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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Caricatura de intelectuales

La Unesco es una de esas instituciones onusianas que no sirven para nada; en este caso, sólo para producir y destruir papel impreso. Tuvo un asomo de prestigio, y concedió ciertas subvenciones patrimoniales, pero hace tiempo, y se mantiene porque nadie se atreve a cancelarla. Ciertos países envían allí a sus espías, para disimular y que no sean siempre agregados militares o comerciales de sus embajadas; otros, a sus inútiles, a quienes se finge conceder favores, pero se les encierra en ese confortable armario para que no molesten.

La Unesco es una de esas instituciones onusianas que no sirven para nada; en este caso, sólo para producir y destruir papel impreso. Tuvo un asomo de prestigio, y concedió ciertas subvenciones patrimoniales, pero hace tiempo, y se mantiene porque nadie se atreve a cancelarla. Ciertos países envían allí a sus espías, para disimular y que no sean siempre agregados militares o comerciales de sus embajadas; otros, a sus inútiles, a quienes se finge conceder favores, pero se les encierra en ese confortable armario para que no molesten.
Jaime Altieri: SILENCIO.
José María Ridao, embajador de España en la Unesco, es el arquetipo del bobo congelado, caricatura de intelectual, pero como no tiene nada que hacer en su despacho de la plaza de Fontenoy escribe artículos para El País. El otro día (13-2-06) publicó uno: 'Intelectuales y caricaturas', cuyo único interés, muy relativo, es que rezuma miedo por doquier.
 
Nosotros, los intelectuales que apoyamos la guerra de Irak, seríamos los culpables de todo; somos nosotros quienes incendiamos embajadas y sembramos odio e intolerancia por doquier, quienes exaltamos el terrorismo y cometemos los atentados. Preso de pánico, llega incluso a insultar al Gobierno y a la prensa daneses, por defender la libertad de expresión y la independencia de la prensa y haber, así, prendido fuego a la mecha de la "guerra santa".
 
En Francia se decía –ya no–: "La peur est mauvaise conseillére", el miedo es mal consejero, y ni siquiera se ha dado cuenta de que bastantes de los que habían expresado reservas o incluso condenado la guerra de Irak defienden hoy la libertad de expresión, que incluye ¡cómo no! la sátira y la caricatura, y rechazan la intolerancia musulmana, que con tanta violencia se manifiesta estos días.
 
Ni siquiera podría aconsejar a nuestro embajador en la Unesco imitar a Roger Garaudy y convertirse al islam, para encontrar paz y tranquilidad, porque no sabría decirle si hacerse sunita o chiíta, ya que estas dos... cómo decirlo sin ofender: estas dos fracciones, sectas, versiones, tradiciones, bandas islámicas se asesinan mutua y ferozmente, en Irak como en Pakistán, ¿porqué no mañana en Londres, o en Madrid?
 
Tolerantes como somos, no podemos exigir a todos que compartan cada uno de nuestros criterios, ni que tengan tanta lucidez y firmeza como nosotros... En muchos casos, podemos estar de acuerdo sobre un punto, o un tema, y en desacuerdo sobre los demás. Por ejemplo, yo no estoy de acuerdo con Rodríguez Ibarra, salvo en nuestro común rechazo del estatuto catalán. Con Piqué, en cambio, no estoy nunca de acuerdo.
 
Ángela Merkel.Pero, volviendo a lo nuestro, o sea al "caso de las viñetas", es cierto que en Europa la defensa de la libertad de expresión ha sido más gremial que política, lo cual tiene su lógica: los profesionales de la expresión, por así decir, defienden su libertad, a menudo zaherida, aunque pocas veces con tanta violencia como ahora; los profesionales de la política, en cambio, movidos por su sentido de la "responsabilidad", que se traduce por prudencia, o temor, se han mostrado, por lo general, claudicantes, defendiendo de boquilla la libertad de expresión pero exigiendo respeto al islam.
 
Menos mal que hay excepciones: la primera y más ejemplar, la del Gobierno danés, el más atacado e insultado, y no sólo por los islamistas. Las declaraciones de Ángela Merkel al respecto fueron muy dignas, lo cual no me extraña de esta señora, capaz de cambiar el rostro político de Europa. Asimismo, Nicolás Sarkozy ha declarado preferir "un exceso de caricatura a un exceso de censura". En eso estamos, en efecto.
 
Cuando defiendo al gremio intelectual, y su apego a la libertad de expresión, soy muy consciente de defender a una minoría, porque los de la Ridao's Band son legión, y sus múltiples declaraciones se resumen en una frase: la libertad de expresión exige responsabilidad y respeto a la fe de los demás. Implícitamente respeto a los musulmanes, porque cuando se caricaturó al Papa como oficial nazi, ¿quién protestó? ¿Y quién protesta ante las caricaturas, libros, películas, editoriales y manifestaciones antisemitas? ¿Acaso no es antisemita manifestarse por las calles de París o de Durban al grito de "¡Mueran los judíos!" o "¡Hitler tenía razón!"? En Durban estaba Kofi Annan, bendiciendo a los manifestantes antisemitas, y una delegación de la UE, bendiciendo a Koffi Annan.
 
En resumidas cuentas, lo que todos dicen, de Jean Daniel a Juan Goytisolo, pasando por Gema Martín Muñoz (futura ministra de Educación Coránica de Zapatero), Günter Grass y oleadas de intelectuales de pacotilla, es que la libertad de expresión debe tener sus limites. Lo que no dicen es quién debe fijarlos. ¿Alá? No puede, no existe. ¿Mahoma? No puede, es el muñeco del ventrílocuo inexistente. ¿El ministro del Interior, o el secretario del partido? Políticos y escritores, repiten todos: de acuerdo con la libertad de expresión, pero a condición de no meternos en líos. O sea, censura.
 
¡Y tanto pánico por unas caricaturas! Echo mano de mi DRAE y leo: "Caricatura: 1) Dibujo satírico en que se deforman las facciones y el aspecto de alguna persona. 2) Obra de arte que ridiculiza o toma en broma el modelo que tiene por objeto". ¿Habría que prohibir todas las caricaturas, o sólo las que no gustan a Ben Laden?
 
En realidad, yo me pregunto muy seriamente cómo estas caricaturas de intelectuales se atreven a pedir respeto, cuando ni siquiera respetan los elementales principios de nuestras democracias, siendo la libertad de expresión, que incluye la sátira, uno de los más fundamentales.
 
¿Cómo vamos a ser respetados si no nos respetamos nosotros mismos? Nadie, de los nuestros, exige intolerancia, que se quemen mezquitas, o las embajadas de Irán y Siria, ni nada de lo que hacen a diario contra los "infieles" los radicales musulmanes. Ni siquiera enviamos asesinos suicidas por las calles.
 
Zapatero.Y, para tratar otra faceta del mismo tema, tampoco exigimos paredón o cárcel para los nostálgicos del totalitarismo que pretenden destruir nuestras sociedades democráticas y apoyan el terrorismo islámico, seducidos precisamente por su fanatismo. En cambio, estamos dispuestos a defender, por las armas si fuera menester, las libertades que tantos siglos nos ha costado conquistar.
 
Evidentemente, y todo el mundo lo sabe, lo de las caricaturas de Mahoma es un pretexto –y un buen pretexto, puesto que funciona– que forma parte de la ofensiva del islam radical contra Occidente, pero también contra los países musulmanes cuyos gobiernos no lo son suficientemente, según los fanáticos, como Pakistán, Egipto, Jordania y otros. En este contexto, la carta de Erdogan dando instrucciones a Zapatero, es particularmente sabrosa:
 
"Hemos observado que algunos sectores de los medios de comunicación han considerado estos desafortunados sucesos como un caso fundamental para la libertad de expresión. También hemos observado cierta tendencia a utilizar la situación para poner a prueba la paciencia del mundo islámico y su idea de libertad. Semejante arrogancia cultural no puede justificarse en ninguna cultura ni civilización (...) La condición indispensable para una existencia armoniosa es que las distintas civilizaciones y tradiciones reconozcan y respeten las respectivas diferencias, siempre que estén en conformidad con los valores comunes sobre los que se apoya nuestra experiencia democrática moderna".
 
¡Qué valores comunes ni qué ocho cuartos!. En Turquía no hay libertad de expresión, y se encarcela a quien haga referencia al genocidio armenio; en Turquía no hay libertad religiosa, y el estudio del Corán es obligatorio en las escuelas. En Turquía se tortura sistemáticamente. En Turquía las mujeres no gozan de los mismos derechos que los hombres, y sólo la presión internacional impidió que se aprobara una ley que castigaba con la cárcel a las mujeres supuestamente adulteras. ¿Y qué pasa con los kurdos? Eso se lo puede contar usted a Zapatero, que le dice sí a todos, pero la verdad es la verdad: Turquía no es un país democrático; ni europeo.
 
Las asociaciones musulmanas de España han celebrado guateques con Rodríguez, y en esta ocasión le han regalado un ejemplar del Corán. Para facilitarle la lectura, le indicaré algunas suras (tomadas de Islam para adultos, de Antonio López Campillo):
 
– XLVII (37): "¡No seáis débiles! ¡No pidáis la paz mientras sois vosotros los más fuertes! Dios está con vosotros, no anulará vuestras acciones".
– XLVII (4): "Cuando encontréis a quienes no creen, golpead sus cuellos hasta que los dejéis inermes, luego, concluid los pactos".
– XLVII (9): "¡Perezcan quienes no creen! Extravíe Dios sus obras!".
– Sura IX (39): "Si no vais a la guerra, os infligirá un doloroso castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que podáis causarle ningún daño. Dios es omnipotente".
 
Y así, páginas y páginas del Corán que no son caricaturas; que lo es todo para los musulmanes: el Libro, la Ley, la Voz de Alá y las tácticas de la guerra santa. Y que su esposa lea las suras dedicadas a la inferioridad de las mujeres. Luego hablaremos de "alianza de civilizaciones".
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