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Diez años ya de Ilustración, sólo diez años de Liberalismo

Los grandes aniversarios, los números redondos, tienen tanto de cumpleaños como de esquelas. Diez años de vida son para una revista de pensamiento motivo de felicitación, sobre todo si es tan poco académica, en el sentido convencional del término, como La Ilustración Liberal. Pero también tiene esta década algo de lápida, si bien de mármol bastante noble. Hace diez años, tras la caída del Muro y con el PP asentado firmemente en el Poder, todo parecía ir a favor de las ideas liberales, aunque para combatir ese optimismo pocas veces justificado creamos precisamente esta revista. Hoy, la desconfianza hacia el Poder y el descreimiento ante cualquier historicismo, que son lo propio del liberalismo, están más justificados que nunca, si alguna vez no lo estuvieran. Padecemos una ola intervencionista sin precedentes en la economía mundial, y se dibuja una preocupante debilidad militar, económica y política de los USA precisamente ante las fuerzas islámicas que le declararon la guerra terrorista. Las libertades ciudadanas, que en España se fundamentan en la Soberanía Nacional y el Estado de Derecho, están en proceso de liquidación, pese a la resistencia de algunos reductos inasequibles al aburrimiento, que es el peor de los desalientos. Para la causa de la Libertad, el panorama nacional e internacional, español y americano, es mucho peor que el de hace diez años. ¡Y decía Fukuyama que había comenzado el Fin de la Historia! Discípulo del filósofo marxista y agente del KGB Kojève, ¿qué iba a decir?

El gran mérito, lindante con el milagro, de La Ilustración Liberal es el de haber alumbrado la creación del grupo Libertad Digital, que para celebrar cumplidamente este décimo aniversario va a añadir el proyecto de radio a los del periódico digital y la televisión. Pero si todo el grupo se viniera abajo, seguiría saliendo la revista, el lugar de encuentro de dos generaciones de liberales, más o menos austríacos, a los que hay que añadir los educados ya en Libertad Digital, sanamente desasnados de colectivismo. Al leer los testimonios de Fernando Díaz Villanueva o Daniel Rodríguez Herrera uno tiene la tentación de emocionarse, porque en ellos puede sentirse ese tozudo afán de libertad de los cerebros disconformes con la ética del rebaño y porque nos cuentan cómo LIL y LD encauzaron esa desazón de la gente suelta, siempre rodeada de mastines y borregos. ¡Ah, cuántos libros basurientos les hemos ahorrado! ¡Cuántas horas, cuántos árboles de la Amazonía o los bosques africanos que, de no mediar estos modestos pero confortables hogares intelectuales, habrían sido pasta de celulosa para editar necedades!

Pero si algún mérito tiene el de esta generación de liberales agrupada en torno a La Ilustración Liberal y creada o recreada en Libertad Digital es que nunca ha caído en la tentación academicista, en esa mezcla de vanidad y miopía voluntaria que convierte a muchos liberales –sobre todo americanos– en universitarios brillantes pero ciudadanos romos, ayunos de sentido común y de pasión política, moldes del metal de la Libertad. No hemos evitado ninguno de los charcos, de las asechanzas de lo cotidiano; más aún: de lo inmediato y candente de la actualidad, pero ahí radica, a mi juicio, el éxito de este proyecto intelectual. Cada joven que ayer se acercaba al kiosko buscando, generalmente en vano, la revista o que hoy se asoma por la gran ventana de la Red a Libertad Digital encontrará pistas, que luego seguirá o no, compartirá o rechazará, pero que le ayudarán a pensar lo que está pasando a su alrededor. Si tenemos tantos seguidores en todo el mundo es porque no hemos dejado de defender una sola de las trincheras de la Libertad. De Cuba a Venezuela, del 11-S al 11-M, de España a Europa y a los USA. Y ese espero que sea el espíritu que siga alentando esta revista dentro de diez años: todas las batallas por la libertad hay que librarlas, nada hay más importante que la defensa de las ideas en un mundo que se empeña, de ahí su condición liberticida, en sustituir toda reflexión por mera sensación, cualquier razonamiento por simple y efímero sentimiento.

También me ha gustado constatar que los jóvenes puntales de nuestra empresa empezaron a enterarse de lo que era el liberalismo o a mejorar su conocimiento de él gracias a la COPE, en cuya Linterna nos encontramos los liberales de Albarracín y de cualquier sitio de España. Ahora que esa etapa copera ha terminado, bien está recordar que ha cumplido una tarea imprescindible: llegar a muchos, alumbrar esa alianza de liberales y católicos que nos caracteriza desde hace años. No sólo internet, también la radio es fundamental en la lucha contra toda tiranía y en la propagación de toda libertad. Y no es del todo casualidad que, diez años después de fundar La Ilustración Liberal, los desarraigados de todas partes fundemos un nuevo proyecto radiofónico para asegurarnos de que seguimos existiendo en el medio seguramente más ligero de todos, pero también el que mejor llega a los que le dejan llegar o, simplemente, pasaban, paseaban por allí.

La radio que acabamos de presentar en nuestra televisión y nuestro periódico, ambos digitales, se llama esRadio, y de ella bien podría decirse lo de Cervantes sobre Beltenebros: "Nombre, por cierto, significativo". El significado no está del todo claro, pero una ligera imprecisión o una neblina sutil mejoran muchas veces la impresión literaria. Radio es, desde luego, esRadio, pero también y sobre todo es nuestro cuarto proyecto intelectual y el cuarto medio de comunicación que hemos fundado en diez años. Y si lo repito es porque lo veo y no lo creo. O porque, de no verlo, no creerlo. Nunca ha habido un grupo tan típicamente multimedia (tan siglo XXI, diríamos, parodiando a Ortega) y tan combativa, acendrada e ilustradamente liberal en la España contemporánea, que si por algo se caracteriza es por la liquidación de la mayoría de los medios de opinión identificadores e identificados con una parte de la nación, la liberal-conservadora, que hasta la ruina lenta pero implacable de la Restauración canovista disfrutaba en el panorama mediático de una hegemonía indiscutible. El grupo de La Ilustración Liberal, que es el de Libertad Digital, nace a contracorriente, para sobrevivir a la muerte por decreto de los medios independientes de derechas, atrapados entre dos fuegos: el enemigo de la Izquierda y el amigo, mucho más letal, de la Derecha política. De momento, hemos sobrevivido y vivimos con cierta modesta holgura como revista de pensamiento, periódico en internet y televisión digital. Ahora, ya estamos preparados para sobrevivir, y pronto lo estaremos para vivir y prosperar como cadena de radio. La tragedia de nuestro grupo es la del liberalismo español, porque no es que los que aparecimos a la luz pública hace ahora diez años con La Ilustración Liberal seamos los mejores. Es que somos los únicos. Espero poder recapitular todo lo aquí consignado brevemente dentro de otros diez años. Hasta entonces, debo dar las gracias a los concienzudos lectores, a los lealísimos espectadores y a todos los que desde septiembre serán oyentes. Suele decirse que sin ellos nunca hubiéramos llegado hasta aquí, pero no es del todo cierto. Hicimos el grupo para tener un medio donde defender nuestras opiniones. Hoy lo comparten muchísimos más. Seguiremos juntos y defendiendo lo que como liberales nos fundó hace diez años: la Libertad. Hasta la próxima década.

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