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EL CONTROL DEL DINERO EN LA ANP

El banco de Arafat

Desde la creación de la OLP en 1964, Yaser Arafat se las ha arreglado para convertirse en el único líder aceptado por el pueblo palestino. Aunque Arafat se muestra como general del ejército y como líder justo de la causa palestina, cuyo carisma hace que el pueblo quiera seguirle, su absoluto control financiero dentro de la OLP, hoy “Autoridad Palestina”, es la técnica elemental empleada para mantener su total poder dictatorial.

Recientemente, el programa 60 Minutes de la cadena CBS norteamericana emitió un reportaje de investigación sobre Arafat que demostraba el desvío de cerca de 1.000 millones de dólares de fondos públicos para asegurar su particular supervivencia política. Como Lesley Stahl informa “aunque el dinero venía de fondos públicos como los impuestos palestinos, no se usaba casi nada a favor del pueblo palestino. Todo era controlado por Arafat .
 
En su última publicación, Yaser Arafat: una biografía política, Barry Rubin y Judith Colp Rubin destacan el ascenso de Arafat y su papel de controlador único de la Autoridad Palestina financiera, política y psicológicamente. “Con la creación de la ANP, Arafat es ahora más que nunca, un indiscutible, inatacable líder”. Una revista palestina explicaba: “él maneja las riendas, él controla el dinero, él toma todas las decisiones... y él es, con mucho, la única ley cuya autoridad es respetada e impuesta”.
 
En realidad, el “descubrimiento” de 60 Minutes, aunque importante para la audiencia occidental, no es nada nuevo para el pueblo palestino, que ha estado conviviendo con la manifestación visible de las dos formas de vida de Arafat durante mucho tiempo, que ha visto las casas extravagantes que poseen sus oficiales y los fantásticos coches que conducen. Durante la “eufórica etapa de Oslo”, cuando la mujer de Arafat, Suha, honraba al pueblo palestino con su presencia, se la veía conducir su flamante y recién adquirido BMW por las calles de Gaza, mientras la mayoría de residentes apenas podía dar de comer a sus familias. Con el colapso del acuerdo de Oslo, Suha se trasladó a Paris, donde subsiste gastando de forma habitual en las tiendas de los grandes diseñadores el generoso estipendio de 100.000 dólares mensuales provenientes de los fondos de la ANP.
 
En el fondo, Suha representa exactamente lo contrario de la imagen pública proletaria que Arafat intenta proyectar. Tal como Rubin* plantea, “Suha era un ejemplo vergonzoso por dos cosas. Primero, es claramente un miembro de la elite árabe occidentalizada, contra la que Arafat había estado luchando supuestamente toda su vida. Sus caros vestidos occidentales, su pelo teñido de rubio y sus escapadas sin límite por las tiendas parisinas dañaban la imagen espartana de Arafat como hombre incorruptible y piadoso musulmán”.
 
El control del dinero de la ANP es crucial tanto para liderar como para mantener la posición de Arafat como cabeza visible de la Autoridad. Como escribe Danny Rubinstein, una autoridad en Arafat, éste “continua en la nueva Autoridad Palestina como en los viejos tiempos de la OLP, mirando el dinero como fuente de poder, firmando cheques en solitario y reservándose los secretos del presupuesto sólo para él”**. Una de las más famosas anécdotas ilustrativas de los esfuerzos de Arafat por mantener el absoluto control financiero de los asuntos palestinos gira en torno a su “libro negro de cuentas bancarias”. Mientras volaba a Trípoli, el avión de Arafat atravesó una tormenta que casi le hace estrellarse. Todos sus hombres se lanzaron sobre él para protegerle. Durante el incidente, Arafat perdió su libro de cuentas, que fue encontrado horas más tarde. Fue el miedo a perder tan valiosa información financiera lo que hizo que sus hombres le protegieran, más que su sentido de la lealtad hacia la persona de Arafat. Este es sólo un ejemplo de cuánta corrupción ha existido, cuán profunda es, y cómo el destino entero del pueblo palestino ha estado en las manos de un sólo hombre en detrimento de las necesidades del resto.
 
La muerte de los acuerdos de Oslo está haciendo surgir ahora, desde todos los ámbitos, diversas preguntas sobre el paradero de los fondos suministrados a Arafat para colaborar en la creación del Estado Palestino. Arafat no sólo no ha usado esos fondos para mejorar el nivel de vida de su pueblo, sino que en realidad ha desviado considerables sumas para financiar actividades terroristas. Rachel Ehrenfeld, autora de Fondos diabólicos: Cómo se financia el terrorismo y cómo pararlo, especifica que, de un total de 250 millones de dólares adjudicados a la OLP, 10 millones fueron destinados a las “familias de los mártires”.
 
Arafat quiere que su pueblo crea que el establecimiento de un Estado Palestino es más costoso de lo que ellos imaginan, y que él no tendría por qué clarificar públicamente los cuantiosos desembolsos empleados en la creación del nuevo estado. Según Mohammed Rachid, ex consejero económico de Arafat, se estima que éste dispone de más de 300 millones de dólares para creación de puestos de trabajo, mejora de los servicios médicos y ayuda para la alimentación de los palestinos. Sólo se necesita mirar la pobreza y la carencia de servicios en la franja oeste y especialmente en Gaza, para darse cuenta de que los fondos no son destinados a esos fines, lo que nos lleva a la gran cuestión, ¿por qué Arafat no usa los fondos de la ANP para beneficiar a todos los palestinos?
 
La respuesta es bastante simple. Si las condiciones socio-económicas mejoraran en Gaza y en la franja oeste, Arafat tendría muchas dificultades para seguir manteniendo la idea de que Israel está oprimiendo al pueblo palestino. La mejora de las condiciones económicas en los territorios ocupados posibilitaría el comienzo de una paulatina disminución del control de Arafat sobre los asuntos palestinos, y, como su actitud de auto-preservación a toda costa ha demostrado, Arafat está más interesado en mantener el control que en mejorar la situación de los palestinos. Mas aún, un aumento de la esperanza, producido por la mejora de las condiciones de vida en los territorios, causaría una inmediata caída del índice de actividades terroristas contra los civiles israelíes. Mientras el pueblo palestino vea la paz como algo que impide Israel, Arafat podrá seguir cultivando el odio necesario para perpetuar el conflicto palestino-israelí.
 
Yaser Arafat decidió, hace mucho tiempo, que la lucha palestina sólo podría finalizar con una victoria militar. La paz con un permanente estado israelí no se considera una victoria real. Arafat volvió a casa de Camp David II apareciendo públicamente como un matón líder guerrero; ha financiado y fundado organizaciones terroristas con dinero de la ANP. Es el único líder palestino que puede autorizar esas salidas de dinero. Ni un solo dólar ha sido gastado sin su autorización.
 
En los primeros meses de la actual intifada —antes de que estas manifestaciones fueran suprimidas por la intimidación de Arafat y los grupos islamistas— los árabes israelíes del norte protestaban contra Arafat y la ANP y se declaraban abiertamente contrarios a convertirse en ciudadanos palestinos. Incluso en los momentos de máxima tensión entre árabes e israelíes, la vida dentro de la democracia israelí aparece para ellos como muy superior a la vida opresiva bajo el régimen dictatorial de Arafat en los territorios post-Oslo.
 
Haciendo un último análisis, la centralización de instituciones bancarias en la ANP no es necesariamente mala —es algo común en estados pequeños y especialmente en los de nueva creación que han de luchar con asuntos complejos cada día. El problema es que el director del banco, Arafat, no ha tenido nunca un interés real en el bienestar de sus clientes. Sus esfuerzos para beneficiarse personalmente y librar a Oriente Medio de un estado israelí son sus objetivos esenciales. Una independiente pero dictatorial Palestina sería la consecuencia de esta clase de victoria.
 
Todo lo que hubiese podido transformar a la sociedad palestina y que verdaderamente le hubiera ayudado a eliminar el sufrimiento de su pueblo —escuelas, infraestructuras, carreteras, empleo, inversiones y préstamos para pequeños negocios— Arafat lo ha sacrificado a cambio de una mitológica lucha para destruir Israel.
 
La autoridad central que permite a Arafat mantener su posición como el líder del pueblo palestino perpetúa una dependencia cíclica que no se romperá hasta que emerja un nuevo líder palestino, más interesado en construir un próspero estado palestino vecino de Israel, que en destruir al estado judío.
 
 
*Rubin, Barry. And Rubin Judith Colp. Yasir Arafat A Political Biography, New York: Oxford University Press, 2003, P. 130.
**Rubinstein, Danny. The Mystery of Arafat, Vermont: Steerforth Press, 1995, P. 125
 
 
Asaf Romirowsky es investigador asociado en el “Middle East Forum”.
 
Este artículo fue publicado inicialmente en FrontPage Magazine.
 

 
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