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DEBATE EN EL PSOE

El socialismo y la verdad

El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, comentando el documento ideológico “Ciudadanía, libertad y socialismo” que constituye el núcleo conceptual de la Conferencia Política de su partido, afirmó que “no queremos definir ninguna ideología, al menos como un sistema cerrado de pensamiento, como una doctrina”. Zapatero cree que si hubiera una verdad no seríamos libres, que no hay que buscar soluciones verdaderas o científicas, ya que “no somos hormigas, no hay una verdadera organización social”, “nadie tiene los planos del paraíso”.

La verdad es la correspondencia del pensamiento con la realidad. Para su supervivencia y desarrollo el ser humano necesita conocimiento tan correcto, claro y completo como sea posible dadas sus limitadas capacidades cognitivas. La persona inteligente distingue lo que sabe de lo que ignora y se esfuerza por ampliar el dominio de lo que conoce. Las opiniones arbitrarias y sin fundamento no tienen ninguna relevancia epistemológica y pueden ser muy dañinas si a las creencias erróneas se les da la misma importancia que al conocimiento verdadero.

La realidad es cognoscible, no todo es opinable. En la realidad natural, humana y social hay cosas que pueden conocerse y otras que es imposible saber debido fundamentalmente a su enorme complejidad. Una teoría correcta de la organización social debe tener en cuenta la naturaleza de los seres humanos que actúan y se relacionan, y es esencial considerar la existencia de conocimiento personal, local, particular, privativo, disperso, no articulable. Son precisamente los problemas de limitación del conocimiento los que hacen necesario que la sociedad se articule de forma descentralizada, espontánea y no coactiva conforme a los conceptos de propiedad privada (ámbito local de discrecionalidad acotada) y contratos (pactos voluntarios consensuados para la transferencia de derechos de propiedad).

Aquellos que quieren imponer modelos coactivos de organización social son relativistas alérgicos a la idea de verdad, ya que el rigor intelectual desmonta sus falacias. A los equivocados les conviene minusvalorar la importancia de la verdad. Los demagogos no buscan la corrección teórica, prefieren halagar a las masas, decirles que todas sus opiniones son igualmente respetables y que todas deben ser tenidas en cuenta para diseñar la sociedad. Pero el orden social no es diseñable ni depende de las preferencias de las personas. Los seres humanos no son hormigas, pero esto no significa que no haya organizaciones sociales más adecuadas que otras.

Hace tiempo el socialismo se autodenominó científico porque era una etiqueta con connotaciones positivas, pero en realidad era una doctrina fundamentalmente anticientífica. Sí que es posible para alguien tener la verdad, quizás no toda la verdad, pero sí una gran cantidad y calidad de verdades relevantes, mientras que otros no tienen más que batiburrillos de ideas mal definidas y ensambladas, sin coherencia lógica, inconsistentes, incompatibles entre sí, inadecuadas para el desarrollo individual y social de los seres humanos, incorrectas, ambiguas, vagas y difusas.

El debate abierto del PSOE consiste en no preocuparse por la realidad: todo vale aunque no tenga sentido, y lo que obtenga más votos gana. El discurso político socialista se transforma en palabrería en la que se mezcla todo lo que suena bien, lo que es popular: se tira uno flores a sí mismo, se adjudica uno todo lo que es bueno, todo lo que tiene connotaciones positivas. Lo que en verdad buscan los socialistas es renovar su imagen, conseguir ser más atractivos para los votantes y alcanzar así el poder. Cuando las ideas son correctas no es necesario estar constantemente redefiniéndolas y dándoles la vuelta.
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