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AL SERVICIO DE LA DEVASTACIÓN

El incorregible Noam Chomsky

En una reciente declaración en “solidaridad con los represaliados vascos”, el ínclito Noam Chomsky, junto con otros “intelectuales de postín”, hicieron público su apoyo a “los 75 ciudadanos vascos arrestados por razones políticas (sic) desde el pasado septiembre”.

Según Chomsky y compañía, el estado español practica y fomenta la tortura garantizando su impunidad en todos los ámbitos: brutalidad policial, complicidad de la judicatura en el encubrimiento, incomunicación de detenidos, transferencia de las “víctimas” fuera del País Vaco bajo supervisión de tribunales hostiles, etc. Al solidarizarse con estas 75 “víctimas”, que para los firmantes demuestran la “degeneración de la democracia española”, Chomsky nos recuerda que “cualquiera de nosotros” puede ser víctima de la tortura y que por lo tanto es por nosotros mismos que nos unimos a la manifestación”.

Noam Chomsky jamás ha ocultado que toda su agenda tiene como único propósito la destrucción del Occidente capitalista. Especialmente de los EEUU y, por ende, de sus aliados. Hace ya mucho tiempo que eligió estar siempre del lado de los criminales y de la destrucción. Su retórica es poderosa para los neófitos. A veces hasta hipnótica. Parece exclusivamente antigubernamental y cuasi-anarquista. Sin embargo, no ha sido capaz de ocultar sus elogios al gobierno comunista de Vietnam, sus abrazos a Castro y a Arafat, su apoyo a los integristas islámicos, etc.

Tampoco su retórica es tan persuasiva como para salvar el abismo que existe entre la realidad de las cosas y “las películas” que se monta. Así, por ejemplo, según Chomsky, las intervenciones militares norteamericanas y de la OTAN contra países comunistas siempre han tenido por objeto evitar que cundiese el ejemplo de una alternativa económica exitosa como el socialismo. En su panfleto El beneficio es lo que cuenta: Neoliberalismo y orden global, escribía que, pese a sus atrocidades, Stalin construyó un sistema económico socialista que funcionaba y que muchos pueblos podían estar ansiosos por imitar, algo que los capitalistas no estaban dispuestos a permitir que sucediese si querían mantener su “imperialismo sobre el mundo subdesarrollado”.

Vamos, que los pueblos estaban ansiosos por ingresar en el GULAG para construir un sistema que funcionaba tan bien que construía muros y ametrallaba a sus ciudadanos con el fin de evitar que éstos se fugasen al mundo corrompido capitalista. Para Chomsky, Corea del Sur no se defiende de la agresión del Norte, sino que hostiga a éste para que no se extienda el ejemplo de su exitoso modelo social y económico. En verdad hay que ser un genio para decir semejante estupidez y ser consultado hasta por el diario ABC en calidad de profundo pensador político. Según Chomsky, la OTAN no se fundó para evitar que la Europa libre cayese bajo el poder de terribles tiranos como Ceaucescu, Enver Hoxha o Honecker, sino para que las multinacionales no dejasen de ganar dinero. ¿Quién lo duda?

Lo mejor es que ahora Chomsky se presente como “enemigo de la tortura”. ¡Qué conmovedor! Sí, sí, estamos hablando del mismo que llevó a cabo los más denodados esfuerzos por desmentir que en la Camboya de Pol Pot se hubiera cometido baño de sangre alguno. Algo que señaló hasta un socialista francés anti-Vietnam como Jean Lacouture: “Todavía más desafortunado, más grave aún, es la posición tomada con respecto al genocidio camboyano por un cierto número de intelectuales americanos que se oponen a la posición de Washington en Asia, de los cuales el más notable y respetable es Noam Chomsky. Chomsky ha empleado todos los recursos de su genio dialéctico para demostrarme a mí y a la comunidad científica y progresiva americana que no era posible acusar a un país al que no había tenido acceso ningún investigador serio”. Era el mismo Chomsky que había escrito poco antes que “el terrible ataque americano llevado a cabo por Kissinger y Nixon en Indochina, con el impulso que ha dado a las fuerzas revolucionarias, ha preparado posiblemente el terreno, como piensan algunos observadores, no sólo para la liberación nacional, sino también para una nueva era de desarrollo económico y justicia social”. Era el mismo que decía que los testimonios de los refugiados no eran fiables porque “los refugiados están indefensos y a merced de las fuerzas extranjeras. Tienden naturalmente a informar de aquello que creen que sus interlocutores desean oír (sic). Aunque deben ser tenidos en cuenta seriamente, es necesario tener cuidado. Los refugiados entrevistados por los occidentales pueden tener intereses ocultos en informar de atrocidades por parte de los revolucionarios camboyanos, un hecho obvio que ningún informador serio dejaría de tener en cuenta”.

Todas las citas y la historia completa de Chomsky y Camboya puede leerse en Internet: The Khmer Rouge Canon1975-1979. Es el mejor Chomsky en acción. Un puro canalla utilizando toda su verborrea comedida y científica para ensuciar cualquier denuncia y confundir con su sofistería.

Resumiendo: Chomsky es un tremendo ególatra resentido y con derivas megalómanas. Tiene la mentalidad característica de aquellos salvajes caníbales que pensaban que comiéndose el corazón de los bravos y los poderosos, ellos se harían más grandes. Adora ser la vedette en todas las reuniones y foros antisistema en las que es tratado poco menos que como un dios por punkies, okupas y demás jovenzuelos contestatarios. En su mente enferma se ve como un David derrotando a todos los Goliat. ¡Qué inteligente soy, que sólo con mi retórica estoy en camino de derribar al país más rico y poderoso de la Tierra!

Millones de personas día tras día y año tras año se afanaron en levantar el ideal de América: la “Ciudad en la colina” como soñaron sus fundadores. El país al que todos mirarían resplandecer cada vez que levantasen la cabeza. América, con todos sus defectos (nadie es ni mucho menos perfecto), acabó siendo un reflejo sin precedentes de lo que era capaz de alcanzar el ingenio y la fe humana cuando se limita el gobierno y se garantizan los derechos individuales. Esto es, cuando el capitalismo sustituye al socialismo y cada individuo es libre de perseguir su felicidad en este mundo siempre que no haga daño a los demás. Chomsky sueña con ser el principal responsable de que todo eso termine. Ser más grande que América y que el capitalismo occidental. Que ni siquiera algo tan grande pueda resistir a su intelecto y a su pluma al servicio de la devastación.

Que ahora sostenga que los presos etarras son prisioneros políticos, que llame víctimas a quienes recientemente asesinaron a una niña de cuatro años que jugaba con sus muñecas —una víctima inocente más en una interminable lista—, o que diga que la legislación antiterrorista o la jurisdicción de la Audiencia Nacional —un tribunal que está fuera del País Vasco simplemente para garantizar la seguridad física de sus integrantes y familiares—, es casi un honor. Lástima que todavía haya tantos desorientados que de buena fe compren sus libros creyendo que van a leer algo profundo y solidario...

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