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EDUCACIÓN SUPERIOR

Cómo crear una universidad de élite

Después de diez años de crecimiento económico, España se encuentra en condiciones favorables para crear algunas universidades de nivel internacional. Aunque el aumento de la financiación es necesario, todavía lo es más el cambio radical de cultura: una universidad de élite tiene que ser independiente del poder político.

Después de diez años de crecimiento económico, España se encuentra en condiciones favorables para crear algunas universidades de nivel internacional. Aunque el aumento de la financiación es necesario, todavía lo es más el cambio radical de cultura: una universidad de élite tiene que ser independiente del poder político.
No está claro quiénes son los que se oponen más a este cambio, si los políticos o los propios estamentos universitarios. El resultado final es que se ha elegido una dirección equivocada: por un lado se pide una mayor financiación, pero al mismo tiempo se quieren mantener las estructuras medievales de las universidades. Estas estructuras son la causa del atraso secular de nuestra ciencia y tecnología.
 
Recientemente, el secretario de Estado de Universidades admitió que, en la universidad española, ser un "gorrón" es "muy rentable", y aseguró que intentaría cambiar las cosas "antes del fin de la legislatura". Es lamentable que todavía haya gente que piense que los problemas de la universidad española pueden resolverse desde un ministerio. En esta concepción se considera que el ministerio es algo así como la sede central de un banco y que las universidades son como las sucursales de provincias, cuyos empleados deben regirse por las normas que emanan de aquélla.
 
Las universidades de nivel internacional tienen unas características fundamentales que son bien conocidas. Al haber gozado de una independencia total del poder político, se han configurado a sí mismas dinámicamente, por lo que al cabo del tiempo se han convertido en instituciones únicas e irrepetibles. Harvard, Stanford y Cambridge son muy distintas entre sí, y son depositarias de tradiciones propias desarrolladas independientemente a lo largo de uno o varios siglos. Y nada deben a ministro o secretario de Educación alguno.
 
Una universidad de élite es una fundación independiente sin fines de lucro. La fundación (Board of Trustees) ostenta el poder último, y nombra una Junta de Gobierno, en la que delega el poder ejecutivo. Los miembros de la Junta son nombrados para mandatos de duración fija o indefinida, y no pueden formar parte del claustro de profesores ni del personal administrativo, para evitar conflictos de intereses.
 
La Junta de Gobierno es el único órgano que nombra a los profesores y al personal administrativo de alto nivel, formula los programas académicos y propone la creación de nuevos departamentos, facultades e institutos. Asimismo, crea comités especiales, integrados por personalidades de dentro y fuera de la universidad, que la asesoran en todas estas acciones e iniciativas. En resumidas cuentas: la Junta ostenta el poder positivo de acción, pero todas sus propuestas y decisiones han de ser aprobadas por la fundación, que tiene poder de veto sobre las mismas, pero no la facultad de proponer iniciativas propias. Este sistema asegura la separación de poderes, y es el que rige en las universidades americanas de élite, públicas y privadas.
 
La Junta de Gobierno elige al rector para un período indefinido, y lo destituye mediante votación por mayoría simple cuando pierde la confianza en él. Los miembros de la Junta actúan como individuos , no como representantes de instituciones o grupos de interés.
 
La calidad de una universidad viene determinada principalmente por la calidad de los profesores, y éstos deben ser nombrados por medio de un proceso riguroso y transparente. Las facultades o departamentos proponen el nombramiento de un profesor, pero éste tiene que ser aprobado por la Junta de Gobierno, la cual tiene un poder de veto inapelable sobre el mismo, poder que ejercita en un número apreciable de casos.
 
En las universidades americanas de élite se exige que los profesores permanentes (con tenure) sean investigadores de nivel internacional. Las necesidades de docencia son cubiertas por los profesores permanentes y por los profesores contratados jóvenes. Por una ley no escrita, estos últimos provienen en su mayoría de otras universidades, y obtienen un nombramiento por un período estipulado de entre cinco y siete años, durante los cuales tienen la oportunidad de demostrar su potencial como investigadores. Si dan el nivel, se les nombra profesores permanentes; en caso contrario, su contrato se extingue. Este modelo se denomina up or out. No se conoce un medio mejor para desarrollar y captar el talento investigador joven.
 
Una vez constituida la Junta de Gobierno, ésta debe nombrar al rector fundacional y a los primeros profesores. El nombramiento de los primeros profesores es crucial. Si se nombra a individuos que no tienen un nivel internacional, más tarde será difícil, si no imposible, mejorar el nivel de los nombramientos futuros. Al contrario, si los primeros nombramientos recaen en individuos de reputación internacional, éstos atraerán a otros del mismo nivel y a profesores jóvenes muy prometedores.
 
Otro requisito que determina el nivel de una universidad es la calidad de los alumnos, para lo cual se requiere una selección de los mismos basada en el mérito. Este criterio evidente no se usa en muchas universidades europeas (Alemania, Francia, España). Todo estudiante con el correspondiente título de secundaria tiene que ser admitido, por ley, en la universidad pública más próxima a su domicilio. Los criterios de admisión no cierran las puertas a nadie; si no se es admitido en una universidad de élite se puede optar por ir a otra universidad.
 
Cuando el Estado francés quiere asegurarse de la calidad de sus futuros funcionarios, emplea unos criterios muy estrictos de admisiónen las grandes écoles, instituciones de élite para satisfacer necesidades específicas del Estado: ingenieros con formación militar (École Polytechnique), investigadores y profesores universitarios (École Normale) y altos funcionarios (École Nationale d’Administration). La admisión se hace a través de un concurso-oposición: los que lo ganan adquieren el estatus de funcionarios-becarios y reciben un sueldo del Gobierno durante los cuatro años que duran los estudios.
 
Instalaciones de la Unuversidad de California en San Diego.Un ejemplo histórico de éxito fue la creación, por el profesor Roger Revelle, de la Universidad de California en San Diego (pública), a mediados de los 70. Transcurridos unos 30 años desde su creación, la UC San Diego ocupa el puesto 42 en el ránking mundial de universidades. Revelle empezó creando una facultad de postgrado con un profesor sobresaliente en cada disciplina: Keith Brueckner en Física, James Arnold en Química, Bonner en Biología... Algo análogo puede hacerse en España, donde contamos con científicos e investigadores de nivel internacional.
 
La idoneidad del sistema de gobierno de la Universidad de California brilla especialmente en este caso. El profesor Revelle tuvo que luchar para lograr el apoyo del Consejo de Regentes (con 26 miembros), el órgano máximo y único de gobierno de la universidad. No tuvo que luchar ni distraerse con múltiples núcleos de poder o de intereses. Ni con ministros, secretarios de Estado, Consejos de Dirección, Consejos de Gobierno, Juntas Consultivas, Consejos Sociales, sindicatos, o el Gobierno republicano en el exilio...
 
El Gobierno saudí está creando la King Abdullah University of Science and Technology (Kaust), una universidad investigadora de postgrado, con la ambición de que alcance un nivel internacional. Se está construyendo un campus espléndido a orillas del Mar Rojo que comenzará a funcionar en 2009, y han sido asignados 10.000 millones de dólares para el patrimonio de la universidad. Esto puede considerarse normal y sin mayor mérito en un país con los recursos de Arabia Saudí; pero lo que es sorprendente es la visión y las aspiraciones actuales de los saudíes. Conscientes de sus deficiencias en el ámbito de la educación universitaria, han creado un Consejo Asesor Internacional para que los guíe en el establecimiento de la universidad. Entre sus miembros se cuentan el presidente del Instituto Francés del Petróleo, el presidente de la Universidad de Tokio, el presidente emérito de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, el rector del Imperial College de Londres y la canciller de la Universidad de California en San Diego. Es de suponer que se trata de un Consejo que sabe cómo se crea y organiza una universidad investigadora de nivel internacional.
 
Sus recomendaciones han sido aceptadas por los saudíes. Las tres fundamentales incorporan los valores universalmente conocidos: 1) una vez terminada, el Gobierno de la universidad estará en manos de una fundación (Board of Trustees) internacional independiente del Gobierno saudí; 2) la selección de los profesores y alumnos estará basada en el mérito, sin distinción de religión, nacionalidad o sexo; 3) el patrimonio propio de 10.000 millones de dólares garantizará la independencia financiera con respecto al Gobierno. En palabras de los responsables saudíes, "no tendría sentido crear la Kaust dentro de la burocracia ministerial existente".
 
En resumen, los saudíes, con una sociedad mucho menos desarrollada que la española, han adquirido la voluntad política de intentar la creación de una universidad investigadora de nivel internacional, al margen del sistema universitario convencional. Aunque España no dispone de los recursos financieros de Arabia Saudí, está en condiciones de iniciar un proyecto más modesto, similar al que llevó a la creación de la UC San Diego. Sería trágico que no fuéramos capaces de lanzar una iniciativa semejante y siguiéramos empantanados en lo de siempre: los ministros de Educación, las leyes de reforma universitaria, la endogamia, los gorrones y todo eso.
 
 
JOSÉ CANOSA, doctor en Física Aplicada por la Universidad de Harvard, ha trabajado como investigador en el Centro Científico de IBM en Palo Alto.
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