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DE MANIFIESTOS Y DEL NACIMIENTO DE UN PARTIDO

Buenas noticias, pero con reservas

Para desmentir mi fama de pesimista, debo decir que los últimos días han sido pródigos en buenas noticias: primero fue el manifiesto 'Por Occidente' de Marcello Pera; después, el manifiesto 'Contra el islamismo' firmado por una serie de personalidades musulmanas, encabezadas por Salman Rushdie y Ayaan Hirsi Ali, la protagonista de la película que le costó la vida a Theo Van Gogh; por último, el nacimiento de un nuevo partido político en Cataluña. Tal vez me parezcan buenas noticias únicamente porque las tres me confirman en mi pesimismo.

Para desmentir mi fama de pesimista, debo decir que los últimos días han sido pródigos en buenas noticias: primero fue el manifiesto 'Por Occidente' de Marcello Pera; después, el manifiesto 'Contra el islamismo' firmado por una serie de personalidades musulmanas, encabezadas por Salman Rushdie y Ayaan Hirsi Ali, la protagonista de la película que le costó la vida a Theo Van Gogh; por último, el nacimiento de un nuevo partido político en Cataluña. Tal vez me parezcan buenas noticias únicamente porque las tres me confirman en mi pesimismo.
Albert Boadella, uno de los líderes de Ciudadanos de Cataluña.
En el manifiesto de Pera leemos lo siguiente:
 
"Occidente está en crisis. Atacado desde el exterior por el fundamentalismo y por el terrorismo islámico, no pudiendo contestar al desafío. Minado internamente por una crisis moral y espiritual, no encuentra el coraje para reaccionar. Nos sentimos culpables de nuestro bienestar, sentimos vergüenza de nuestras tradiciones, consideramos el terrorismo como una reacción a nuestros errores. El terrorismo es, sin embargo, una agresión directa a nuestra civilización y a la humanidad entera. Europa se ha paralizado. Continúa disminuyendo la natalidad, competitividad, unidad de acción en la escena internacional. Oculta y niega su propia identidad y por lo tanto suspende la tentativa de tener una Constitución legítima para los ciudadanos. Determina una fractura con los Estados Unidos y hace del antiamericanismo una bandera. Nuestras tradiciones se ponen en discusión. [...] Se predica la igualdad de valores de todas las culturas. Se deja sin guía y sin regla alguna la integración de los inmigrantes".
 
Cosas todas que venimos diciendo desde hace mucho, cosas que Oriana Fallaci ha gritado a los cuatro vientos, cosas cuyo enunciado ha costado la vida a más de uno y que ahora, cuando tal vez sea demasiado tarde, resume el presidente del Senado italiano, hombre del partido de Berlusconi pero, sobre todo, católico activo y amigo personal de Benedicto XVI, ese hombre que dice que "Occidente ya no se ama a sí mismo".
 
Ayaan Hirsi Ali, fotografiada por Merlijn Doomernik.Es bueno que lo haga, pero no es suficiente. Y no lo es en la medida en que las declaraciones de Pera no comprometen a su Gobierno, ni a los representantes en la UE de Forza Italia, ni siquiera a los católicos en general. Agradezcamos, pues, que el manifiesto exista, pero no veamos en él solución alguna.
 
Objetivamente más importante es el manifiesto antiislámico que ha reproducido Libertad Digital. Es importante porque lo han publicado Charlie Hebdo, en Francia, y el Jyllands-Posten, en Dinamarca; es decir, porque lo han publicado los dos medios que se la jugaron con las célebres caricaturas de Mahoma, que así ratifican su postura. Pero es más importante por las personas que lo firman: Ayaan Hirsi Ali, diputada holandesa que escribió con Theo Van Gogh el documental por el que lo asesinaron; Chahla Chafiq, escritora iraní exiliada en Francia; Caroline Fourest, ensayista y autora de un libro contra Tariq Ramadan; Bernard-Henri Lévy, filósofo francés; Irshad Manji, periodista canadiense autora de Mis dilemas con el Islam; Mehdi Mozaffari, profesor iraní exiliado en Dinamarca; Maryam Namazie, escritora y productora de televisión; Taslima Nasreen, doctora nacida en Bangladesh perseguida por apostasía; Salman Rushdie, novelista condenado a muerte por Jomeini por Los versos satánicos; Antoine Sfeir, cristiano libanés que vive en Francia; Philippe Val, director de Charlie Hebdo; Ibn Warraq, autor de Por qué no soy musulmán.
 
Cinco mujeres, cuatro de ellas de origen islámico. Ocho personas de origen islámico. Doce fatuas, doce condenas a muerte que habrá que sumar a la de los dibujantes del Posten y a la del personal en general de los dos periódicos. Es decir, una muestra representativa del silencio de Occidente. Ellos se atreven a decir mucho más de lo que dice Pera; no se limitan a la crisis de valores, sino que advierten con toda claridad que, "después de haber vencido al fascismo, al nazismo, al estalinismo, el mundo se enfrenta a una nueva amenaza totalitaria mundial: el islamismo".
 
La advertencia es clarísima: que oiga el que quiera oír y vea el que quiera ver: el islamismo es la forma actual de la más negra reacción, y habrá que combatirlo con la misma pasión con que fueron combatidos el nazismo y el estalinismo. Ahora lo han dicho ellos, mañana lo diremos todos, ya sin miedo a ser acusados de racismo: no es un pueblo, una etnia, unas personas, lo que se condena, sino una ideología. No son los árabes, sino los islamistas, como no fueron los alemanes, sino los nazis, el problema. Pero no veo demasiado claro que así se vaya a entender.
 
Por último, Ciutadans de Catalunya/Ciudadanos de Cataluña, cuyo manifiesto inicial tuve el honor de firmar y que empieza a ser un partido político. Sin líder, para asombro de algunos periodistas. Un partido no nacionalista en Cataluña, donde decir que uno no es nacionalista suele causar asombro, desconcierto u hostilidad, como señaló en el acto de presentación, el pasado sábado en el teatro Tívoli, la representante de una de las agrupaciones que constituyen la primera base de la organización.
 
Una fiesta, con gente de muy diversas extracciones ideológicas, unida por el hartazgo de treinta años de transición del franquismo a algo que nunca acabó de ser democracia, que es cada vez menos democrático, más mafioso: eso que representa el tripartito más uno, PSC, ERC, ICV y CiU, con sus tres o cuatro o lo que sea por cientos, sus bancas catalanas, sus carmelos, su inmersión lingüística, su reforma identitaria y, lo que es peor, sus fórums.
 
Renuncio a sostener que es tarde, me sumo a la alegría general, pero no olvido lo que Albert Boadella dijo poco antes de la impresionante reunión del Tívoli: si esto continúa así, Cataluña va a la secesión. Y no sigo. Por ahora.
 
 
vazquez-rial@telefonica.net
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