Menú
CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Despierta, que hay alguien abajo

"Que aún algunos se presenten a unas elecciones con un nombre de película de miedo como Refundación Comunista debiera avergonzar a un continente que aún no se ha liberado de sus fantasmas". Estas líneas están sacadas de una de las columnas de los martes de Hermann Tertsch en El País (25-04-06), y me llamaron la atención porque es la primerísima vez que en ese gigantesco vómito que se define como "diario independiente de la mañana" se escriben verdades como ésta.

"Que aún algunos se presenten a unas elecciones con un nombre de película de miedo como Refundación Comunista debiera avergonzar a un continente que aún no se ha liberado de sus fantasmas". Estas líneas están sacadas de una de las columnas de los martes de Hermann Tertsch en El País (25-04-06), y me llamaron la atención porque es la primerísima vez que en ese gigantesco vómito que se define como "diario independiente de la mañana" se escriben verdades como ésta.
No es únicamente ese párrafo, es todo el artículo el que denuncia por igual los dos totalitarismos, el nazi y el comunista, esos dos monstruos históricos a veces aliados, otras enfrentados (y no hace tanto), para máximo pesar de millones de ciudadanos. El nazismo fue barrido militarmente y ha desaparecido, incluso si las oficinas de agit-prop, y los ministerios de desinformación e incultura, intentan mantener vivo el coco de su perpetuo renacimiento, para escurrir bultos y lavar culpas. Pero el comunismo, su "generosidad", su ejemplo, su Gulag, una vez blanqueada su fachada y evacuado el fenómeno pasajero del "estalinismo", sigue vivo y bien considerado; y no sólo se presenta a elecciones, como en Italia y otros países, sino que obtiene votos, y Bertinotti es nombrado por el democristiano Romano Prodi presidente dela Cámara de Diputados, dando toda la razón a Silvio Berlusconi cuando criticaba a su alianza con los comunistas.
 
Me parece sintomático que tales opiniones se publiquen en El País, cuyo contenido "teórico" se basa precisamente y desde el principio en un intento de recuperación del comunismo, su leyenda embustera, sus héroes asesinos, su fracaso histórico, su impresionante desfile de víctimas, bastantes más que los 100 millones denunciados en el Libro Negro, para hacer encajar ese aquelarre en la socialburocracia "moderna". Claro que El País también tiene como objetivos la defensa e ilustración de los intereses comerciales del Imperio Polanco, y ser la agencia de publicidad de los gobiernos sociatas. En este aspecto encuentran últimamente leves dificultades, porque algunos, por muy socialburócratas que sean, no tragan la explosión de España en multitud de "naciones" de charanga y pandereta.
 
Vladimir Putin, sobre el cuartel general de la KGB soviética.La URSS difunta (aunque su ceguera les impide valorar los esfuerzos de Putin para que renazca con newlook), China convertida al capitalismo, etcétera, a los comunistas europeos de capa caída sólo les queda el "entrismo" (para seguir con la jerga trotskista) en la izquierda, y si han perdido sus mecas, Moscú como Pekín, les quedan sus tradicionales enemigos: la democracia liberal y el capitalismo, personificados, por así decir, en los USA e Israel; y entonces, después de un recorrido por desiertos y arenas movedizas, descubren una autopista repleta de aliados, con los mismo enemigos que ellos. El hecho de que ni los príncipes saudíes, ni Ben Laden ni Ahmadineyad sean anticapitalistas no parece inmutarles demasiado: faut faire avec, como se dice en Francia; lo esencial es que sean antiyanquis y antiliberales, por lo tanto sus aliados, que además tienen la potencia que ellos han perdido.
 
Lo constatamos a diario y nadie se despierta. No sólo han entrado, sino que están destruyendo los muebles, y empiezan a subir por las escaleras. Y todos duermen, como si tal cosa, como si la infamia de la "alianza de civilizaciones" fuera nuestro ángel de la guarda y nos protegiera. Claro que para protegernos de verdad tendremos que someter nuestras mujeres al rango de siervas, que es el suyo desde que lo decidió Alá, enviar los niños a las escuelas coránicas, en nombre de la "razón práctica" (y ¡tanto!), suprimir los sindicatos libres y las elecciones, para que sólo tengan derecho de voto los fusiles; y no será necesario poner estrellas amarillas a los judíos porque esta vez serán definitivamente exterminados.
 
¿Exagero? Desgraciadamente no, y no se trata de una pesadilla, ni de una "película de miedo", sino de la realidad. Los fusiles de Hamas ganan las elecciones palestinas, y Le Monde como El País, diputados –euros o no–, ministros y líderes políticos, príncipes de Asturias y príncipes tout court, todos a una, no sólo consideran que las elecciones fueron limpias, sino que afirman que la victoria de Hamas constituye el inicio de la democratización de Palestina. ¿Hamas sigue prometiendo la destrucción de Israel? ¡Estupendo! La destrucción de Israel constituye la etapa imprescindible para la democratización de la región.
 
Los ayatolás iraníes y su presidente pelele se mofan descaradamente de la ONU, de sus inspectores y su verborrea, y construyen sus armas nucleares, y nobles y sesudas voces afirman que ya que otros países poseen dichas armas, Irán tiene más derecho que nadie a tenerlas. No vale la pena intentar convencerles de que Irán es un Estado terrorista, porque contestan: ¡menos mal!,  puesto que es antiyanqui y antisemita.
 
Mientras tanto, y con una unanimidad espeluznante, se lanza por doquier, con estrépito y éxito, la fantasmal campaña sobre los vuelos misteriosos, las mazmorras y las "torturas" de la CIA, sin presentar el menor indicio de pruebas. ¿Para qué molestarse con objetividades burguesas? ¿No fue la CIA la que destruyó las Torres Gemelas de Nueva York?
 
En tiempos de guerra a esas propagandas se las califica de "colaboración con el enemigo", y se castigan rotundamente. Pues estamos en guerra, para defender nuestras míseras democracias, insuficientemente liberales pero infinitamente superiores a la "civilización talibán", que gana terreno en el mundo entero, desde Egipto y Argelia hasta Asia, pasando por nuestra maltrecha y cobarde Europa.
 
Uno de los marines desplegados en Irak.Una guerra peculiar, desde luego, de "nuevo tipo", dirían los sociólogos cursis, no únicamente militar, también política y cívica, y en la que la "censura militar" no puede en absoluto sustituir la batalla mediática, en la que tantos obstáculos conocemos para imponer ideas de sentido común, como que cuando la democracia está amenazada hay que defenderla, y hasta por las armas, si menester.
 
En estas circunstancias, España tiene el extravagante privilegio de estar gobernada por necios que además son malvados, y que por serlo se apuntan tantos. ¡La repanocha! Es de necios, por ejemplo, retirar nuestro puñado de soldados de Irak para enviarlos a Afganistán, como si ambos países no fueran la misma "tierra santa" para el islam radical. Pues no pasa nada, hasta se aplaude. Es de malvados vender España a trozos, a cambio de mantenerse en el poder; y no pasa nada, hasta se aplaude, y se traga lo de la "tregua", pese a que los hechos la desmientan a diario, tan deseosos están los españoles de que no les metan en líos. Y así, los ojos cerrados, se dan de bruces contra el muro, y tan contentos.
 
Bueno, me dirán que exagero, y es cierto que se manifiesta descontento, pero más cierto aún es que por ahora es muy insuficiente para cambiar las cosas y tumbar el bodrio zapaterista. Cuatro millones de firmas está muy bien, pero lo mismo no basta.
 
La responsabilidad histórica de la derecha europea es abismal, al haber aceptado todos los chantajes de la izquierda socialcomunista, que ha impuesto la idea de que todo anticomunista es un nazi –cuando no se puede ser antinazi sin ser anticomunista, siendo ambos los enemigos de la democracia liberal–; al haber sido incapaz de defender los progresos y virtudes del capitalismo, al que se refieren como si de enfermedad venérea se tratara –y no hablemos de la bienvenida globalización, tantas veces satanizada por la derecha–; han claudicado hasta el punto de aceptar que la magnífica palabra "liberal" se convierta en el peor de los insultos, como siempre lo fue para el nazismo, el comunismo y la derechona.
 
Y en España ni eso. En España la derecha no existe.
0
comentarios