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Relato de una profunda decepción

Mientras Europa duerme –"dormía" (slept) en el original– no es un libro más contra la política de apaciguamiento frente a lo que eufemísticamente algunos llaman "islam político". Tanto la trayectoria del autor, el crítico literario y analista político norteamericano Bruce Bawer, como el tono del libro, profundamente personal e intimista, lo diferencian de los ensayos y estudios aparecidos en los últimos años sobre el mismo tema, la amenaza que el auge del yihadismo y el fundamentalismo entre la población musulmana supone para Occidente, y particularmente para Europa.

Desde la publicación de A Place at the Table (1994),un alegato a favor del individualismo frente a la penosos estereotipos existentes sobre la homosexualidad a ambos lados del espectro político, Bawer se ha convertido en uno de los polemistas políticos más elogiados y criticados en los EEUU. Así, a la indignación con que A Table... fue recibida por el activismo gay de izquierdas, para el que Bawer es el responsable de lo que algunos consideran uno de los mayores peligros para sus intereses políticos, el denominado "movimiento conservador gay", le siguió el furor que causó en la denominada "derecha cristiana" norteamericana Stealing Jesus, dedicado a lo que, en opinión del autor, son actitudes y comportamientos poco cristianos por parte de algunos grupos evangélicos de aquel país. Estamos, pues, ante una personalidad rabiosamente independiente, un librepensador que dirige sus críticas contra todo lo que a su juicio atenta contra el bien más preciado de los hombres: la libertad.

Mientras Europa duerme es la historia de una profunda decepción. Una personalísima educación político-sentimental con la que, sin embargo, es difícil no sentirse identificado, por mucho que las circunstancias del lector difieran de las del autor. Cansado del ambiente político y social de los EEUU, Bawer decidió trasladarse a Ámsterdam en busca de una tranquilidad y una tolerancia que a veces no había encontrado en su país. Como muchos otros intelectuales norteamericanos, se había formado una idea de Europa que, como descubriría después, poco tenía que ver con la realidad.

Para su sorpresa, en Holanda se dará de bruces con los mismos problemas que había detectado en los EEUU, pero agravados por dos fenómenos que, a sus ojos, aparecen letales: la indolencia intelectual y el escapismo frente a la mayor amenaza actual contra la democracia, el yihadismo. Si a esto le sumamos una cultura política servil frente a un Estado excesivamente intervensionista y una clase política irresponsable, el retrato que Bawer ofrece de Europa es extremadamente duro, aunque en absoluto desaforado.

Bawer se dedica a exponer la naturaleza falaz y, lo que le parece todavía peor, trágicamente banal de la complacencia europea ante el auge del fundamentalismo religioso entre buena parte de los inmigrantes provenientes de países musulmanes. También critica la ciertamente lamentable tendencia europea a echar balones fuera, especialmente hacia los EEUU e Israel, tenidos por las mayores amenazas para la paz y la democracia: como si Europa tuviera muchas lecciones que enseñar al respecto.

Estamos ante un antiamericanismo y un antisemitismo mal disimulados que revelan dos características que muchos europeos se afanan en ocultar: un profundo racismo y una muy deficiente cultura cívica. Éstas son, sin duda, las páginas más polémicas del libro, y probablemente la mayoría de los lectores podrían considerar algunas de las expresiones del autor algo exageradas o hiperbólicas. Sin embargo, la cuestión no es si estos defectos que Bawer señalan existen o no, pues haberlos haylos, sino preguntarse sobre su extensión e influencia en la población europea, tanto entre las élites como entre el "pueblo".

Para Bawer, muchos europeos adolecen de una ominosa mezcla de arrogancia y miopía promovida por unos Estados incapaces de proporcionar a sus ciudadanos una seguridad mínima y amplificada por unos medios de comunicación más ocupados en sostener un mito que en informar y en estimular una auténtica conversación política entre la gente. Armado con un abundante arsenal de citas periodísticas y con la fina navaja de la lógica, el relato de Bawer constituye una auténtica crónica de la ignominia, una sonrojante exposición de la mediocridad intelectual y la inmoralidad de algunos de los políticos e intelectuales más aclamados del Viejo Continente.

El lector encontrará en este libro mucho más que un anecdotario o una prolija colección de algunas de las mayores barbaridades dichas y escritas por la élite europea. Aquí las ramas sí que permiten ver el bosque, esto es, los datos sirven para ilustrar una reflexión y un marco interpretativo acerca de las últimas consecuencias del gusto por el multiculturalismo, de la creencia en la maldad intrínseca de todo lo proveniente de los EEUU, de un pacifismo vacuo para la libertad y la democracia. Los españoles encontrarán especialmente útil la labor de demolición que emprende Bawer contra muchos de los topicazos que a menudo se oyen sobre el "modelo escandinavo". Tanto la descripción de los sutiles mecanismos de censura imperantes en algunos de los considerados "paraísos de la libertad" como la denuncia del populismo de algunos de los dirigentes políticos de esos países resultan, cuanto menos, sorprendentes.

Por lo que se refiere a España, Bawer no vacila en expresar su profundo pesar por el resultado electoral del 14 de marzo de 2004 con una mezcla de perplejidad y rabia muy à la Fallaci. Frente a los elogios de buena parte de la prensa europea a la alta participación electoral, el autor exclama: "Sí, para votar al candidato terrorista". Para él, el mensaje enviado por gran parte de la ciudadanía española fue muy claro: "¡Nos rendimos!". El apaciguamiento no debe ser objeto de loas ni de felicitaciones.

Sin embargo, la dureza de algunas de las expresiones del autor, que en ocasiones adquieren mayor relieve aunque sólo sea por el contraste con la prosa fina y cuidada de que en general hace gala, no revelan, como en el caso de la periodista italiana, un espíritu iracundo ni un afán por epatar. Al igual que otras obras polémicas de Bawer, este libro no está escrito contra nadie. Más que desde la furia, Mientras Europa duerme está escrito desde la frustración y la impotencia. No estamos, por tanto, ante un sermón, y menos aún ante una regañina; más bien nos encontramos con una exhortación, una crítica profunda, aunque positiva, hecha desde la desilusión y el desencanto.

Es precisamente el recurso de Bawer a los sentimientos que la vacilante y contraproducente actitud europea frente al totalitarismo islamista le provocan lo que hace de Mientras Europa duerme una obra especialmente valiosa, pues permite al lector identificarse no sólo con las tesis de Bawer, sino compartir, o no, las impresiones que esta Europa aletargada le producen. Despojados de las resistencias patrióticas, patrioteras y chauvinistas y centrándonos en las sensaciones del autor, podremos decidir dónde se pasa y, también, dónde se queda corto.

Bruce Bawer, Mientras Europa duerme, Gota a Gota, Madrid, 2007, 414 páginas.
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