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Raíz cristiana, árbol de libertad

Este artículo se publicó en la web Asturias Liberal el 15 de noviembre de 2004.

Estos días ha comenzado la campaña del PSOE y del Gobierno a favor de la mal llamada “Constitución Europea”. Una vez más, el "establishment" progre e izquierdista europeo nos quiere vender como única solución posible sus confusos principios ideológicos, cada vez más alejados de los derechos fundamentales de los europeos, sometidos, según el texto "constitucional", a la interpretación de los burócratas de Bruselas, quienes, como modernos druidas galos, en última instancia, interpretarían en exclusiva las dudas que surjan de la nueva normativa, como si de la Corte del Rey Sol se tratase.

Mal casa la nueva norma europea que nos quieren imponer con nuestro Derecho, que tiene sus raíces (de momento) en los ordenamientos de la primitiva cultura jurídica europea (derecho romano, derecho germánico) y en los principios y valores cristianos, que desde el origen del Cristianismo y a través de los siglos cristalizaron en unas instituciones que amparan la Justicia, la Libertad y la Dignidad de la Persona, dado el concepto trascendente cristiano del hombre, por el hecho de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, y que por influencia de la vieja (nueva) Europa cristiana nos garantizan la libertad y la dignidad a todos los europeos, cualesquiera sean sus creencias religiosa, como fuerte roble que nos cobija contra los totalitarismos panteístas, que una vez más los gobernantes europeos, con una concepción de Europa caduca y trasnochada, intentan imponer con su "Constitución", suprimiendo controles democráticos, eliminando el control de los ciudadanos sobre la Unión, creando inseguridad jurídica y restringiendo derechos inalienables.

Una Europa nueva, dinámica y vitalista, que aspire a liderar un mundo más justo y humano, tiene que reconocer en el Preámbulo de su Constitución sus raíces cristianas, así como los " padres fundadores " de la nueva y dinámica América sostuvieron "como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales; que a todos les confiere su Creador ciertos derechos inalienables, entre los cuales están la vida, la libertad y la consecución de la felicidad ", puesto que, como escribía Tocqueville, "no sé si todos los norteamericanos tienen fe en la religión, pero estoy seguro de que la consideran necesaria para el mantenimiento de las instituciones republicanas"; y con fundamento en esos principios cristianos en sus raíces la joven América germinó en la poderosa nación que hoy conocemos, mientras en la vieja Europa se sucedían regímenes totalitarios y genocidas que reprimían, con saña e inquina, cualquier atisbo de libertad y de dignidad del hombre.

Al olvidar la nueva "Norma" europea la raíz cristiana de Europa, restringe los derechos de los europeos, puesto que olvida la dignidad de la persona -concepto que nace y se desarrolla con un fundamento cristiano trascendente-, chocando frontalmente con nuestro ordenamiento jurídico, puesto que, como dice nuestro Tribunal Constitucional en la sentencia 53/1985, "hay que tener en cuenta que la dignidad es ante todo un valor ético al tiempo que jurídico; un valor espiritual y moral inherente a la persona", afirmando igualmente nuestro Tribunal Supremo, en la sentencia de 5 de junio de 2.003: "Y profundizando más, hay que decir que la idea de la dignidad humana viene a ser el presupuesto de la validez ético-jurídica, axiológica y antropológica de todo sistema de derecho. Idea que ya fue postulada en esa dimensión por la escuela salmantina de los siglos XVI y XVII (especialmente, el padre Vitoria)".

La "Constitución", al despreciar los orígenes cristianos de nuestra Europa, olvida la dignidad de la persona y es regresiva en los derechos de los europeos, que al final serán interpretados por unos burócratas sin temor de Dios ni traba de ley, lo que indudablemente conducirá a la decadencia de la Unión Europea, iniciando el camino hacia el totalitarismo, como demuestran con sus actos propios, pues entre la Dignidad de la Persona defendida por el P. Vitoria y la "Justicia del Cadí" de la invasión musulmana prefieren ésta última; pero somos muchos los que asumimos y defendemos los principios de igualdad, libertad y dignidad humana alumbrados por el concepto cristiano del hombre, y queremos que, como un viejo roble astur, nos cobijen a cristianos y no cristianos, a todas las personas, a todos los hombres, de la tormenta desatada por los burócratas europeos contra la Libertad y la Dignidad.
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