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En la trastienda de la política

La primera vez que tuve una conversación con Ketty Garat fue el 20 de junio de 2008. Había desaprovechado el breve tiempo que coincidimos en la redacción de Libertad Digital, ella en la televisión y yo en el periódico. Era el 16º Congreso del Partido Popular, en Valencia, en el que un discutido Mariano Rajoy empezó a hacer de la formación su propio partido. Compartiendo charla estaba Mariano Alonso, con quien yo ya tenía relación. Hablando de aquel momento clave de la vida política española, descubrí que Ketty Garat era una persona apasionada por el periodismo y por la política. Y que tenía una simpatía personal arrolladora.

Volví a coincidir con ella no mucho después, compartiendo semanalmente tertulia política en La Quinta Columna, conducida por Eduardo García Serrano, junto con Alberto Pascual, César Sinde y Juan Manuel Pozuelo. Todos recordamos aquella temporada con mucho cariño. Y todos descubrimos que Ketty, además del juvenil impulso de abrirse camino, tenía información de primera mano, buen criterio periodístico y capacidad para exponer sus aportaciones.

Después del crucero, el aserrado y el redondeado en Servimedia, la cadena COPE y el grupo Libertad Digital, la primera talla de este diamante en bruto del periodismo español es el libro Bajo las alfombras del Congreso, editado por Planeta.

El subtítulo es "Cómo son los políticos cuando creen que nadie les ve". Pero sí les ven. Les ve, por ejemplo, Ketty Garat, como queda claro en estas 363 páginas. He dejado fuera del recuento las últimas, porque el epílogo está firmado por el presidente del Congreso, Jesús Posada. En su apreciación del libro, Posada recuerda los obligados antecedentes de la crónica parlamentaria. Camba, Pla, Azorín, Carandell... No se limitaron a glosar los discursos de los políticos, cuando todavía las alocuciones parlamentarias merecían ese nombre. Carandell, por ejemplo, buceó en la historia para relatar las anécdotas de las Cortes de Cádiz. Otros entresacaron aquellas vivencias de la trastienda de la política de la que fueron testigos. Este es el empeño de Ketty Garat.

De la entretenida lectura de este libro se desprende mucho más que el polvo que yace bajo las alfombras del Congreso. Vemos a los hombres y mujeres públicos desplegando durante la IX Legislatura, a borbotones, todos los pliegues de la naturaleza humana. Y no sólo los más excelsos. La ambición, la vanidad, el ingenio, la estrategia, la mentira, la deslealtad... van pasando ante el lector en una sucesión de breves historias protagonizadas por nombres bien conocidos por todos. José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, José Antonio Alonso, María Teresa Fernández de la Vega, Soraya Sáenz de Santamaría, Josu Erkoreka, Josep Antoni Durán i Lleida... Y José Bono. Bono hubiera sido el protagonista de cualquier obra de la picaresca española, y no podía dejar de serlo en la sede de la picaresca política, más cuando su papel fue el de presidente del Congreso. "La prima Bonna" es el capítulo que Ketty dedica al de Salobre. Aquí aparece retratado con su ajada elocuencia, sus principios corruptibles, sus artimañas de corto alcance.

Nos frotamos los ojos volviendo a ser testigos de los hirientes disparates de Joan Tardá para comprobar luego (yo mismo he podido hacerlo) que éste despliega simpatía y atenciones con los periodistas de todos los medios. Acompañamos a Elena Salgado en su oratoria ahogada en un manojo de nervios. O vemos cómo unos diputados del PP se valen del personaje maquiavélico de Rubalcaba, quizás adherido a su persona hasta confundirse con ella, para correr el rumor de que les espía gracias a un malvado ingenio llamado Sitel.

Garat llega hasta los huesos del Congreso. Literalmente. Los que hallaron en los sótanos de uno de los cuatro edificios que lo forman. Nos traslada a una reunión, a puerta cerrada, donde estalla una bronca monumental entre José Bono y Celia Villalobos. Nos transcribe 17 episodios en los que un micrófono traicionero recoge unas palabras inoportunas. Recoge las patadas y los puñetazos de los diputados que se han quedado fuera de una votación por tardones.

Pero el libro es mucho más que una colección de anécdotas, relatadas con gracia y eficacia. Garat nos muestra cómo la prolija maquinaria de las enmiendas a los presupuestos desborda la capacidad de los diputados, que acaban votando lo que no entienden y ni siquiera conocen. En este sistema dizque democrático las decisiones las toman unos pocos y los diputados sólo tienen importancia numérica, especialmente en legislaturas como la anterior, sin mayorías absolutas: entonces entran en múltiples combinaciones de abstenciones, votos a favor y en contra, y conforman la "geometría variable" tan alabada por Zapatero. Una geometría variable que corre a favor de los intereses de los partidos nacionalistas y en contra de los nacionales y, sobre todo, a favor de intereses particulares y en contra de los generales. Tan particulares como los 100.000 euros derramados sobre la fundación de un médico catalán sólo porque tuvo la suerte de cuidar de una pierna, de dos que tiene, del diputado Sánchez Llibre.

También se ve cómo los diputados, que no tienen control sobre el botón que deben apretar y no van a cambiar por un discurso de nadie, dejan vacíos sus escaños a la menor ocasión. Lo dice Rosa Díez y lo recoge Garat: "Es la dinámica de los plenos en los que nadie escucha a nadie, porque vienen con el voto predeterminado previamente al margen de lo que se diga, lo que hace que muchos diputados digan: ‘Bueno, pues si puedo hacer algo más útil que el no parlamentarismo’... y lo están haciendo". Al final esos marxistas que ya ni existen, los de la Guerra Fría, van a tener razón con eso de la "democracia formal".

De modo que no son sólo anécdotas lo que se va a llevar el lector. Es también el retrato veraz y apasionado de cómo funciona la política no sólo en el Congreso sino en las ruedas de prensa posteriores al Congreso de Ministros o en una caravana electoral. Veraz y apasionada: dos palabras que retratan como pocas a Ketty Garat. Cuando ella intenta acercarnos la persona de Soraya Sáenz de Santamaría, utiliza unas palabras que valen también para la periodista: "Una mujer joven a quien no recibían precisamente con los brazos abiertos y con ‘ganas, fuerza e ilusión’ por trabajar en el Parlamento". Y añade: "Ser mujer y joven es una combinación que siempre te coloca frente a los leones". Frente a los leones del Congreso nos coloca ella, en estas páginas de su primer libro.

Ketty Garat, Bajo las alfombras del Congreso, Planeta, Madrid, 2012, 367 páginas.

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