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LIBROS: PIDO LA PALABRA de CARMEN MARTÍN GAITE

Figuras de papel: Palabra dada

Su voz nos sigue hablando, diría Borges. Afortunadamente. Me refiero a la escritora española Carmen Martín Gaite, de quien acabo de leer con placer y sumo interés una reciente compilación de textos titulada Pido la palabra.

Aquí se presenta una de las facetas más celebradas de la autora, la de conferencista, que viene a sumarse a su poderosa obra como novelista, ámbito en el cual llegó a ser una de las autoras más galardonadas de las letras españolas.

Estas veinticinco conferencias tratan sobre una extraordinaria variedad de temas, que van desde los amores malditos o la España del siglo XVIII. Aquellos textos orales de la escritora (fallecida en el 2002, cuando tenía 75 años) permiten al lector de hoy acercarse, de manera erudita y sagaz, a escritoras como Rosalía de Castro, Viginia Woolf, Rosa Chacel, Emily Bontë y, asimismo, a su admirado Flaubert y, en fin, a su buen amigo y colega Ignacio Aldecoa.

“La mirada del escritor”, sostiene en uno de sus sabrosos textos, “es anterior a la visión”. Luego, hablando del oficio del escritor (que puede devenir en destino, como decía Octavio Paz), a través del análisis de tres celebradas novelas suyas (Ritmo lento, Retahílas y El cuarto de atrás), desmenuza la tarea de escribir, que tanto llama la atención de quienes la ejercen como de aquellos que observan a los escritores como personajes singulares. Por cierto, señala que “cuanto más pie dé una obra a interpretaciones dispares más viva está”.

Cuando escribía, destaca, lo primero que percibía era el ambiente donde se desarrollaría luego la acción. En su caso, la memoria personal jugaba un rol preponderante, pues ella solía coser las diferentes partes de una novela (que no es una mera colección de anécdotas como bien dice Naipaul en su reciente Leer y escribir), que son un todo y acercan hasta la confraternización los aspectos biográficos y sociales, más allá de la anécdota que se cuenta y que es, como decía Graham Greene, una cortesía para con el lector. (Dicho sea entre paréntesis, el gran desafío que Hemingway se había impuesto fue el de escribir una novela sin tema, algo logrado por algunos maestros de las letras francesas y por él mismo, en el cuento).

Ahora bien, hablando de la obra narrativa (esto lo vemos en otra de sus conferencias, puesto que la suma de ellas ofrece una dimensión del profundo mundo literario de la autora, de su riqueza y vastedad), Carmen Martín Gaite sostiene que “la clave de un cuento radica en la reviviscencia de algo que reclama su derecho a no ser olvidado”. Quien lo sienta, señala la autora española, debe saber que para que se convierta en un hecho artístico “lo que tiene que hacer para salvarlo es reconstruirlo como narración”.

La conferencia titulada “El viaje como búsqueda” (“forman una simbiosis arraigada en los más hondos estratos de mi experiencia infantil”), donde recuerda a Carmen Laforet, la conferencia (espléndida) llamada “Los viejos en la literatura”, o bien sus notas y apuntes de las andanzas por las burbujeantes calles de Nueva York, adonde viajaba para impartir cursos de literatura, proporcionan una lectura tanto de las profundas experiencias de quien conocía tantos papeles que fueron vidas (como diría Cunqueiro) como los rincones fascinantes de aquella ciudad que fuera para ella el reino de este mundo.

Disfrutable, inteligente, y cargado de la nostalgia y el perfume de una autora impar.

Carmen Martín Gaite, Pido la palabra, Anagrama, 2002.

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