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DRAGONES Y MAZMORRAS

A vueltas con el antisemitismo

Acabé el año sin hablarles, como tenía previsto, de una serie de libros sobre el tema judío y, en particular, sobre el antisemitismo, publicados durante el pasado mes de diciembre.

El primero es La Iglesia católica y el Holocausto. Una deuda pendiente, de Daniel Jonah Goldhagen, y el segundo, El antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2992), del que es autor el historiador vasco Gonzalo Álvarez Chillida. Como asistí a ambas presentaciones y en ellas se dijeron cosas muy interesantes —o al menos muy reveladoras— voy a referírselas a ustedes a pesar de no haber terminado de leer ninguno de los dos libros, por lo cual, no me pronunciaré al respecto o, al menos, no de manera concluyente.

Respecto al primero, tuve que hacer doblete por circunstancias que no vienen al caso, y fui, por la mañana a la rueda de prensa y, por la tarde, a la mesa redonda. Ambas se celebraron en el Goethe Institute, antes llamado Instituto Alemán, como todavía puede verse en la enseña colgada en la calle. Goldhagen, acompañado de su editora y de una intérprete resumió el contenido del libro: según él, la Iglesia católica todavía no ha pedido perdón, de manera explícita y definitiva, por su papel en el Holocausto. Él no cree en la responsabilidad colectiva y acusa al papa Pío XII no sólo de indiferencia y “no asistencia a persona en peligro” sino de ser un criminal de guerra y un activo colaborador de los nazis. Sale al paso de todas las objeciones que se le han hecho al respecto y afirma refutarlas ampliamente en el libro con testimonios y documentos. Aún así, insiste en que no es un libro de historia, como el anterior (Los verdugos voluntarios de Hitler: los alemanes corrientes y el Holocausto), que también originó una fuerte polémica y que le ha valido ser considerado persona non grata en Alemania. Su sistema expositivo, bastante dramático, consistió básicamente en dar la vuelta al argumento y sugerir que donde dice “judío” pongamos “católico” o “cristiano”: “Imagínense que por ser católicos o cristianos les persiguieran, les expulsaran y les mataran”, lo cual no es ni mucho menos tan descabellado como él cree pues ha sucedido varias veces en la historia y ocurre todavía en la actualidad en algunos países musulmanes.

El autor, tal vez condicionado por la mentalidad americana de lo “políticamente correcto” (enfermedad contagiosa que consiste en no ofender de palabra, aunque se ofenda de obra, a cualquiera que pertenezca a una minoría supuestamente discriminada), llega a sugerir a la Iglesia una propuesta a mi entender descabellada: la revisión y nueva redacción, eliminando los pasajes ofensivos a los judíos, de la Biblia cristiana o Nuevo Testamento. ¡Ahí es nada!, enmendar los yerros del pasado para reivindicar la rectitud del presente, en vez de mantenerlos vivos para no cometer más errores. Tal vez, si fuera la católica, como la suya, una religión del comentario tendría cierto sentido... Ni siquiera mi pro-judaísmo, reiteradamente afirmado en esta sección y en donde quiera que sea, me engaña al respecto. Mucho me temo que este libro no sea tan convincente como se vende. Lo más increíble es que por la tarde, durante la mesa redonda, moderada por José María Ridao (conocido por su firme postura antiisraelí y pro palestina, quien estuvo muy protocolario y se abstuvo de hacer ningún comentario), los representantes católicos, el historiador y jesuita Fernando García de Cortázar y el teólogo Enrique Miret Magdalena, aunque salieron en defensa de Pío XII, aceptaron sus propuestas revisionistas sin rechistar. Ellos barrían para casa y ante el estupor de Goldhagen, que no sabía de lo que hablaban, convirtieron el debate en una defensa de la teología de la liberación a cuyos representantes presentaron como los nuevos mártires de la intolerancia de la Iglesia Católica. Muy edificante y de gran rigor intelectual.

El segundo libro se presentó en la sinagoga, sede también de la Comunidad judía de Madrid. Corrió a cargo del presidente de la misma Israel Garzón, del profesor Vándor (que es un protegido de Sanz Briz que llegó siendo niño a España en 1940 y cuya intervención especialmente emocionante dejo para otra ocasión), de Juaristi, del editor y del autor. El título completo es El antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002) y lo ha publicado la editorial Marcial Pons. Juaristi destacó la importancia documental e historiográfica de este libro en el que prácticamente se agota el tema. Aunque la idea general es que el antisemitismo no tendría que existir en España —a lo sumo un antijudaísmo religioso— esto no es así y el autor lo demuestra con todo rigor. El antisemitismo español sería una síntesis de antijudaísmo cristiano y racismo (véase Quevedo), un antisemitismo sincrético, poco cientifista (por deficiencias españolas) y cuando lo es, como ocurre en ciertas novelas de Emilia Pardo Bazán (y doy fe), concretamente en Una cristiana y La prueba, es un antisemitismo importado de Francia (conspiración judeo-masónica) que —dice Juaristi— invade el tradicionalismo español y también el liberalismo, así como los nacionalismos, especialmente el nacionalismo vasco. Juaristi sólo discrepó del autor en un aspecto: en que al llegar a la época actual disocia antisionismo de antisemitismo, lo cual, a su juicio, deja el libro incompleto. No es de extrañar si se tiene en cuenta que lo prologa Juan Goytisolo.


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