la isla fuimos varias veces a su casa, pero una noche invitó sólo a los hombres a cenar, entre ellos a mi hijo de catorce años. Los esperaba tendida en una enorme chaise-longue sólo cubierta con una piel de oso".



[1] Correspondencia de Blanca Luz Brum, Montevideo, 14 de abril de 1963. Archivo Esther de Cáceres, Departamento de Investigaciones y Archivo Literario (DIAL), Biblioteca Nacional (NB)

[2] Blanca Luz contra la corriente, Ediciones Ercilla. Santiago de Chile, 1936 p.17

[3] Correspondencia de Parra del Riego, Archivo Esther de Cáceres, (DIAL-BN)

[4] Blanca Luz Poemas, "Prólogo", Juan Parra del Riego, Montevideo, septiembre de 1925

[5] Blanca Luz contra la corriente, op. Cit.,p.132

[6] Correspondencia, 22 de noviembre de 1939, Archivo Juvenal Ortiz Saralegui.

[7] Blanca Luz contra la corriente, op. Cit. P.13

[8] La pluma, editada por Alberto Zum Felde, ha sido considerada una de las raras expresiones de la "vanguardia estética de los años 20".

[9] Correspondencia Blanca Luz Brum, 24 de junio de 1928, Archivo Luis Eduardo Pombo, (DIAL-BN)

[10] Ibíd., 6 de junio de 1928.

[11] Justicia, sábado 13 de diciembre de 1928.

[12] Justicia, sábado 30 de noviembre de 1928.

[13] Correspondencia de Siqueiros a Blanca Luz Brum, Buenos Aires, junio de 1933, Archivo Luis Eduardo Pombo (DIAL-BN)

[14] Correspondencia, Buenos Aires, Junio de 1929, Archivo Pombo.

[15] Años más tarde Siqueiros participó en la Guerra Civil Española a las órdenes del general Meija y a su regreso se complicó en el atentado fallido contra León Trotski, exiliado en México desde 1937.

[16]Penitenciaría-Niño Perdido, Blanca Luz Brum, segunda edición corregida. Impresora. Uruguaya, Montevideo,1933,p.50

[17] Frida Kahlo, Jamis Rauda, Ed.Circe, Barcelona 1992, p.185

[18] Archivo Pombo (DIAL-BN).

[19] Anécdota relatada por Alberto Vandeau y registrada por contemporáneos del episodio.

[20] Aportación, No I Año I, Junio de 1933.

[21] Los escritores del grupo de Florida experimentaban con los distintos movimientos de vanguardia de moda en los años 20 editaban la revista Martín Fierro. Los autores del grupo de Boedo –un barrio de trabajadores– trataban de definir una nueva conciencia –realista– socialista y estaban vinculados al movimiento Clarté que animaba el escritor francés Henri Barbusse.

[22] Confieso que he vivido, Pablo Neruda. Editorial Losada, Buenos Aires 1974,p.158

[23] Cartas de Siqueiros a Blanca Luz, 16 de diciembre de 1933.

[24] Correspondencia a Blanca Luz Brum, nota s/f, Archivo Pombo.

[25] Blanca Luz contra la corriente, op.cit.,p.14

[26] Blanca Luz contra la corriente, op.cit.,p.41

[27] Correspondencia, 22 de noviembre de 1939, Archivo Ortiz Saralegui, (DIAL-BN)

[28] Correspondencia, 30 de noviembre de 1940, Archivo Pombo (DIAL-BN)

[29] Carta s/f, Archivo Ortiz Saralegui (DIAL-BN)

[30] En la Sierra Maestra y otros reportajes, Carlos María Gutiérrez. Ed. Tauro, Montevideo,1967.

[31] Correspondencia, 27 de septiembre de 1960, Archivo Esther de Cáceres, (DIAL-BN)

[32] Correspondencia de Blanca Luz Brum , 29 de junio de 1962, Archivo Esther de Cáceres 8DIAL-BN)

[33] Ibíd.,1966.

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