Menú
ECONOMÍA

El mito de la autosuficiencia energética

Los socialistas de todos los partidos y todos los países proclaman que la independencia energética es esencial para la seguridad nacional. Aseguran que las periódicas crisis energéticas y los bruscos aumentos en los precios del petróleo se deben al rápido agotamiento de las reservas de crudo; también, a que gran parte de las mismas están en regiones políticamente inestables.

Los socialistas de todos los partidos y todos los países proclaman que la independencia energética es esencial para la seguridad nacional. Aseguran que las periódicas crisis energéticas y los bruscos aumentos en los precios del petróleo se deben al rápido agotamiento de las reservas de crudo; también, a que gran parte de las mismas están en regiones políticamente inestables.
La solución –dicen– pasa por sustituir el petróleo con recursos energéticos propios, como los biocombustibles. Se equivocan. Podemos gozar de más seguridad en materia de suministro energético, pero no mediante la autosuficiencia, sino del libre comercio.
 
El temor al agotamiento de las reservas de petróleo no tiene respaldos válidos; se trata de conjeturas que desconocen la realidad del avance tecnológico y cómo opera la ley de la oferta y la demanda. El precio del oro negro se ve afectado por los riesgos políticos de los países productores y por las actuaciones monopólicas de éstos (véase la OPEP). Pero el factor determinante es la oferta y la demanda. Para una demanda dada, los precios quedan determinados por las variaciones en el suministro, así como las inversiones en exploración determinan el nivel de reservas.
 
En el mundo nunca hubo tantas reservas de crudo como ahora. En 1944 las reservas probadas ascendían a 51.000 millones de barriles; en 2003 se habían multiplicado por 25, hasta alcanzar los 1,26 billones, pese al enorme aumento de la producción y del consumo. Los pozos contienen más petróleo de lo que se pensaba en un primer momento. En 1980 apenas el 22% del crudo era recuperable; en 2006, y gracias a los avances tecnológicos, la cifra subió hasta el 35%.
 
El petróleo es, no obstante, un recurso finito, y algún día podría desaparecer. Pero, si tal cosa llegara a ocurrir, para entonces ya haría mucho tiempo que habría sido sustituido por otro recurso. En el siglo XIX las ballenas se encontraban en peligro de extinción porque se las cazaba para utilizar el aceite que de ellas se obtenía como combustible de faros, farolas, etc. Pero antes de que desaparecieran las ballenas desaparecieron los productos que funcionaban con su aceite: fueron sustituidos por los que empleaban queroseno.
 
El alza reciente en los precios del crudo se debe a problemas de abastecimiento que tienen su origen en el funcionamiento de empresas petroleras ineficientes, en las guerras, revoluciones y actos terroristas registrados en los países productores, así como en el aumento de la demanda derivado del fuerte crecimiento que están experimentando países como China o la India.
 
Ahora bien, el aumento del precio ha hecho posible también que mejoren las utilidades de las empresas. Se ha fomentado la exploración, se ha dado vía libre a un incremento de la producción, se han ampliado y mejorado las infraestructuras de transporte, refino y distribución. El aumento de la inversión resultará en un incremento de la oferta y, consecuentemente, en una reducción del precio. Este ciclo hace que el precio del crudo, a valores constantes (descontando la inflación), experimente una reducción sostenida.
 
Los pueblos alcanzan mayor seguridad energética y alimentaria cuando pueden acceder libremente a los mercados mundiales. Gracias a la globalización, la seguridad energética hoy es mayor que hace 30 años. La autosuficiencia, por el contrario, obliga a la dependencia de una sola fuente. Las grandes sequías, o las inundaciones, pueden ocasionar hambrunas en los países que las padecen, o dejarlos sin biocombustibles. Así las cosas, el recurso a la importación no solucionaría la crisis, pues no pondría remedio a la ausencia de infraestructuras de transporte y distribución.
 
La autosuficiencia tampoco protege a los países de las bruscas variaciones que a veces experimentan los precios. Inglaterra es autosuficiente en petróleo, pero el precio interno del crudo es similar al internacional incluso en tiempos de crisis.
 
El ideal de independencia energética no hace otra cosa que revivir el viejo y fracasado paradigma socialista de la autosuficiencia. En este mundo globalizado, no es la autonomía lo que conduce a la paz, la seguridad y la prosperidad, sino el libre comercio entre las naciones.
 
 
© AIPE
 
PORFIRIO CRISTALDO AYALA, corresponsal de AIPE en Paraguay y presidente del Foro Libertario.
0
comentarios