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ECONOMÍA

El precio de la gasolina

El fuerte aumento del precio del petróleo está alterando a los políticos. El presidente Bush advirtió de que no habrá tolerancia para las gasolineras que “estafan” a la gente cobrando en exceso, aprovechándose de la escasez ocasionada por los recientes huracanes. A su vez, el mandatario paraguayo, Nicanor Duarte, pidió a las gasolineras no promover el “lucro excesivo” en perjuicio de los consumidores. “No es prudente –dijo– abusar con los precios de las naftas”.

El fuerte aumento del precio del petróleo está alterando a los políticos. El presidente Bush advirtió de que no habrá tolerancia para las gasolineras que “estafan” a la gente cobrando en exceso, aprovechándose de la escasez ocasionada por los recientes huracanes. A su vez, el mandatario paraguayo, Nicanor Duarte, pidió a las gasolineras no promover el “lucro excesivo” en perjuicio de los consumidores. “No es prudente –dijo– abusar con los precios de las naftas”.
Duarte habló incluso de la utilidad del monopolio estatal Petropar, que mantiene el precio del gasoil y absorbe los mayores costos. Es difícil saber qué es más alarmante: la escasez de combustibles o la ignorancia de los políticos.
 
Al igual que todos los precios en el mercado, el de los combustibles en las gasolineras no depende de la buena o mala voluntad de los empresarios. Adam Smith explicaba hace más de dos siglos que no es por la benevolencia del carnicero que obtenemos nuestro alimento, sino por su propio interés. Para lograr beneficios los empresarios deben, primero, vender sus productos. Y para ello deben cobrar un precio no mayor que el que los consumidores estén dispuestos a pagar. Vendedores y compradores están sometidos a la disciplina del mercado. Ni los jeques árabes pueden fijar a su antojo el precio del petróleo.
 
Los precios en las gasolineras dependen de las decisiones de los empresarios y consumidores que operan en el mercado, de la oferta y la demanda. En todo momento, con o sin crisis, los oferentes tratan de cobrar por su producto lo máximo que pueden, en tanto los demandantes tratan de pagar lo mínimo posible. La "solidaridad social" no tiene nada que ver. Todos, cuando vendemos algo, tratamos de conseguir el precio más alto, y cuando compramos tratamos de conseguir el más bajo. Estas pujas tienden a establecer un precio de mercado en el que se igualan la oferta y la demanda. A ese precio no hay mercancía sobrante ni faltante.
 
Pero si, debido a la intervención del Gobierno –o a una rara solidaridad de los productores–, el precio se fija por debajo del valor de mercado el resultado es la escasez, y veremos colas de gente que no puede conseguir el producto. A ese precio hay menos cantidad a la venta de lo que se desea comprar. Y si a causa del intervencionismo –o de un "exacerbado afán de lucro" de los vendedores– el precio se fija por encima del valor de mercado el resultado es un exceso de productos, que se acumulan sin vender. En el mercado libre los precios buscan siempre equilibrar la oferta a la demanda.
 
No menos importante es la función informativa y de incentivos de los precios. Éstos informan a los productores qué bienes son más demandados, impulsándoles a producir más cuando los precios suben y menos cuando bajan. Por otra parte, el aumento de precios incentiva a consumir menos (economizar), y la caída de los mismos a consumir más (gastar). Un precio que se fija por debajo del de mercado, como suelen hacer las empresas estatales, incentiva el derroche, malgasta recursos y distorsiona el mercado. Peor: a través del déficit fiscal se obliga a todos a pagar el subsidio del producto en cuestión, incluso a los millones de pobres que no lo usan. No hay almuerzo gratis.
 
El aumento de precios del petróleo en todo el mundo como consecuencia de restricciones en el suministro y el incremento de la demanda reducirá el consumo evitando que falte combustible. No habrá "lucro abusivo" para las gasolineras dado que con el aumento de precios caen las ventas. Los precios más altos incentivarán las inversiones necesarias para aumentar la producción y refinación de petróleo. El mercado terminará así la escasez. Una vez que aumente la producción, los precios volverán a bajar, pues, a pesar de los ecologistas, hay petróleo en abundancia para muchos años.
 
Los estatistas del norte y del sur, si desean acabar pronto con la escasez de combustibles y ayudar a los consumidores a superar la crisis lo mejor posible, deben abandonar la tentación del subsidio y el intervencionismo y dejar al mercado funcionar libremente, sin preocuparse del afán de lucro o la benevolencia de nadie. De paso, mucho bien haría a todos si vuelven a repasar sus cursos de economía básica. La ignorancia de gobernantes y políticos en este campo puede acarrear más destrozos y muertes que cien huracanes.
 
 
© AIPE
 
Porfirio Cristaldo Ayala, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
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