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LIBERALISMO

Automóviles y periodismo

Confieso que mis dos grandes pasiones profesionales han sido los automóviles y el periodismo. Recién graduado de la universidad participé en el lanzamiento de un diario caraqueño, La Verdad, con una clara línea editorial clásico-liberal: defensa de la libertad individual, gobiernos limitados, igualdad ante la ley, Estado de Derecho y economía de mercado. En Venezuela se trataba de un concepto diferente.

Confieso que mis dos grandes pasiones profesionales han sido los automóviles y el periodismo. Recién graduado de la universidad participé en el lanzamiento de un diario caraqueño, La Verdad, con una clara línea editorial clásico-liberal: defensa de la libertad individual, gobiernos limitados, igualdad ante la ley, Estado de Derecho y economía de mercado. En Venezuela se trataba de un concepto diferente.
Los periódicos venezolanos tendían entonces a diferenciarse entre aquellos que apoyaban al Gobierno, disfrutando de considerables presupuestos publicitarios de las numerosas empresas y entidades estatales, y los que se dedicaban a apoyar los intereses de sus dueños y amigos empresarios. Eso de defender la libre competencia y el libre acceso al mercado, en beneficio de los consumidores, era algo extraño y casi sin precedentes.
 
En un par de años perdí alrededor de la mitad de mi inversión en el periódico, pero la experiencia fue invalorable y jamás me arrepentí. Por el contrario, siempre le agradeceré a Nicomedes Zuloaga la oportunidad que me brindó de participar activamente en un proyecto que reunía a un pequeño grupo de empresarios venezolanos diferentes: unos pocos que creíamos firmemente en el libre comercio.
 
Mi corta experiencia como gerente general de un periódico me ayudó a conseguir mi siguiente empleo. A los 26 años fui nombrado gerente de relaciones públicas de General Motors Venezuela. A mediados de los años 60 General Motors era la empresa industrial más grande del mundo. Su entonces presidente, James A. Roche, apareció en la portada de la revista Time el 20 de mayo de 1966, y es recordado como el primer presidente de esa gran empresa que se dedicó personalmente a que todos los empleados tuviesen las mismas oportunidades, sin consideraciones de raza o sexo.
 
Creo que fue también el último presidente de GM que creía realmente en el libre comercio. Sus sucesores se dedicaron a conseguir apoyo gubernamental para resistir la invasión de autos japoneses. Tales políticas pueden resultar beneficiosas para la gerencia del momento, pero resultan negativas a largo plazo. Así, vemos cómo ahora GM y Ford apoyan ideas ambientalistas y antieconómicas.
 
Es absurda la nueva política "correcta" de GM y Ford de producir vehículos que utilizan una mezcla con un 85% de gasolina y un 15% de etanol (alcohol destilado del maíz). El etanol es más caro y menos eficiente que la gasolina, por lo que sus productores, como Archer Daniels Midland, dependen de los 51 centavos por galón que reciben en subsidios gubernamentales, provenientes de nuestros impuestos. Un nuevo Mercury que utiliza la mezcla recorre 18 millas por galón, frente a las 25 millas del modelo tradicional, de gasolina. En el caso del Chevrolet Impala, el modelo "verde" recorre 23 millas por galón y el tradicional, 31.
 
Para 1971 ya no me sentía a gusto en GM, y entonces tuve la oportunidad de establecer una concesionaria Ford en Caracas especializada en arrendamiento de vehículos y ventas de flotillas, negocio novedoso y rentable al que le dediqué una docena de años. Pero una vez que mis hijos se graduaron de costosos colegios y universidades americanas regresé con gusto al mal pagado periodismo. Fui director general de El Diario de Caracas hasta 1987, cuando el presidente Jaime Lusinchi, disgustado por la línea libertaria del periódico, logró que me despidieran y tuve que emigrar para no ir a la cárcel. Poco después, el Gobierno levantó sus falsas acusaciones contra mí.
 
Como periodista en EEUU, lo que más me sorprende es algo muy diferente. Los periódicos en español de este país, salvo honorables excepciones, predican una ideología de izquierda parecida a la que condujo a tantos latinoamericanos a emigrar. Extraño, ¿no es verdad? Algunos ejemplos. La prensa latina apoya aumentos del salario mínimo, lo cual perjudica a los recién llegados que no hablan inglés, a los menos capaces, a los más jóvenes y con menos entrenamiento, quienes entonces no logran acceso a ese primer puesto que les da la disciplina y los conocimientos mínimos para poder optar al "sueño americano". Es decir, los condena de por vida a la informalidad, aquí mejor remunerada que en México o Argentina.
 
La prensa latina suele apoyar todo incremento del Estado del Bienestar, pero resulta que su creciente costo es lo que impulsa las ideas de la extrema derecha conservadora de construir un muro berlinesco a lo largo de la frontera con México. Está ampliamente comprobado que la inmigración, que básicamente consiste en trabajadores jóvenes, es un invalorable aporte a la economía de cualquier país, y aquellas naciones que cierran sus fronteras, como Japón, sufren las consecuencias y el envejecimiento de su población. Si a los enemigos de la libre inmigración se les quita el argumento de que los extranjeros vienen a vivir del Estado benefactor les queda sólo su racismo... algo bastante más difícil de vender.
 
 
© AIPE
 
Carlos Ball, director de la agencia AIPE y académico asociado del Cato Institute.
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