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ESPERANZA DE VIDA

¿Comer menos para vivir más?

Nunca como ahora la esperanza de vida ha sido tan generosa con el ser humano. En los últimos100 años, la edad de la vejez no ha hecho más que retroceder. La esperanza de vida en los países desarrollados ha pasado de 47 a 76 años, y sigue aumentando.

Hoy vivimos por término medio el cuádruple que un habitante de la antigua Roma. Aún así, venderíamos el alma al diablo por hacernos con el elixir de la eterna juventud y demorar eternamente el encuentro con la plateada guadaña. Los intentos del ser humano por alcanzar la inmortalidad siempre han sido fallidos: Ponce de León desistió en la búsqueda de la fuente de la eterna juventud y ni los alquimistas con su oro potable ni las brujas medievales con sus pócimas secretas impedían el ocaso de la vida. Aún hoy son muchos los que hacen negocio vendiendo a los crédulos elixires antienvejecimiento de ineficacia probada.

La inmortalidad es una utopía, pero no lo es la prolongación de la vida. Los científicos aseveran que estamos programados genéticamente para alcanzar los 120 cumpleaños y las investigaciones apuntan que hay formas de conseguirlo. Una de ellas es la denominada restricción calórica, esto es, reducir la ingesta de alimentos. Mediante la administración de dietas muy bajas en calorías, sin llegar a la desnutrición, los científicos han conseguido prolongar la vida de una manera sustancial en una serie de animales. Por ejemplo, mediante regímenes severos diferentes equipos de biólogos han logrado que la vida media de la araña pase de50 a 90 días; la del pez guppy, de 33 meses a 46; y la de la rata de laboratorio, de 23 meses a 33. En los humanos, se desconocen los efectos de este tratamiento dietético, aunque los habitantes de la isla de Okinawa nos ponen sobre la pista. Allí vive la proporción de centenarios más elevada del mundo y sus habitantes registran una esperanza de vida envidiable; 76,6 para los hombres y 83 para las mujeres. El secreto de su éxito radica, al parecer en la alimentación. Siguen una dieta saludable y rica en aceites de pescado, vegetales y productos derivados de la soja; y consumen, por término medio, sólo el 80 por 100 de las calorías que ingiere el resto de los nipones que, dicho de paso, tampoco son excesivas, si se comparan con las de un occidental.

Ahora bien, el traslado de estos hábitos dietéticos a nuestra sociedad pantagruélica, donde la mitad de la población sufre de sobrepeso, no surtiría efecto, de no ser que en los paquetes de galletas o en los envoltorios de las hamburguesas aparecieran retratadas personas con obesidad mórbida y sus terribles secuelas; vamos, una imitación de lo que se pretende hacer con las cajetillas de tabaco para disuadir a los fumadores. La solución alternativa estaría en la pastilla. Los científicos empiezan a plantearse la posibilidad de diseñar un medicamento que imitase la reducción calórica, para así alargarnos la vida con el mínimo esfuerzo físico y mental. Este ingenio farmacológico sería algo así como comerse un estofado sin haberlo hecho. Ya se han dado los primeros pasos en esta dirección. Recientes investigaciones arrojan luz sobre la manera en que las dietas hipocalóricas aumentan la esperanza de vida. Por ejemplo, los científicos han descubierto un hilo de conexión en la levadura Saccharomyces cerevisae, microorganismo que participa en la elaboración de la cerveza. Esta pieza clave es una enzima denominada Sir2. Su producción en exceso prolonga la vida de las levaduras jóvenes que se alimentan de forma normal, sin ningún tipo de restricción. En un ser algo más evolucionado, el nematodo Caenorhabditis elegans (gusano habitual en los laboratorios de biomedicina) el aumento de la síntesis de la versión correspondiente de la Sir 2 se traduce en una dilación de la muerte.

Este enzima de acción milagrosa pertenece a una gran familia de moléculas que se conoce como situinas. En los organismos inferiores, como la levadura y el gusano mencionados, estas enzimas regulan un elenco de actividades celulares que afectan al tiempo de vida, incluida la manera de empaquetar el ADN dentro de la célula. En los mamíferos, las sirtuinas actúan a modo de entes reguladores de un fenómeno que se conoce como apoptosis o muerte celular programada, así como de la maduración celular. Desde el punto de vista químico, estas enzimas prodigiosas operan, desde el punto de vista químico, sustrayendo grupos acetilo de determinados objetivos proteicos.

Curiosamente, esta "desacetilación" depende de la presencia de otra molécula implicada en el metabolismo de la célula. Nos referimos al dinucleótido de nicotinamida y adenina (NAD). Éste puede existir en dos versiones: la oxidada y la reducida. Pues bien, la actividad del Sir2 adquiere su plenitud cuando aparece en escena la forma oxidada del NAD. Este galimatías bioquímico ha puesto sobre la pista a los científicos de la senescencia, que dicen que la restricción calórica podría regular la vida laboral de la enzima dentro de la levadura y, por ende, prolongando su vida. ¿Cómo? Pues alterando la proporción de NAD oxidado y reducido, o modificando los niveles generales de NAD.

Con estos datos en la mano, un equipo de científicos de la compañía BIOMOL Research Laboratories, en Pennsylvania, y de Escuela Mádica de Harvard, en Massachusetts, se ha lanzado a la búsqueda de una molécula que estimule directamente la Sir2. Tras indagar en diferentes librerías químicas, los investigadores, liderados por el doctor Konrad Howitz, se han topado con dos compuestos que cumplen los requisitos, esto es, activar la enzima. La pareja pertenece a una familia de moléculas conocida como polifenoles, que son producidos por las plantas. Según informan en el último número de la revista Nature, uno de las sustancias es el resveratrol, sustancia vegetal muy conocido por estar presente en el vino tinto y por tener claros beneficios para la salud. Al tratar con resveratrol a una colonia de Sccharoyces, Howitz comprobó que la esperanza de vida de la levadura aumentaba aproximadamente un 70 por 100. La causa: el producto vegetal activa la Sir2.

Todavía es pronto para sacar conclusiones del experimento estadounidense. Tal vez, el resveratrol forme parte de un futuro elixir de la juventud. Esperemos que la comercialización de la pastilla no nos coja demasiado tarde.
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