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ECONOMÍA

El socialista Stiglitz quiere subir los impuestos

La reunión de los sabios del PSOE, esa macedonia internacional reclutada por Zapatero para marcar las líneas maestras del programa electoral de su partido, ha hecho buena la célebre sentencia de Lincoln: "Puedes engañar a todo el mundo durante un tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". Por lo demás, los del PSOE siguen poniendo de manifiesto que de ideas van escasos y de socialismo, sobrados.

La reunión de los sabios del PSOE, esa macedonia internacional reclutada por Zapatero para marcar las líneas maestras del programa electoral de su partido, ha hecho buena la célebre sentencia de Lincoln: "Puedes engañar a todo el mundo durante un tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo". Por lo demás, los del PSOE siguen poniendo de manifiesto que de ideas van escasos y de socialismo, sobrados.
Los socialistas retornan, ya sin caretas, al gasto elevado, los impuestos asfixiantes y el intervencionismo desatado. Sólo la necesidad de aguantar cuatro años "como sea" para tapar con el despilfarro de la herencia recibida la desvertebración de España  hizo que camuflasen sus políticas socialistas en lo económico.
 
Ha hablado Stiglitz, el economista fichado por Zapatero y por el ministro de Trabajo –¿o deberíamos decir del Paro?–, para dotar de sustancia económica al programa socialista, ya que parece que ni ellos mismos se creen a Solbes. Y lo que Stiglitz ha dicho entronca con la línea socialista típica: bajar los impuestos es malo, arruina la economía y sólo favorece a los más ricos. Ni corto ni perezoso, el Nobel de Economía ha dicho que el gran error en este campo ha sido bajar impuestos. Y se ha marchado tan tranquilo.
 
No es que esperásemos nada brillante ni eficiente de Stiglitz, pero sorprende que haya hecho esas manifestaciones con tanta naturalidad. Efectivamente, Stiglitz no es Friedman, ni Becker, pero le suponíamos algo más a alguien que cuenta en su haber con el Premio Nobel.
 
Pero quizá lo que suceda es que Stiglitz sea uno de esos a los que retrata el dicho que dice "allá donde fueres, haz lo que vieres" y, tras entrevistarse con el coordinador del programa socialista (Caldera), leer la teoría de la propina de Solbes y fotografiarse con Zapatero, decidió lanzarse a disparatar como se estila en Ferraz.
 
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Tras llamar inflacionistas a los españoles por las propinas que dejan al tomarse un café, ofrecer como argumento de la buena marcha de la economía el nivel de actividades de los bares de Madrid y Barcelona y tachar de simplistas los comentarios de Pizarro sobre lo que se debe hacer, Solbes sigue superándose. Como suponemos que alguna vez los aprendió, ¿será posible que el todavía ministro haya olvidado por completo los fundamentos de la disciplina económica?
 
Caldera, por su parte, se ha marcado unas declaraciones en las que critica a Pizarro por haber ganado, defendiendo los intereses de la compañía que presidía –esto último no lo dice–, una buena cantidad de dinero. Lo condena por ello y añade que un trabajador que perciba el salario mínimo tardaría 1.976 años en ganar lo mismo que ganó en 2007 el gran fichaje del PP.
 
¡Hombre, pero si lo que el señor Pizarro defiende es que todo el mundo tenga más oportunidades, goce de mayor bienestar y pueda prosperar! Quizá Caldera no se ha enterado todavía de lo agradecidos que le están a Pizarro los numerosos pequeños accionistas de Endesa que recibieron en la OPA más del doble de lo que Gas Natural quería pagarles –con el visto bueno del Gobierno–; además, lo recibieron en dinero, no en papelitos. Quizá es que Caldera no se ha enterado aún de que esa búsqueda de la mayor bonanza para el prójimo la ha resumido Pizarro en la frase que dijo el día de su presentación en la sede popular: "El dinero, donde mejor está es en el bolsillo de los ciudadanos".
 
Y puestos a comparar, ¿por qué no hablar de los 601.012 años que esos mismos trabajadores tardarían en ganar el equivalente al déficit que padecía la Seguridad Social cuando el PSOE cedió el Gobierno al PP, en 1996? ¿Por qué no contar, uno detrás de otro, los 4.843.333 años que tardarían esos mismos trabajadores en ganar el equivalente al déficit público de 1996? Lo comprendemos: es probable que la cifra sea lo suficientemente larga como para que el ministro de Trabajo la retenga.
 
Zapatero, por su parte, dice que la culpa de la crisis –¿ya reconoce que hay crisis?– la tienen Estados Unidos y la economía de Bush, que han sido quienes han posibilitado la existencia de las hipotecas subprime. Muy mal debe de verlo para que haya sacado a relucir su cabeza de turco preferida, excepción hecha del presidente Aznar.
 
Por último, Sebastián, ése que fue candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, ha escrito un artículo dominical para decirnos que Rajoy tiene razón, que está bien rebajar el impuesto de sociedades, pero que lo que importa es el diferencial (yo creo que no escuchó bien a Rajoy, pues dijo, entre otras cosas, precisamente eso), y que la brecha que separa a España de la media de la OCDE sólo se ha reducido gracias a la reforma socialista. De lo que se olvida el profesor Sebastián es de hablar del tipo medio efectivo, que se incrementará en dos puntos tras la reforma de Solbes.
 
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En definitiva, pocas ideas, poca imaginación y una constatación: sus sabios le piden al PSOE que suba los impuestos. Y como la cabra tira al monte, ya saben los españoles lo que harán Zapatero y los suyos.
 
 
JOSÉ MARÍA ROTELLAR, profesor de Teoría Económica en la Universidad Autónoma de Madrid y analista del GEES.
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