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ÍNDICE DE LIBERTAD ECONÓMICA

El camino a la prosperidad

Supongamos que a usted lo nombran zar de la economía mundial, con la responsabilidad de aumentar el ingreso per cápita del mundo entero al nivel de Irlanda, que es casi igual al de Estados Unidos. ¿Cuál de estas dos políticas adoptaría: insistir en que las naciones ricas transfieran una parte sustancial de su riqueza a las naciones pobres, a través de la ayuda extranjera, o insistir en que todas las naciones adopten medidas que las hagan tan económicamente libres como las diez que más lo son?

Supongamos que a usted lo nombran zar de la economía mundial, con la responsabilidad de aumentar el ingreso per cápita del mundo entero al nivel de Irlanda, que es casi igual al de Estados Unidos. ¿Cuál de estas dos políticas adoptaría: insistir en que las naciones ricas transfieran una parte sustancial de su riqueza a las naciones pobres, a través de la ayuda extranjera, o insistir en que todas las naciones adopten medidas que las hagan tan económicamente libres como las diez que más lo son?
Si se decanta por la segunda opción, usted comprende bien tanto la historia económica como la realidad sobre lo que funciona y lo que no. Si, por el contrario, prefiere la primera, su ignorancia económica es similar a la de Kofi Annan, Jacques Chirac, Gerhard Schroeder y la gente que piensa igual que ellos en instituciones multilaterales como el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE); similar a la de los políticos de izquierda y los medios de comunicación como el New York Times y la BBC.
 
Felizmente contamos con el Índice de Libertad Económica que anualmente publican la fundación Heritage y el Wall Street Journal. La edición número doce, del año 2006, acaba de publicarse, y de nuevo se comprueba claramente que el ingreso, el crecimiento económico y la oportunidad están íntimamente relacionados con la libertad económica. Las economías más libres del mundo son las más prósperas, mientras que las sociedades más económicamente reprimidas son las más pobres.
 
Los autores principales del Índice de Libertad Económica: Marc Miles, Kim Holmes y Mary O'Grady, utilizan la más común y aceptada definición de libertad económica, que incluye restricciones al libre flujo de bienes, servicios y capitales; niveles de impuestos; tamaño del Gobierno en relación a la economía; estabilidad de precios; niveles de regulación económica; protección de la propiedad privada, etcétera.
 
Hace 30 años Irlanda era uno de los países más pobres de Europa, pero dio un golpe de timón liberando su economía. Por ejemplo, su tasa máxima de impuesto a las empresas es del 12,5%, el tercero más bajo entre los 157 países cubiertos por el Índice. Como resultado de ello, hoy goza del segundo ingreso per cápita más alto de Europa, muy por encima de Alemania (19) y Francia (44). Por cierto, que cuando me refiero al ingreso per cápita utilizo la medida de paridad de poder de compra, que toma en cuenta las diferencias de precio.
 
Uno de los numerosos rascacielos de Hong Kong.En Europa del Este, Estonia es la nación más libre (7), y Rumania la menos libre (92), aunque ahora está progresando. Ambos países comenzaron, hace 16 años, desde más o menos el mismo nivel, pero Estonia tiene casi el doble de ingreso per cápita. Gran parte del mérito por la exitosa transición desde el comunismo en Estonia lo tiene el brillante y competente ex primer ministro Mart Laar.
 
China, Taiwán y Hong Kong son casos muy interesantes. Los tres están habitados por chinos y se encuentran en la misma región del mundo. En 1947 los tres eran igualmente pobres, pero Hong Kong (n° 1 en el Índice) comenzó sus reformas económicas en los años 50, mientras que Taiwán (37) las inició una década más tarde, y China (111) no lo hizo sino a fines de los 70. El resultado es que el ingreso per cápita en Hong Kong es tres veces el de China, logrado a pesar de que no tiene recursos naturales ni recibe ayuda externa, mientras que el ingreso per cápita en Taiwán es más de dos veces y media el de China.
 
En África tenemos el contraste entre Botsuana (30) y Zimbabue (154). Botsuana es una democracia de relativa libertad económica que tiene un ingreso per cápita diez veces mayor que el del reprimido Zimbabue. En América Latina vemos el contraste entre Chile (14) y Cuba (150). El ingreso per cápita en Chile es dos veces y media superior al de Cuba, a pesar de que Cuba era mucho más rica que Chile antes de la llegada al poder de Fidel Castro y de que recibió ayuda masiva de la Unión Soviética, y ahora de Venezuela.
 
México (60) tiene un ingreso per cápita de una cuarta parte del de Estados Unidos (9), y si México fuera tan libre económicamente como Canadá (12) su ingreso per cápita sería suficientemente alto para que su gente prefiriera quedarse allá en lugar de emigrar a EEUU.
 
Por otra parte, los mayores receptores de ayuda externa en los últimos 25 años no han progresado. Egipto (129), el país que más ayuda recibió, es un buen ejemplo de ello, siendo su ingreso per cápita un 5% del de Irlanda.
 
La lección está muy clara para quienes quieran ver la realidad: el camino a la prosperidad es la libertad económica, no la ayuda externa. Las instituciones internacionales y los países donantes deben suspender los regalos y presionar a los países rezagados para que instrumenten reformas de libre mercado. El problema es que, entonces, los burócratas internacionales se quedarían sin empleo.
 
 
© AIPE
 
Richard W. Rahn, director general del Center for Economic Growth y académico asociado del Cato Institute.
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