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ECONOMÍA

En el centenario de Ronald Coase

Ronald Coase, uno de los economistas vivos más importantes, nació en Londres el 29 de diciembre de 1910. Más de la mitad de su vida la ha pasado impartiendo clases de economía en la escuela de leyes de la Universidad de Chicago. En 1991 recibió el Premio Nobel.

Coase es conocido sobre todo por dos artículos que influyeron enormemente en la ciencia económica: "La naturaleza de la empresa" ("The nature of the firm") y "El problema del coste social". En el primero planteaba una pregunta sencillísima: ¿por qué existen las empresas? La bodega que fermenta las uvas es la misma que filtra, añeja y embotella el vino. ¿Por qué tiene que estar integrada la cadena de producción? Coase postula que existen "costes de transacción" en cada operación de compra-venta; es el empeño por reducirlos sin perder eficiencia en la producción lo que configura la organización empresarial.

En "El problema del coste social", en cambio, desenmarañaba la confusión sobre las externalidades o efectos no deseados que ciertas actividades causan a terceros: el humo de la fábrica que ensucia la ropa colgada en los tendales de los vecinos, por ejemplo. Los economistas decían: "Cerremos la fábrica". Coase hizo notar que el problema era otro. No existe externalidad sin la fábrica... pero tampoco sin el tendal. Cerrar la fábrica no es necesariamente lo que más valor genera a la comunidad. Quizás sea mejor que se muden los vecinos.

¿Qué impide que la fábrica llegue a un acuerdo con ellos? Primero, que ni éstos ni aquélla tienen un derecho de propiedad establecido sobre las corrientes de aire que arrastran el humo hasta los tendales. Segundo, que el coste de negociar un acuerdo puede ser prohibitivo. La ley, los tribunales y la regulación resuelven el problema delimitando derechos e imponiendo multas, pero esta solución puede no ser la mejor desde el punto de vista económico.

Las externalidades son una de las llamadas fallas del mercado, junto con el monopolio natural y los bienes públicos. En un artículo de 1946, Coase demostraba que aun si las economías de escala determinan que un solo productor abastezca a todo el mercado, no se sigue que el monopolio natural haya de ser estatalizado o subsidiado para que su volumen de producción sea económicamente eficiente. En 1974 rastreó la historia de los faros británicos, que fueron construidos y mantenidos por asociaciones privadas de navegantes. Los faros son, sí, ejemplos clásicos de bienes públicos.

Mi apreciación personal del legado de Ronald Coase puede resumirse así: no existen las fallas del mercado; lo que existe son las fallas de los economistas a la hora de entender cómo el mercado puede asignar eficientemente los recursos productivos, aun en situaciones más complejas que las simples transacciones de compra-venta de las que se ocupan los libros de texto.

 

© El Cato

IVÁN ALONSO, miembro de la Mont Pelerin Society.

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